Neumonías, hambre y un sistema de salud a la deriva

Por: 

Víctor Zamora

Profesor Escuela de Gobierno y Políticas Públicas - PUCP

Por estas fechas, además de lidiar con el intenso frío que parece no tener fin, muchos hemos sufrido una fuerte "gripe" que ha afectado a casi todos en casa. Pero no es cualquier "gripe"; se trata de esas que te dejan en cama por días, con fiebre, congestión nasal intensa y tos persistente que puede durar semanas. 

Y es muy probable que tú, lector, también hayas sido una de las personas afectadas por esta enfermedad ya que lo que estamos viviendo es una verdadera epidemia de infecciones respiratorias, aunque para las autoridades de salud esto parece no existir. 

Como ya parece ser la norma, en lugar de tomar acciones, el gobierno ha desestimado la situación, calificándola de exageración o ser parte de una campaña de críticas por parte de "fuerzas del mal" o exfuncionarios con supuestos vínculos a la industria farmacéutica. El actual ministro sigue utilizando estos argumentos para justificar su manejo deficiente de la salud pública, evidenciado en el pésimo manejo de vacunas contra el COVID-19, la gestión cuestionable de la epidemia del dengue, la grave escasez de medicinas y el desmantelamiento de programas clave como el examen nacional de medicina (ENAM) y el Servicio Rural Urbano Marginal de Salud (SERUMS). Esto último lo ha llevado a ser blanco de la crítica unánime por parte de todas las facultades de medicina y del Colegio Médico del Perú en pleno. 

A todo lo anterior, se suma la preocupación por la falta de preparación frente a nuevas amenazas de salud, como la reciente emergencia internacional por la variante del virus del mono. 

La Situación Actual de las Infecciones Respiratorias Agudas Graves: Neumonías

Ahora enfoquémonos en la epidemia de infecciones respiratorias agudas graves, en especial las neumonías. ¿Cuál es la situación actual?

De acuerdo con datos oficiales, en la población mayor de 60 años, una población considerada de alto riesgo de muerte por neumonía, el impacto es alarmante: más de 23,000 episodios de neumonía diagnosticados, más de 7,000 hospitalizaciones y más de 1,600 muertes por neumonía en lo que va del año. Estas cifras superan los registros anuales de 2018, 2019, 2020, 2022 y 2023, lo que evidencia un aumento preocupante de casos, hospitalizaciones y fallecimientos.

El otro grupo de riesgo son los niños menores de 5 años, y la situación es igualmente preocupante. En lo que va del año, se han reportado 18,000 casos de neumonía, más de 6,500 hospitalizaciones y más de 130 muertes. En menos de ocho meses, estas cifras ya superan las registradas durante todo el año 2022 y se proyecta que sean aún peores al cierre de 2023.

¿Qué está Ocurriendo?

Las infecciones respiratorias agudas, incluidas las neumonías, son extremadamente difíciles de controlar debido a su forma de transmisión aérea, como lo aprendimos durante la pandemia. El virus se propaga al hablar, reír, estornudar, toser e incluso a través del contacto con manos contaminadas por el moco de una persona enferma. En espacios con poca ventilación, hacinamiento y sin acceso adecuado a agua y jabón para el lavado de manos, el riesgo de contagio aumenta considerablemente.

Por lo tanto, la cantidad de casos y la velocidad de transmisión están estrechamente ligadas a las condiciones de vida: vivienda, saneamiento básico, transporte, trabajo y educación. A peores condiciones, mayor número de casos. 

Durante estos últimos años, la calidad de vida de la mayoría de la población peruana ha empeorado, situación que la gestión Boluarte ha sido incapaz de revertir. De hecho, los niveles de pobreza se han incrementado. 

No podemos olvidar el papel del agente infeccioso. El número y la rapidez con que se presentan los casos también dependen de la virulencia del germen. Los causantes del COVID-19, la influenza y las neumonías son altamente virulentos. 

Lamentablemente, no tenemos claridad sobre qué tipo de enemigo estamos enfrentando ya que, hasta el momento, el Ministerio de Salud (MINSA) no ha informado adecuadamente sobre qué gérmenes están detrás del aumento de casos este año, como debería hacerlo para una respuesta efectiva.

Una vez detectados los casos, estos debieran estar aislado, tanto del resto de la familia como de la comunidad; sin embargo, por el tipo de trabajo de la mayoría de la población (informal y de supervivencia), sabemos que el aislamiento es imposible. 

Nuevamente, la diferencia entre estar sano y enfermar no la da un establecimiento de salud, sino las condiciones de vida de una sociedad. 

¿Y el Sistema de Salud?

La diferencia entre enfermar y morir, por otro lado, radica en tener un sistema de protección social fuerte, en el que un sistema de salud efectivo juega un papel crucial. Sin embargo, enfrentamos nuevamente fallas multisistémicas.

La primera de ellas es el hambre o lo que técnicamente se denomina inseguridad alimentaria. No hace falta ser un experto en salud para saber que un cuerpo debilitado por la falta de alimentos responderá de manera deficiente frente a la enfermedad. Y aunque el impresentable ministro de Agricultura insista en negar la realidad y afirmar que en Perú " se come de manera contundente", lo cierto es que uno de cada dos peruanos vive en situación de hambre, lo que debilita su capacidad biológica de respuesta.

El grupo más afectado por esta inseguridad alimentaria son los adultos mayores, quienes enfrentan mayores dificultades para acceder a una alimentación adecuada. 

Adicionalmente, las cifras del primer semestre de 2024 de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDES) muestran que la desnutrición crónica en niñas y niños ha aumentado, una realidad que parece increíble para las autoridades, que se niegan a reconocer la gravedad del problema.

Frente a la crisis alimentaria, el gobierno nacional, en particular el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) y los gobiernos locales, no han sabido, no han podido o no han querido implementar respuestas efectivas. 

Con altos niveles de contagio y un organismo debilitado, la población espera la asistencia del sistema de salud. Y, aunque en teoría existían las herramientas para evitar este altísimo de muertes, muchas de ellas evitables, la gestión actual ha sido incapaz de implementarlas. 

¡Lo primero, vacunar! Aun sin claridad sobre qué germen enfrentamos, la experiencia ha demostrado que las campañas de vacunación oportunas y de alta cobertura, contra los gérmenes conocidos, son una herramienta esencial para reducir el impacto de las infecciones respiratorias graves. Sin embargo, en este aspecto, esta gestión del MINSA ha fracasado rotundamente. Las coberturas de vacunación en poblaciones de riesgo son muy bajas. En el caso de la Influenza, la situación es aún peor, ya que las vacunas llegan al país recién en mayo, y la campaña de vacunación se inicia en junio, meses después del inicio de la temporada de contagio.

Diagnóstico y tratamiento oportuno. Las deficiencias del sistema de salud, exacerbadas por la gestión de Vásquez, son evidentes. Reportes de organizaciones de pacientes, la sociedad civil y diversos medios de comunicación han documentado la situación crítica de los servicios de salud, marcada por el desabastecimiento de medicamentos esenciales, incluyendo aquellos necesarios para tratar las neumonías graves.

El elevado número de fallecimientos por neumonía este año, incluso superando los niveles del primer año de la pandemia, refleja un país empobrecido, hambriento, con redes de protección social debilitadas y un sistema de salud ya bastante precario, pero cuyas capacidades de respuesta se han agravado por una profunda crisis de gestión.