Pepe Julio y Ollanta
Carlos Bedoya
Si Pepe Julio Gutiérrez – militante por fin expulsado de Tierra y Libertad - estaba dispuesto a recibirle millón y medio de dólares a la Southern para dizque acabar con la protesta social en Tía María, ¿se imaginan cuánto podría haber recibido Ollanta Humala por traicionar la Gran Transformación? ¿O acaso no podríamos imaginar que un vuelco de esa magnitud costaría muchísimo más desde la posición de Presidente de la República, que desde la de uno entre varios dirigentes sociales en Islay?
Aunque no hay audio, ni prueba alguna que yo conozca sobre que Ollanta se haya convertido por plata, su actitud frente a Tía María y en general hacia la mayoría de sus electores, bien podría compararse en grande a la del tal Pepe Julio en chico, si por plata o no, éste finalmente hubiese cambiado de posición tan radicalmente frente a su base social del valle del Tambo.
Y a diferencia de la improbabilidad de que el viraje de uno o más dirigentes le solucione a la Southern un conflicto que tiene varios años; capturar al “presidente del cambio” sí le trajo beneficios a la Confiep desde el saque, cuando Ollanta antes siquiera de sentarse en Palacio, le entregara el MEF y el BCR.
Luego, y recién envestido de mandatario disolvió el frente Gana Perú, ese tremendo espacio político-electoral (del cual solo queda el nombre de la bancada) en donde el nacionalismo, la izquierda y los movimientos sociales podían perfilarse como fuerza organizada a favor de la correlación para iniciar y sostener las reformas a lo largo del gobierno.
Esas dos movidas fueron claves para que Ollanta se tire meses después y ya con la salida de Lerner - Conga de por medio - no solo el Plan de la Gran Transformación, sino hasta la tímida Hoja de Ruta, asegurándole ningún cambio a los dueños del Perú.
El Ollanta del mensaje presidencial que dice nada poder hacer para acabar con el conflicto de Tía María salvo reprimir, porque la Southern nos puede demandar en tribunales internacionales; no es ni la sombra del candidato envalentonado que pedía el voto en Cocachacra el 2011, con la firme promesa de respetar la decisión de su gente y hacerla vinculante ante cualquier decisión política en torno al proyecto minero.
Cuesta creer que a cambio de nada y solo por temor, Ollanta contra su propia esencia haya terminado siendo el presidente menos nacionalista de los últimos cuatro, e incluso haya cambiado hasta de eje internacional. Porque para los brasileños aún está fresco que los haya dejado tirando cintura con los Súper Tucano y la cooperación militar, para terminar comprando aviones de Corea del Sur y profundizando la entrada de tropas norteamericanas. Además, se bajó del carro de la UNASUR para empujar el de la Alianza del Pacífico con roche, dejando con los crespos hechos a sus examigos los presidentes progresistas. ¿Eso es gratis? Quién sabe.
Publicado en el Diario Uno. 24 Mayo 2015
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