Nuestra agricultura familiar en tiempos del coronavirus

Por: 

Eduardo Zegarra

La crisis mundial del coronavirus nos toma por sorpresa, con graves debilidades en nuestro sistema de salud insanamente privatizado por el modelo neoliberal, y con una enorme masa de la población con empleos precarios o en sectores informales que viven el día a día.  Las radicales medidas de confinamiento obligatorio adoptadas por gobierno del Presidente Martín Vizcarra son por ahora la mejor alternativa para evitar una hecatombe y descalabro económico y social de incalculables dimensiones; y, por tanto, hay que apoyarlas, y usar nuestros mejores recursos y capacidades para enfrentar y salir de la crisis lo más pronto posible.

En este contexto, no debe pasar desapercibido el rol que viene cumpliendo la agricultura nacional, especialmente la agricultura familiar del pequeño productor que genera más del setenta por ciento de los alimentos que consumimos todos los peruanos.  En medio de esta feroz crisis sanitaria, nuestros agricultores familiares han seguido produciendo los alimentos esenciales para la vida, e incluso vienen produciendo más de lo normal.  En los primeros 18 días de este año el volumen total de alimentos ingresados al Gran Mercado Mayorista de Lima (GMML) ha sido más del 11% de lo ingresado en mismo periodo de 2019, y 23% más que en 2018, como se puede ver en el gráfico siguiente.

Gracias a esto esto no estamos enfrentando problemas de desabastecimiento y subida de precios de alimentos, y millones de peruanos podemos acceder a alimentos básicos en esta difícil situación (esperando que el bono de 380 soles llegue rápido a los que realmente lo necesitan). Cabe decir que la gran agroexportación no juega mayor rol en atender al mercado interno por lo que hoy es momento de agradecer a nuestros millones de pequeños agricultores y agricultoras por su trabajo diario y su capacidad de alimentar a más de 30 millones de peruanos.  Nuestra agricultura familiar, abandonada a su suerte por tanto tiempo, se convierte hoy en un bastión de nuestra economía para enfrentar la crisis, tener seguridad alimentaria y mirar con esperanza hacia adelante.

Por esto es vital que, una vez que pase este dramático episodio, el presidente Vizcarra y los nuevos congresistas también vuelvan sus ojos y preocupaciones a la agricultura familiar y comunera, a la pequeña agricultura de casi dos millones de familias en todo el territorio nacional.  El año pasado, luego del exitoso paro del 13 de mayo, el gobierno se comprometió con los gremios agrarios a hacer cambios de fondo en el sector público agrario como crear un viceministerio de agricultura familiar, reorientar las compras estatales de alimentos, y ampliar en forma significativa el financiamiento y la protección a los pequeños agricultores frente a importaciones baratas.  Luego de varios meses, CONVEAGRO y la Junta de Usuarios vienen expresando su descontento por el escaso avance en estos compromisos.  Es hora de cumplirlos y esperamos que la clase política despierte y de una vez por todas inicie una nueva etapa en las políticas públicas en favor de nuestros pequeños agricultores, imprescindibles en nuestro tejido social, cultural y económico.

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