La libertad de Keiko ¿El fortalecimiento del fujimorismo?

Por: 

Francisco Pérez García

Desde hace una semana se sabía el giro que daría el Tribunal Constitucional con relación al Habeas Corpus presentado en favor de Keiko Fujimori. Hace una semana se sabía que el magistrado Carlos Ramos había inclinado la balanza dando el necesario cuarto voto que significaría la libertad de la lideresa de Fuerza Popular.

Hace una semana la sospecha se fue volviendo certeza cuando el ponente de la causa, el titular del TC, Ernesto Blume decidió no considerar los dichos de Jorge Yoshiyama, quien sindicaba a Keiko Fujimori como responsable de recibir el dinero ilegal entregado por Odebrecht. Mucho menos pensó en considerar las declaraciones de Dionisio Romero, Vito Rodríguez y otros empresarios que contaban como los dólares desfilaban en efectivo por los ojos de la excongresista. Nada de eso ha importado.

Nada de eso ha sido significativo para un tribunal que hace tiempo ha dado muestras de cuestionable parcialidad, de cercanía con un personaje político que se ha encargado de denostar contra la inteligencia de los peruanos, contra el sentido de las organizaciones y las ha utilizado para beneficio propio y de sus allegados.

No le ha bastado a Keiko Fujimori y sus partidarios generar una crisis política sin antecedentes, sino que ahora -por razones inciertas y poco conocidas- ha logrado poner de su lado al máximo tribunal de justicia del país, que según su presidente considera que “la justicia mediática no es justicia”. De nada valieron para el señor Blume que al menos tres instancias del Poder Judicial hayan dictaminado razones suficientes para que la señora Fujimori pase a prisión preventiva (ya sea de 18 o 36 meses) pues existen indicios que demuestran que la lideresa del partido naranja dirigía una organización que “pitufeaba” dinero y en el camino para evadir la justicia se encargaba de obstruirla desde sus puestos de poder.

La lectura política

Es sintomático que esta resolución del TC se diera justo a dos meses de un proceso electoral que busca conformar un nuevo congreso. Una elección donde el fujimorismo llega diezmado, recurriendo a sus viejos alfiles que unidos al mandato imperativo del jefe Alberto se ha alineado para rescatar al fujimorismo duro de la nebulosa en la que becerriles, bartras, betetas, vilcatomas y otros llevaron al partido naranja.

Una carta inició el llamado desde la Diroes. Una respuesta fue la confirmación desde Chorrillos. Luego vendría el regreso de Martha Chávez para liderar la lista, expectorando a Solidaridad Nacional a aquellos que no eran albertistas puros y duros. Más adelante, el show del esposo en una dudosa huelga de hambre y el silencio sepulcral de Keiko frente al fiscal.

Esta decisión del TC termina de sellar un proceso iniciado post disolución del Congreso. Reunifica a las fuerzas dispersas centradas en esa amalgama extraña llamada “la resistencia” y que hoy seguro ve con fervor como Keiko Fujimori regresa fortalecida, amparada bajo el manto protector de Luz Salgado quien agradece en cada tuit, en cada entrevista “a Dios, a la justicia” por tomar “el camino correcto y no del odio”.

Es sintomático, decíamos, que esta decisión ocurra en un momento tan importante de la coyuntura política. ¿Cuál será el uso político electorero que le dará el fujimorismo a este retorno casi triunfal de Fujimori? Es algo que solo el fujimorismo deberá procesar.

Lo cierto que la decisión deja muchas dudas, por más que el señor Blume diga que en su decisión “no han absuelto ni condenado” a Keiko Fujimori, lo cierto es que le dan un mensaje a todo el país: No importa si recibiste dinero ilícito o no declarado y lo “pitufeaste”, no importa si mientes en las justificaciones, no importa si mientes u obstruyes a la justicia. No importa, solo interesa el “debido proceso” de acuerdo a sus intereses.

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