Muerte en el poder: El legado de Hugo Chávez

Alrededor de las 4.30 pm (hora de Lima) el vice-presidente venezolano Nicolás Maduro anunciaba en cadena nacional una noticia esperada hace varias semanas: Hugo Chávez había fallecido. A fines del año pasado el Presidente venezolano fue operado por cuarta vez en Cuba de un cáncer del que había sido diagnosticado dos años antes.

La primera vez que Hugo Chávez había tratado de llegar al poder fue en 1992 a través de un golpe de estado que fracasó. Dos minutos en televisión nacional anunciando que “los objetivos en Caracas no habían sido cumplidos…por ahora” fueron suficientes para lanzar al entonces teniente coronel del ejército en una carrera que lo llevaría a la presidencia 6 años después. En 1999, el hoy fallecido líder de la revolución bolivariana juraba sobre una constitución que él consideraba moribunda y que se proponía cambiar.

Hugo Chávez llegó a la presidencia de su país en un momento en donde el neoliberalismo campeaba en América Latina y no existía en términos prácticos alternativa política. Fue en ese contexto que el proyecto bolivariano tuvo que avanzar y sortear no pocos obstáculos. Primero un intento de golpe de Estado en el 2002 que lo alejó por 48 horas del poder y del que fue rescatado por militares leales y mareas de gente en la calle. Luego, una huelga del sector petrolero público y empresarial que puso en jaque la economía del país caribeño. Sin embargo, frente a cada reto Chávez pareció redoblar la apuesta y radicalizó el proceso político que él encabezaba.

Con motivo de las elecciones del año pasado, el periodista Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, sintetizó en un artículo periodístico algunos de los logros sociales y económicos de la “Revolución Bolivariana”. En un país como Venezuela con enormes reservas petroleras que hoy son las más grandes del mundo, la desigualdad y la pobreza se situaban en niveles similares al resto de países de América Latina al inicio del gobierno bolivariano. En 1999, la pobreza alcanzó un 49% y cayó a 21% en 2010. La pobreza extrema cayó de 40% en 1996 a 7.3% en 2010 y las pensiones por vejez se multiplicaron por 7. Asimismo, la desigualdad se redujo en un 54% durante el mismo periodo.

En el terreno de la salud y la educación las cifras son también significativas. En 1998 la desnutrición crónica infantil alcanzaba el 21%, hoy esa cifra es de apenas 5%. En el Perú en el 2010 dicho indicador fue de 17.9% como promedio nacional y alcanzó un 31.3% en el área rural. En Venezuela el presupuesto en educación ha crecido hasta llegar al 6% del PBI. Asimismo, la UNESCO señala que Venezuela es el tercer país con mayores índices de lectura en la región. Si bien la ansiada industrialización no ha llegado aún y varias de las empresas que emprendió Chávez en este terreno han naufragado o están hoy sin rumbo, los avances económicos se han producido. Como muestra se puede señalar que la tasa de desempleo es hoy menor al 8%, cuando 10 años antes era ligeramente superior al 11%. Asimismo, el PBI per capita ha aumentado desde los 4 100 dólares en 1999, hasta 10 810 dólares en el 2011.

A nivel de Latinoamérica Chávez fue un decidido impulsor de la integración latinoamericana y de la independencia de nuestra región. Para ello lanzó una serie de propuestas, desordenadas a veces, utópicas, pero todas apuntando en una dirección: lograr mayor independencia frente a las potencias mundiales. El extinto líder venezolano fue uno de los artífices claves para la derrota del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto a través del cual los Estados Unidos buscaba asegurar su dominio sobre nuestra región. Reunido en Mar del Plata junto a Lula Da Silva y el hoy también fallecido Néstor Kirchner, lograron que esa iniciativa fuera definitivamente descartada, abriendo la puerta a proyectos de auténtica integración regional como la actual UNASUR.

Si bien Chávez ganó 13 de 14 elecciones a las que se presentó, no se puede dejar de mencionar el estilo autoritario y algunas veces avasallador que puso en marcha. Estilo que hizo que fuera señalado por algunos como un gobernante autoritario. Chávez hostigó sistemáticamente a las fuerzas que se le oponían, algunas veces a través de mecanismos que en algunos casos rondaron la ilegalidad y que sin duda dañaban el pluralismo político que hace falta en cualquier democracia.

La muerte de Chávez pone a prueba las instituciones existentes en ese país. La oposición venezolana, encabezada por Henrique Capriles, parece haber aprendido, y ante la muerte del mandatario, espera tentar a través de los cauces democráticos su llegada al poder. Seguramente las movilizaciones a favor y en contra serán intensas. Sin embargo, esperamos que el proceso venezolano discurra por los cauces legales y que el futuro de la “Revolución Bolivariana” sea decidido en las urnas. La probable victoria de Nicolás Maduro pondrá sobre la mesa la profundidad del proceso que el militar venezolano inició allá por el lejano fin del siglo pasado.

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