Gamarra: ¿un emporio pasado de moda?
Alejandra Dinegro Martinez
Gamarra es una escuela, una universidad, en la que se forma a los micro y pequeños empresarios del mañana. Así lo describe un añejo fundador del denominado emporio comercial textil más grande de Latinoamérica, que 60 años atrás -gracias al flujo migratorio interno de nuestro país-nuestra capital vio nacer en el distrito de La Victoria, al mayor referente del ingenio y la perseverancia provinciana de estos últimos años.
Sus orígenes responden a etapas-que personalmente-considero representativas y que responden a su conformación. Considero cuatro: Nacimiento del distrito de La Victoria, La Parada, la “zona textil” y finalmente, la etapa de las Galerías. El nacimiento del distrito se da en paralelo al surgimiento de las primeras fabricaciones de productos sintéticos de la rama textil. Tras construirse el Mercado Mayorista y Minorista de Lima, en las tierras de la familia Cánepa en 1945, la zona fue apodada “La Parada”, pues conectaba a miles de visitantes provincianos que arribaron a Lima, tras la ola migratoria. Es aquí donde se empieza a gestar un movimiento comercial sin precedentes. La Zona textil surge tras la instalación de tiendas comerciales de telas pertenecientes a familias árabes. Convirtiéndose en proveedores de los ya comerciantes interprovinciales. A finales de los años 50, se impuso el comercio textil en la zona y proliferaron los talleres de confección que respondieron a un mercado desatendido por la moda (los viajeros provincianos). Finalmente, la era de las Galerías se da a partir de 1972, gracias a una resolución de alcaldía que permitió zonificar el lugar y la visión de los empresarios fue ingresar al segmento inmobiliario. Nada mal, para quienes no gozaban de formación empresarial, pero si nacieron con el talento para los negocios.
Es a partir de 1999, cuando Gamarra ingresa a la escena pública y se consolida como el centro empresarial de producción textil más grande del país e incluso de Latinoamérica.
Fueron años de oro, donde tan sólo el metro cuadrado de una galería cuesta, hasta el día de hoy, entre 8 mil y 10 mil dólares. El imperio de la moda acogía en sus años mozos a visitantes extranjeros de Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y hasta de Brasil, quienes viajaban especialmente al corazón de Gamarra y llevarse en camiones, productos nacionales de calidad, creativos y a buen precio.
Dicen que nada dura para siempre, y tal parece ser que esa maldición alcanzó a los microempresarios del emporio. Gamarra pudo convertirse en el más grande polo confeccionista del mundo. ¿Qué pudo frenar ello?
A partir del año 2013, el mundo de Gamarra, empieza a entrar en un callejón oscuro. Pero es en el año 2015, cuando empieza, lo que ellos llaman, la crisis. A mediados del año 2015, el 40% de la ropa que se vendían en las galerías y calles aledañas del emporio, provenía de China. El 50% de las confecciones eran hechas con tela del país asiático. Máquinas, talleres, y mostradores empezaron a quedarse vacíos ante la inminente “invasión china”.
Ello fue producto a una resolución emitida por Indecopi que eliminó las medidas antidumping. En simple, se bajó los aranceles (impuestos) a los productos chinos, lo cual permitía ingresar mucha ropa asiática a muy bajo precio. Se inició desde ahí una etapa de competitividad desigual y desleal con relación a la producción nacional.
Gamarra aporta a las arcas del Estado, según cifras del 2015, más de 200 millones de soles al año, por pago de impuestos, genera más de 50 mil puestos de trabajo pero lamentablemente la informalidad, la reducción de las exportaciones, los nuevos Malls comerciales, el anclamiento de mafias delincuenciales y la ausencia de un socio estratégico (que bien podría ser el Estado), han ido apagando la voz de un gigante.
En Gamarra, no hay día que no se trabaje, más aún cuando 5 mil negocios desaparecen al año, según un reportaje de El Comercio en setiembre del 2016. Lo que ha llevado a muchos empresarios a tomar las calles y acrecentar la existencia de cientos de ambulantes que conviven en medio de cientos de auto empleados que no perciben los beneficios de la formalidad, sino todo lo contrario.
Considero importante volver a abrir el debate partiendo por el paradigma de la sociedad del trabajo que fue sepultada por la sociedad del consumo y acrecentó su existencia a la implantación de un orden globalizante conocido como neoliberalismo. La ética el trabajo se dejó de lado y se suplantó por una ética hedonista e individualista, cuyo mayor ejemplo es el discurso del emprendedurismo y el individuo responsable de sí mismo, como centros para entender a la sociedad. Error.
Gamarra y las diversas ramas micro empresariales del país, han sabido hacer frente a la crisis de la inflación, a la dictadura fujimorista, al terrorismo y muchas otras más. Esta breve recesión debe remecer también la organización interna de sus empresarios, pero también debe ser una jalada de orejas para las autoridades que se desentienden de sus responsabilidades. Los empresarios ya hicieron su trabajo, ahora les toca a las autoridades.
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