La situación de las clases laboriosas en el Perú
Gonzalo García Núñez
El corona-virus 19 ha puesto en evidencia la situación carencial de las clases laboriosas en el Perú de hoy. Así lo revela un completo informe de NN.UU.-CEPAL de la segunda semana de julio sobre los efectos de la pandemia en las estructuras económicas de la región latinoamericana, lo que facilita la comparación entre los países similares al Perú. (https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45734/4/S2000438_es...)
La pandemia ha sido un percutor de un cada vez más crítico sentido común en que se constata que las tres décadas de viaje al paraíso neoliberal nos ha regresado en realidad al pasado de colonizado país campo-mina, que acumula reservas internacionales pero no sabe proveer de cánulas de oxígeno para la salud de gente.
Cuando los ciudadanos del así llamado “sector informal” logren soldar sus diferencias, la agobiada mayoría social de hoy, como se prueba en adelante, puede convertirse numéricamente en una mayoría política, con representación y capacidad de mando en el Estado, el mismo que hoy los persigue en cada calle y los encuentra en cada recodo.
Los informales socialmente mayoritarios encuentran sustento a la idea que una potencial alianza de clases, las desposeídas y desprotegidas, pueda enfrentar con éxito y aliados a la voracidad de lucro de los capitalistas criollos y la honda corrupción de sus operadores.
Rechazan la ambicia de las grandes firmas multinacionales, repudian sus poco oxigenados modales en la gestión de los negocios de las medicinas. Denuncian las onerosas facturas de la atención clínica privatista. Piden sanción al leonino interés de algunos intermediarios financieros en la provisión de urgencias. Que no lucren con los colegios, apaciguar el recibo de luz, amortiguar el chaparrón de los recibos de agua. Sitio en los ómnibus. Que no se roben la plata de todos. Recoger modestamente a sus muertos y darles sepultura. Oxígeno. Agua, Jabón. Que comer.
Ahora “somos solos ciudadanos sin derechos que el aparato de estado y el régimen privado no atienden pero estiman que lo harán cuando se tenga mayoría política”, señalan.
¿CUANTOS INFORMALES?
Para medir la dimensión y el crecimiento del sistema informal es posible consultar numerosos estudios de la Oficina Internacional del trabajo. Y trabajos fundadores sobre la condición obrera de Engels, Marx, Veblen, Weber, Mills. CEPLAN, Julio Gamero, Juan Chacaltana, José Távara et alii, Norman Loayza. Antes la encuesta de Eliana Chávez y Jorge Bernedo en el Ministerio de trabajo. El cuadro, las categorías de clase y las cifras provienen de algunos de dichos estudios.
Del conjunto de ciudadanos en edad de trabajar cabe despejar algunas cifras. De los estratos de menor a mayor articulación al trabajo. Hay categorías laborales que provienen de la organización social pre-capitalista del ancien regime hacendario: los y las trabajadores del hogar- muchos de ellos migrantes internos- que prestan servicios personales en hogares avecindados, reminiscencia del feudalismo andino y criollo, de antes de la reforma agraria.
Son los que trabajan de cuidadores en hogares, las personas que cultivan el sueño de la telenovela Simplemente Maria de Saby Kamalich, en su tiempo curioso éxito de rating en Lima, México y las capitales de América Latina. Alrededor de 400 mil. Muchos de los millones de expatriados tienen cartera allí. Cuarentena y emergencia.
Luego hay que considerar los Trabajadores- familiares- no remunerados, chambas temporales, recurseros rurales, chacras y parcelas, pequeña agricultura. Cerca de 1´800. Propinas. Acompañantes de mayores en riesgo.}
Entre los dos primeros, hacen un 15% de la población en edad de trabajar. No es poco. Casi duplica al sufrido contingente de servidores públicos, cerca al 10 %.
Luego debe estimarse a la categoría de auto empleados, sin formación, cerca de un tercio de la PEA, ninis, comerciantes ambulatorios, cuenta propistas. (33.5%)
En suma, la mitad de los ciudadanos que tienen derecho a tener un trabajo no está en la jugada (Hogar+familiares+autoempleados) y a eso súmele Estado (nacional, regional, local). Dentro de la planilla de Estado subsiste un ejército de modalidades de trabajo por contrato, otros nombrados, CAS, teletrabajo, prestación de servicios por recibo de honorarios, dietas, unos batallones de funcionarios en distintas regímenes de contratación y pensión, desde el distinguido régimen de la ley 728 hasta los menos afluentes y lejanos. Y hasta algunos fabulosos contratos musicales.
Escalafón público también de soporte a las fuerzas armadas y policiales, guardianas del orden, los magistrados y fiscales, a los docentes, el personal especializado de salud, médicos, enfermeros, tecnólogos, profesores de la educación inicial, primaria, secundaria, tecnológicos y universidades, los que proveen de higiene y limpieza urbana, transportistas, los que hacen control y supervisión de los principales sistemas de ejecución de las decisiones en los servicios públicos, entre otros.
El plato fuerte de lo que queda es el conglomerado de las empresas. Primero, la microempresa (16.5%) que junto a las Pequeñas y medianas (13.3%) forman más o menos la mitad del empleo en la franja de dos a más de cien de los trabajadores-. Juntos con los independientes por planilla son el core de la economía productiva.
En el vértice están las empresas de más tamaño. Son empleos que significan el pan de 1, 643,352 trabajadores. (11.6%). Pulmón de la economía, fuerza de la sociedad. Allí ha pegado el virus. Dentro de este segmento cabe diferenciar a la clase capitalista propietaria, los dueños del Perú (Carlos Malpica), de los integrantes de la capa tecnocrática de ejecutivos que gestionan los sistemas de la producción y circulación del capital. No siempre coinciden.
Portes y Hoffman de Princeton examinan la estructura de las clases, subtipos y características en América Latina. Identifican seis principales clases siguientes en una investigación publicada por CEPAL:
- Capitalistas, grandes propietarios, socios gerentes de empresas grandes/medianas, 1.8% PEA
- Ejecutivos, Gerentes y administrativos de empresas grandes o medianas, 1.6% PEA
- Expertos, Profesionales asalariados, universitarios, gestión pública, privada, 2.8% PEA
- Pequeña Burguesía, Profesionales, técnicos independientes, microempresarios, personal supervisado, directamente, percibe dividendos y rentas de utilidades 8.5% PEA
- A) Proletariado Formal no manual, Técnicos, programadores, empleados oficina 12.4%
- B) Proletariado Formal manual, técnicos asalariados, 23.4%
- Proletariado Informal, operarios, asalariados sin contrato, vendedores ambulantes, familiares no remunerados 45.6%
Con una estratificación como esta no cabe un ápice de duda de la extrema desigualdad social vigente, aunque habría que indagar sobre el impacto de los que escogieron la migración. O los que remplazan la carencia de trabajo con la criminalidad.
De acuerdo a las mismas fuentes, en promedio, la clase capitalista en AL es diminuta, en número (2% de la PEA).
Si se incluye a la pequeña burguesía, la tecno estructura (Galbraith) y los cuadros expertos, en algunos países la clase dominante agregada no supera el 10% de la PEA. Y los dominados superan el 80%. Esta relación de 80-20 es una señal potente para el posicionamiento de los actores políticos, en particular de aquellos que aspiran a representar a las mayorías a la búsqueda de la justicia social y la libertad. El quid del asunto reside en unificar el campo de una vasta alianza de los trabajadores que incluya a los representantes del sector así llamado informal, en realidad excluidos del sistema porque usan bienes de baja composición orgánica del capital, poca productividad y poco acceso a los mercados de productos y factores.
Otra cosa es el desarrollo de esta hipótesis cuando se razona sobre la estructura de clases por ingresos medios. Volveremos sobre eso. Pero ya es posible concluir de modo cartesiano que una búsqueda de una genuina representación política de las mayorías debiera tener un programa de impulso transformador de los informales en ciudadanos de la misma clase que los otros.
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