Las generaciones de izquierda

Por: 

Sinesio López

Más allá de las buenas intenciones, UNETE por otra democracia y el Frente Amplio están trabajando objetivamente para la derecha al mantener y justificar la fragmentación de la izquierda. Varios izquierdistas –me incluyo– y muchos progresistas no se sienten representados por ellos. Existe un gran descontento social y un amplio rechazo político a los principales candidatos de la derecha que no son expresados ni representados por esos frentes.
 
Esos sentimientos intensos y masivos –que configuran un espacio sociopolítico de izquierda– no pueden ser representados tampoco por otras derechas emergentes, ni por el centro, ni por el frente filosenderista en formación sino por una izquierda democrática unificada.

La unidad de la izquierda no es un fantasma del pasado, sino una necesidad política del presente si ella quiere convertirse en una fuerza política gravitante del país. No basta, por cierto, el espacio sociopolítico de izquierda para que se produzca la unidad. Ella necesita una base programática de cambios. Steven Levitsky propone olvidar el discurso anticapitalista y limitarse a un programa distributivo que obligue a los ricos a pagar más impuestos, esto es, un programa socialdemócrata que le da un rostro humano al capitalismo. Eso requiere –sostiene– una renovación radical de la izquierda para catapultar a una izquierda joven, excluir a la vieja guardia, borrar los viejos símbolos contestatarios y buscar el apoyo de la clase media.
 
El programa distributivo, siendo importante, es muy estrecho para conseguir una unidad social y política más vasta. Esta requiere un programa más amplio y complejo que cambie el modelo económico extractivista y primario exportador y que plantee profundos cambios sociales, políticos, estatales y culturales. Ese programa puede ensanchar la base social y política de la unidad de la izquierda. No hay razones para excluir a los que sueñan con un horizonte utópico socialista y piensan que es posible otra sociedad libre y justa en el largo plazo, siempre y cuando compartan el programa de mediano plazo.
 
Más que una ruptura de generaciones es necesario plantear continuidades y rupturas en las generaciones de la izquierda. Ni la vieja generación está llena de errores y defectos, ni la nueva generación es un dechado de virtudes. Las viejas generaciones cometimos muchos errores, pero hicimos algunas cosas de las que nos sentimos orgullosos. La IU, por ejemplo, acabó con el enfrentamiento entre la vieja izquierda que venía de los años 30 del siglo pasado y la autoproclamada nueva izquierda de los 60 y de ese modo se transformó en una importante fuerza política del país en los 80.  Cometió muchos errores (que hay que superar), pero tuvo también muchos aciertos. Uno de ellos la unidad de las diversas fuerzas de izquierda para superar la fragmentación.
 
La nueva generación, además, políticamente no existe porque no tiene una organización propia. Todas las organizaciones de izquierda son una mixtura de diversas generaciones. Pienso que, actuando con un sentido histórico y político de largo plazo, hay que otorgarles un espacio mayor a las nuevas generaciones. Más aún, estoy casi de acuerdo con la fórmula presidencial que sugiere Levitsky. Sería mejor, sin embargo que un independiente de izquierda de prestigio de la vieja generación la integre. La unidad no depende, por desgracia, de los buenos deseos de los analistas sino de la voluntad y del nivel de racionalidad política de las organizaciones de izquierda realmente existentes.

Publicado en Diario La República, 11 de Junio 2015

 

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