APEC 2024 y el Perú: una protesta pacífica, el grito del silencio

Por: 

Rudecindo Vega Carreazo

Que el mundo escuche nuestro grito del silencio, nuestro grito de dignidad nacional, que el mundo conozca nuestra protesta y rechazo a nuestros gobernantes, que sientan nuestra vergüenza de quienes nos gobiernan, que la mala imagen que ellos trasmiten no es la imagen del Perú ni de los peruanos. Qué la APEC SE REALICE CON NORMALIDAD y sin contratiempos, pero que todas las autoridades conozcan que somos un país digno que detesta a los criminales que lo gobiernan. Que cada presidente, representante internacional o empresario sepa que cuando da la mano a la presidenta saluda a una acusada de asesina y corrupta, cuando saluden a nuestras autoridades quizás esté haciéndolo a un mafioso o criminal y, que, nuestro grito de protesta es clamor de solidaridad y compromiso que tanto necesitamos. 

Protestemos pacíficamente, que nuestro grito del silencio retumbe en el planeta: pongamos millones de pancartas o banderolas en nuestras fachadas; entreguemos memoriales a las representaciones internacionales, públicas y privadas que vienen al Foro, con las denuncias existentes sobre las autoridades; cada 4 horas toquemos ollas o bocinas durante toda la APEC como muestra de desprecio; podemos vestirnos de luto para transmitir nuestro asco a los gobernantes o de rojo y blanco para evidenciar nuestra dignidad; salgamos, desde el 10 de noviembre, sin violencia, a sentarnos masivamente en las plazas públicas o marchar pacíficamente; pongámonos la camiseta del Perú. Las Asociaciones de Transportistas, Iniciativa Democrática, Coalición Ciudadana, Plataforma Democrática, Diálogos por La Educación, Perú Conversa, Diálogos de Construcción, CGTP, la sociedad civil y política en general activa en las protestas, ojalá hagan eco de esta propuesta.

Que el mundo conozca que en Perú no tenemos autoridades legítimas ni legales, las perdimos hace tiempo; que nos gobiernan organizaciones criminales que no ganaron las elecciones y, desde el congreso asaltaron, también hace tiempo, el gobierno y los demás poderes del estado. Que quienes fungen de autoridades cargan con el 93% de desprecio ciudadano, tienen 4% de aceptación y no representan a nadie; ilegitimidad monumental. Que vienen destruyendo, desde el ejecutivo, congreso y demás instituciones, la institucionalidad democrática, el estado de derecho y el orden constitucional; violan las leyes y la constitución, pisotean instituciones y los derechos ciudadanos de manera sostenible; que han perdido legalidad, así los formalistas no quieran admitirlo. No tenemos autoridades legales ni legitimas, estamos a merced del crimen y sus organizaciones criminales.

No es legítimo un gobierno con abismal rechazo ciudadano, no representa a nadie. Tampoco son legítimos los que perdiendo las elecciones hoy gobiernan porque se robaron, con pactos siniestros, el gobierno; ni son legítimos, los que abortaron su gobierno, o se dejaron robar, y hoy son furgón de cola de sus ladrones. Todos los ciudadanos hemos perdido, los que votaron por los ganadores ya no son gobierno y los que votaron por los perdedores hoy son gobierno con alguien que detestan. Quienes desprecian al gobierno son los más y los pocos que lo aguantan es a pesar de su voto y sus ganas de apoyo. El desprecio ciudadano ha sido permanente y ha crecido cada vez más, las protestas ciudadanas, nacionales, regionales, sectoriales también ha sido permanentes, pero no han dado resultado.  La razón es una sola, no son políticos los que nos gobiernan, son criminales que velan por sus sucios intereses, los políticos, malos o buenos, negocian para quedarse o salir, los criminales no ponen en riesgo sus negocios turbios. Los políticos pueden entender la pérdida de legitimidad, los delincuentes no pueden perder la criminalidad.

No es legal ni constitucional un gobierno bastardo, de fachada, de títeres. El histórico presidencialismo constitucional peruano ha sido convertido en un inconstitucional y desnaturalizado parlamentarismo; peor aún, un parlamentarismo también bastardo, manejado y dirigido desde la oscuridad, desde fuera del congreso, por los líderes de los partidos que perdieron las elecciones y están obsesionados por reelegirse, continuar gobernando y garantizar la permanencia de su régimen político espurio. No existe legalidad con una mayoría congresal plagada de acusaciones delincuenciales, ni con una presidenta acusada por el Ministerio Público de asesina y corrupta. No hay legalidad con autoridades cómplices o aliadas de bandas criminales que nos arrinconan en la calle y atropellan desde el gobierno. Imposible negociar con criminales, jamás pactarán su salida, pretenden garantizar su permanencia ilegitima e ilegal a costa nuestra y del Perú.

Esa coalición gubernamental, autoritaria y corrupta, ilegítima e ilegal, ya controla los sistemas de justicia y electoral, tiene todo planificado para continuar en el poder y el gobierno, el fraude electoral está organizado y se está ejecutando. El control del sistema de justicia les sirve para protegerse, liberarse de sus juicios y perseguir a sus adversarios. El control del sistema electoral les sirve para eliminar y tachar adversarios y permitir sin tachas a sus cuestionados o procesados candidatos. La normativa electoral está hecha para reelegirse en el congreso como senadores, diputados o parlamentarios andinos; o para reelegirse como gobernadores regionales, alcaldes provinciales o distritales. Tienen todo diseñado para quedarse mafiosamente. Los nuevos partidos, los políticos viejos o nuevos y los ciudadanos parecemos una masiva comparsa multicolor del baile de los que sobran. Mientras tengamos líderes notorios u ocultos, grandes o pigmeos, que solo ven su interés propio, difícil que podamos aspirar a la recuperación digna del Perú. La ilegitimidad e ilegalidad de nuestros gobernantes va pareja a nuestra indiferencia e indignidad patriótica. El 2026, la podredumbre gubernamental, si no actuamos hoy, será igual o peor. Culpables nuestros gobernantes, culpables nosotros. Pobre Perú.

Si el desprecio ciudadano del 93% contra la presidenta, gobierno y congreso no tienen eco, si las masivas protestas sociales, nacionales y regionales, sectoriales y políticas, no son escuchadas ni tienen impacto; deberíamos hacer oír nuestro grito de dignidad a la comunidad internacional, hacerles ver y pedirles que no avalen a los criminales y organizaciones criminales que nos gobiernan. Ellos no quisieran en sus países lo que nosotros padecemos todos los días de nuestras vidas, presos del crimen callejero y gubernamental en nuestras casas, trabajos, centros de estudios y en las calles, presos de la delincuencia callejera y del crimen gubernamental. Las protestas convocadas durante la realización del foro de la APEC deben ser diferentes: pacíficas, estratégicas y de impacto mundial, para que las autoridades internacionales y el mundo conozcan que los peruanos tenemos dignidad y no deseamos ser gobernados y oprimidos por delincuentes. Que el Foro de la APEC, sea el marco de una protesta nacional masiva y pacífica, un grito de silencio, para recuperar nuestra democracia y reactivación económica, para salvar al Perú.