Pedro Barreto, Arzobispo de Huancayo, nominado Cardenal

Por: 

Imelda Vega-Centeno B.

El 20 de mayo, día de Pentecostés, el Papa Francisco anunció que habría un nuevo Consistorio, y que el 29 de junio siguiente habría 14 nuevos cardenales, uno de los nominados era el Arzobispo de Huancayo, Pedro Barreto Jimeno, s.j., quien estaba rumbo a Roma en cumplimiento de otro encargo papal, el próximo Sínodo de los Obispos de la Amazonía. La fecha del anuncio, que rememora el anuncio del evangelio a todas las naciones y la irrupción del Espíritu en la historia, no dejan de tener un claro significado, para quien entiende los mensajes no-dichos, pero implicados en las declaraciones papales.

Pedro Barreto, jesuita peruano, tiene actualmente 74 años, como obispo está en vísperas de la jubilación (salvo que el Papa decida lo contrario), pero habiendo llegado a la cima de su carrera eclesial, es llamado por el Papa a formar parte del Consistorio Pontificio, instancia que elige al nuevo Papa, es un cargo honorífico y administrativo, que no interfiere las labores de pastor (obispo).

Desde la colonia, y confundiendo el Concordato Regio con las estructuras vaticanas, los Virreyes trataron de que fuera nominado Cardenal quien era arzobispo de Lima, estas gestiones duraron desde 1816 hasta que finalmente en 1946, Mons. Juan Gualberto Guevara, arequipeño del clero secular que era arzobispo de Lima, fue nominado Cardenal y lo fue hasta su muerte en 1954. Lo sucedió en el arzobispado su obispo cuadjutor, el franciscano Juan Landázuri Rickets, quien sería nominado Cardenal en 1962. Una vez jubilado, lo sucedió en la sede limeña Mons. Augusto Vargas Alzamora s.j. en 1989, y en 1994 fue nominado Cardenal. Mons. Vargas en 1999 entregó la sede episcopal al Mons. Juan Luis Cipriani. Este último fue nominado Cardenal en el 2002. La nominación cardenalicia es personal y de por vida, los cardenales son miembros activos del Consistorio, votan por un nuevo Papa, hasta la edad de 80 años.

Por la confusión común entre el cargo vaticano que es el Cardenalato, y la dignidad eclesial que es el episcopado,  existe un cierto sentido común de que el Cardenal es el arzobispo de Lima y por ello la mayor autoridad eclesiástica en el país. Nada menos cierto. La organización eclesiástica se da a través de las jurisdicciones eclesiásticas donde la máxima autoridad es el Obispo, los obispos de las diferentes jurisdicciones eclesiásticas tienen el mismo grado de autoridad y cada uno es la máxima autoridad en su propia diócesis. En el Perú existen 45 jurisdicciones eclesiásticas, divididas así: 7 Arzobispados, 20 Obispados, 10 Prelaturas Apostólicas, y 8 Vicariatos Apostólicos. La iglesia peruana toda converge dentro de una estructura colegiada llamada Conferencia Episcopal Peruana, su directiva es elegida democráticamente cada dos años, y si bien Mons. Landázuri  -arzobispo de Lima- la presidió durante 20 años, fue por su evidente liderazgo evangélico y no por ninguna preeminencia de Lima sobre las demás diócesis.

Historia personal del nuevo Cardenal peruano
Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, estudió filosofía en Alcalá de Henares, Teología en el Cuzco, donde también siguió cursos de antropología, y luego en el Seminario de Santo Toribio en Lima; también estudió Pedagogía. Ordenado sacerdote en 1971 realizó su ministerio sacerdotal en Tacna, pastoral de cárceles y docencia, cumplió encargos dentro de su congregación religiosa en las casas de formación en Tacna, Lima y en Ayacucho. El 2001 el Papa lo nombró Obispo Vicario Apostólico de Jaen, donde destacó por su defensa de los derechos de las comunidades originarias, por eso fue nominado representante de los Obispos de la Selva ante el CELAM. En julio del 2004 fue nombrado Arzobispo  de Huancayo. En esta su diócesis destacó por su labor en defensa de la salud ambiental, de los derechos laborales de los trabajadores de la industria minera y la defensa de los derechos humanos de los más pobres.

En la Conferencia Episcopal Peruana, su trabajo es reconocido al nombrarlo Presidente de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) en el 2006, en función de este cargo participó en la Asamblea del CELAM de Aparecida (Brasil). En 2011 es nombrado Presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM. Actualmente, como en períodos anteriores, es Vice-Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana. El Papa lo nombró en el 2012 miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz del Vaticano.

El nuevo Cardenal peruano ha sido reconocido por su defensa de los derechos humanos, recibió el premio nacional de DD HH “Ángel Escobar” “por su permanente contribución a la defensa de los Derechos Humanos en el Perú y su decidido apoyo a los pobres”.  El Congreso de la República en junio del año 2011 le concede, La  Medalla de Honor en el Grado de Caballero; “en reconocimiento a la permanente y fecunda labor pastoral, protección a los derechos fundamentales de la familia y por su contribución a la solución de conflictos sociales”. No olvidar que por dos veces fue amenazado de muerte por delincuentes vinculados con las empresas mineras.

En el 2012, el consejo de la Orden Premio Unión Nacional del Perú del Instituto Nacional de Desarrollo y Acción Social Perú (INDAS PERU) impone la medalla de Oro en Tres Estrellas y Diploma de Honor a, Mons. Pedro Ricardo Barreto Jimeno, y a los integrantes del Arzobispado de Huancayo; por su contribución a la lucha contra la pobreza, al desarrollo y a la paz de la Nación. En el año 2013 también recibió la condecoración de esta institución en el grado más alto.

Por ello, las declaraciones que le hemos oído en estas semanas en torno a la necesidad de una política transversal de género, denuncia de la corrupción, y defensa de los derechos humanos, no son exabruptos ni búsqueda de “pantallazo” alguno, son expresiones de un pastor que ha estado siempre a la escucha de su pueblo y que ha sabido oír la voz de los que más sufren en una sociedad profundamente desigual y discriminadora.

El Papa Francisco, después de su visita al Perú en enero de este año, decidió que nuestro país estuviera representado por dos Cardenales en caso de un nuevo Consistorio, dos cardenales que  representan dos experiencias eclesiales, compromisos pastorales y humanos, diversos. El Papa reconoce que la realidad eclesial del Perú no es monocorde, que existe una pluralidad de voces “que claman al cielo”. Los pobres, los marginados, los excluidos de la historia de los poderosos encuentran en Pedro Barreto un intérprete y un portavoz. 

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