Fujimori hace lo que quiere

Gran revuelo ha generado la reciente entrevista concedida por el ex presidente Alberto Fujimori, recluido en el penal de Barbadillo por crímenes de lesa humanidad, al diario chileno El Mercurio. Se trata de un nuevo caso de indisciplina por parte de Fujimori, quien una vez más se burla de la autoridad penitenciaria y se suma a la campaña política, con miras al 2016.
 
Fujimori ha aprovechado esta oportunidad para manifestarse a favor de la candidatura de su hija, la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.  Él ha manifestado que  ella “es la presidenta que necesita el Perú”. Lo que realmente se necesita es mano dura para frenar la serie de indisciplinas que viene cometiendo. Alberto Fujimori es un ciudadano como cualquier otro, que cumple arresto por los crímenes que ha cometido y no debería recibir ningún beneficio adicional del que no goza otro reo.


 
Una serie interminable de indisciplinas
Si bien el artículo 37 del Código de Ejecución Penal señala que los internos cuentan con teléfonos públicos para la comunicación con el exterior, este solo contempla cuatro posibilidades: con su abogado, con sus familiares, con sus amistades y, en el caso de los reos extranjeros, con el cuerpo diplomático. No obstante, de acuerdo a la ley penitenciaria, con su última  aparición pública en el medio extranjero, Fujimori ha interferido y desobedecido las disposiciones de seguridad penal.
 
Pero anteriormente Fujimori ha brindado entrevistas a otros medios. En noviembre del 2013, lo hizo a RPP. Para ello contó con la ayuda de los congresistas Julio Gagó y Kenji Fujimori, quienes se encontraban en el tópico de la DIROES con el reo e impidieron la entrada de personal de seguridad. Debido a esta falta, se le retiro la línea telefónica. No obstante, a fines de julio de este año nuevamente se le restituyó la comunicación.
    
Pero hay más. En lo que lleva en prisión, el ex condenado y ex mandatario ha recibido numerosas e  inusuales visitas de parte de amistades y congresistas. A fines del 2012, llamaba la atención la presencia de la congresista de Fuerza 2011, María del Pilar Cordero Jon Tay, quien aparecía en la DIROES desde muy temprano y no consignaba hora de salida. Cordero no es la única fémina a la que ha recibido Fujimori. Este año, la arquitecta Ana María de Jesús Cárdenas Manchego Muñoz fue intervenida por los agentes penitenciarios por presuntamente trasladar consigo un chip de celular, durante una visita al reo. Manchego también es reincidente. En el año 2013 ya había sido descubierta en similar acción, llevando un smartphone camuflado en una bolsa de quiwicha, por lo que se le sancionó prohibiéndosele el ingreso al Penal de Barbadillo.
 
Ese mismo año, Fujimori recibió la visita de 30 de sus congresistas. A fines del 2013, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) registró más de 700 visitas. Solo de sus familiares y amigos sumaron más de 400 visitas en los cinco primeros meses. Adicionalmente, habría que destacar que los congresistas acudían a verlo lo hacían en horario de trabajo, muchas veces incumpliendo su labor parlamentaria. Este hecho deja entrever que pese a encontrarse recluido Fujimori continúa siendo el líder del partido que hoy encabeza su hija.
 
El ex presidente no solo se comporta como quiere sino que, además, es el reo más caro del Perú. Mientras que en el resto de cárceles del país hay un empleado penitenciario por cada nueve internos, en el Penal de Barbadillo cuenta con 17 empleados. El gasto que se genera por los servicios de estos agentes debe asumirlo el Estado. Fujimori vive en una cárcel dorada donde cuenta también con un vehículo a su disposición para cuando requiere ser trasladado a una clínica local, enfermera las 24 horas y un médico. ¿Qué condenado por violación a los derechos humanos cuenta con todo estos beneficios?

Respecto a las declaraciones brindadas a El Mercurio, el abogado de Fujimori, William Paco Castillo, ha manifestado que no se trataría de una entrevista como tal sino de una interpretación que el propio letrado habría hecho de una conversación que mantuvo con Fujimori y añadió que si el condenado no da entrevistas es porque "él no quiere" y no porque no tenga derecho a hacerlo, desautorizando a Julio Magán, jefe del INPE. Lo cierto es que esta coartada no los libra de la investigación que ya está llevando a cabo.
 
Las sanciones que podrían aplicarse por este nuevo caso de indisciplina contemplan desde la simple amonestación, la privación de paseos recreativos y la limitación de comunicaciones con el exterior hasta el aislamiento por un máximo de 30 días. Esperemos que en esta oportunidad se cumpla con el castigo máximo puesto que no se trata de un caso aislado. Alberto Fujimori debe entender de una vez por todas que ya no se encuentra en el poder, que ya no puede manejar a su antojo a la gente. Él ha sido privado de su libertad y debe pagar los crímenes de lesa humanidad que ha cometido como cualquier otro condenado en este país, sin los privilegios de los que ahora goza.
 

 

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