Aportes para un debate sobre Qali Warma
Carolina Trivelli
Hay muchos comentarios sobre Qali Warma (QW), uno de ellos hace un par de días escrito por Pedro Francke, en Otra Mirada. Es sorprendente como en la discusión se han tomado algunas ideas repitiendo argumentos usados por políticos para criticar a QW, pero que no tienen sustento real. Por ejemplo, se dice que el Pronaa tenía menos presupuesto, que ahora se gasta más para lo mismo. No es así. Efectivamente, el presupuesto del Pronaa era apenas un tercio o menos del presupuesto que hoy tiene QW (y con ello se evidencia que en los últimos años del Pronaa, este no fue fortalecido pues no se le dio más presupuesto), pero entregaba muchos menos servicios. Para muestra basta decir que el Pronaa presupuestaba entrega de alimentos para escolares sólo para 90 días del año, cuando el año escolar tiene alrededor de 191 días. Es decir que, para que el Pronaa atendiera todos los días del año escolar hubiera necesitado más que duplicar su presupuesto. Pero además, entregaba, en el mejor de los escenarios, 6 productos (2 para desayunos y 4 para almuerzos), mientras que QW incorpora en la dieta diaria de los niños más de 100.
Hay que agregar que los reportes sobre aceptabilidad y consumo de Pronaa, hechos por entidades como la Defensoría, muestran que el 50% de los niños no comía lo que recibía por su calidad, sabor, presentación o por el hastío de comer lo mismo todos los días. Es decir, lo que el Pronaa invertía solo servía para que la mitad de usuarios se llenara la barriga, el resto se perdía (o vendía, o se usaba para negocios particulares).
Finalmente, las cifras de ENAHO 2012 señalan que sólo 1.6 millones de niños y niñas recibieron el programa de alimentación escolar del Pronaa. En resumen, con ese presupuesto se atendía a 1 millón de niños menos, con menos productos, menos de la mitad de los días y con pocos productos que los niños no aceptaban y no consumían. ¿Ese presupuesto es un buen referente para QW? ¿De qué nos sirve comparar el presupuesto de alimentación escolar del Pronaa con QW? No ayuda en la discusión, no permite comparar, no es útil.
También señala que el modelo QW es un modelo proempresarial impuesto por el MEF, que además deja de lado la participación de las comunidades y organizaciones de base. Claramente hay bastante ligereza en el comentario. El modelo de QW se basa sobre todo en la experiencia de Foncodes, en el trabajo de los núcleos ejecutores. En él se entrega a la comunidad organizada y a los directamente interesados: autoridades locales (gerentes de desarrollo social que hacen las compras para programas alimentarios locales) y regionales (del sector salud) y a los padres de familia (en representación de los usuarios) la facultad de elegir a los proveedores, que deben ser empresas constituidas o consorcios que pueden incluir organizaciones de base (y reciben premios por ello). Que más participación que darles la opción de opinar y elegir qué comerán los niños en esa región (entre distintas opciones que cumplen con el aporte nutricional requerido) y a quién, cumpliendo los requisitos, será el proveedor de raciones o canastas de productos en la región. Este modelo ha permitido que muchas organizaciones de base, micro y pequeñas empresas sean parte de los proveedores de QW. Hoy, sólo en Lima varias centenas de mujeres de comedores populares trabajan con proveedores de QW y tenemos mujeres que han dado el paso a ser empresarias para atender a QW como se encuentra de manera emblemática en los casos de Ica, Tumbes y Paucartambo en Cusco (ver video aquí).
Pero eso no es todo. También se dice que QW ha eliminado la participación de madres en la preparación de alimentos. No es cierto. Si bien en las zonas de alta densidad, urbanas y con escuelas de gran escala se prioriza la entrega de raciones preparadas, en el resto, y en particular en zonas rurales, se entrega una canasta variada de productos para que las familias se involucren apoyando a sus hijos y a QW con la preparación. En estos colegios además se viene trabajando con empresas, municipalidades y gobiernos regionales para mejorar la infraestructura de sus cocinas. Hoy hay más de 10 mil cocinas que serán mejoradas, como resultado del trabajo articulado de gobiernos locales con QW, y más de 25 mil escuelas que recibirán menaje para sus cocinas. Sigue siendo insuficiente, pero en 7 meses representa un avance considerable.
Finalmente, en su artículo Francke plantea que el problema de políticas sociales focalizadas es que son insuficientes para atender los retos sociales de este país. Son insuficientes, pero son parte importante de la política social, sirven para asegurar que todas podamos usar los servicios que nos corresponden por derecho. Esa discusión es importante y relevante, pero no se aplica bien al caso de QW que es un programa que será universal, no focalizado, en 3 años y cuya focalización sólo está presente para definir qué niños reciben dos raciones (los que viven en distritos más pobres) y quiénes sólo una.
QW tiene grandes desafíos que enfrentar todavía y todas las ideas para enfrentarlos son bienvenidos, ayudan, pero para ello tenemos que entender el programa. Hay que mejorar la supervisión como todos han señalado, pero también incrementar la comunicación y capacitación con los padres, maestros y directores para que puedan cumplir su rol de fiscalización y control de QW. Para ello hay que invertir en comunicación masiva y en dar herramientas a la comunidad educativa para participar más y mejor en QW. Hay que trabajar con los proveedores y seguir impulsando la mejora de la infraestructura educativa y de servicios básicos de las escuelas. Tareas hay muchas, pero sobre todo asegurar que todos nos comprometamos a discutir y asumir el desafío de la alimentación escolar como un asunto de interés nacional, de Estado, no de un partido o de otro. No hay que alentar la discusión en la esfera política de QW, eso no ayudará a los niños, ni a sus escuelas.
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