Fujimori vs Fujimori. Los errores de la “naranja”

Por: 

Francisco Pérez García

¿Cómo el fujimorismo pasó a convertirse de una de las dinastías políticas más poderosas e influyentes en el país a una agrupación arrasada en las últimas elecciones y con dos de sus principales líderes coqueteando con la prisión? ¿Dónde residen los errores que han llevado a la “fuerza número 1” a dividirse y estar perdiendo el control de manera notoria y actuar de forma errática en cada paso que dan? Una serie de acciones erróneas, promovidas por los enfrentamientos de dos hermanos, dan luces de la situación actual en el movimiento que gobernó el país por 10 años y que puso contra las cuerdas a un ex presidente que tuvo que renunciar antes de ser vacado. 

En noviembre del año 2000, tras la difusión de los vladivideos, la convocatoria a nuevas elecciones, la fuga de Montesinos y la revelación de la corrupción del régimen, Alberto Fujimori renunció por fax desde Japón. A partir de ahí se agudizó la caída del gobierno fujimorista. Incluso Alberto persiguió la impunidad cuando se presentó y fracasó en su intento de postular al senado japonés. 

Asilado en el país del sol naciente, Fujimori estaba blindado de la justicia peruana, apelando a su doble nacionalidad. El imperio japonés no entrega a sus súbditos. Cinco años después, en el 2005, y por recomendaciones de diversos allegados, Alberto Fujimori decide viajar a Chile dejando su espacio protegido. ¿La intención? Entrar a Perú e iniciar una nueva campaña política. 

A la luz de la historia: Este es el primer gran error del fujimorismo en pleno siglo XXI. Chile lo detuvo y tras intensos papeleos fue extraditado a Perú, para ser procesado por los crímenes de La Cantuta y Barrios Altos, además de otros delitos de corrupción (posteriormente el caso “Diarios Chicha” se aumentaría al cuadernillo de extradición).

Una vez llegado a Perú, fue trasladado a la DIROES, lugar que fue su prisión habitual (entre constantes idas y venidas a la clínica). La presencia de Alberto en el Perú significaba un fortalecimiento del fujimorismo, basado en el argumento de la persecución política. El “líder” histórico y supremo de los naranjas estaba aquí -preso, pero estaba- para iniciar la lucha por recuperar el poder. Dos años después, fue sentenciado a 25 años de prisión. 

Keiko: La Heredera. 

El 2006, con el líder preso el fujimorismo apostó por una cara conocida para las elecciones presidenciales. La cara de la llamada “ala dura”, era Martha Chávez. Contra todo pronóstico, Keiko aceptó postular al Congreso y fue ahí donde se centró la campaña para que la hija del reo ingrese al Parlamento, cosa que logró. 

En el 2011, ya con Fuerza 2011 (semilla de Fuerza Popular), con la “K” en el logo, Keiko asume la batuta, acompañada de Kenji y postula a la presidencia en dos oportunidades. Tanto en el 2011 como en el 2016, Keiko queda a pocos metros de Palacio, en la segunda vuelta perdiendo contra Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuzcynski, respectivamente. Mientras, Kenji se ubicaba en las dos elecciones como el congresista fujimorista más votado. 

Y aquí radica otro error de los Fujimori. Keiko decide para la campaña del 2016, alejarse de la visión del “ala dura”, aparta a Martha Chávez, Carmen Lozada, Luisa Cuculiza y otros rostros “albertistas”, para darle un “aire” al fujimorismo y conquistar a los liberales de centro derecha que veían con mejores ojos a otras opciones. Esta decisión, sumada al famoso discurso de Harvard, donde saludaba el informe de la Comisión de la Verdad y donde “renunciaba” a usar su poder político para beneficiar a cualquier familia, fue la clarinada que desató la “guerra” entre los hermanos más mediáticos del fujimorismo. 

Para Kenji, esta opción era alejarse del objetivo primordial: Buscar la liberación de Alberto por la vía del indulto. Sacarlo libre de culpas. A estas alturas Kenji se aleja de la campaña y empieza a manejarse por su cuenta, lejos de la sombra de Keiko y asume la bandera del hijo que busca -como sea- liberar a su padre, conquistando así al “ala dura”. 

La “Guerra civil” naranja

Perdida la contienda electoral, Kenji empezó a manejar su propia agenda: la libertad de Alberto. Se acercó peligrosamente a PPK, empezó a establecer relaciones casi paternales con el presidente. Mientras la bancada fujimorista se debatía en un combate silencioso entre los parlamentarios “keikistas” y los “kenjistas”, estos últimos en su mayoría representantes de regiones. 

Cada paso que daba la bancada fujimorista era criticado por Kenji, quien marcaba distancias coherentes. Fue Kenji uno de los primeros en poner bajo los reflectores a Pier Figari y Ana Hertz, los hoy presos asesores de Keiko y de la autodenominada “banKada”.
El punto de quiebre llegó durante el primer pedido de vacancia contra PPK, promovido por el Frente Amplio y respaldado ampliamente por los fujimoristas, apristas y partes de otras agrupaciones. La batalla final de este espacio, se dio durante la votación. Llamadas iban y venían, las escenas de la televisión mostraban a Miki Torres y Héctor Becerril peleando airadamente con Kenji. 

La vacancia de PPK, implicado en el caso “LavaJato” se veía venir. Pero nadie calculó lo que ocurrió en el pleno aquel 17 de diciembre. En pleno debate, trascendió que se estaba cocinando el indulto a Fujimori. Luego. un grupo de legisladores fujimoristas votó en contra de la vacancia. La fortaleza de los 72 votos naranjas, se desarmó. PPK era salvado por Kenji y 12 legisladores más que se hicieron llamar los “Avengers”, emulando a conocidos súper héroes de las historietas y el cine. 

La guerra, era declarada.

El indulto y los “Mamani audios”. 

Siete días después de la salvación, PPK agradeció el gesto e indultó -en plena Nochebuena- a Alberto. El exdictador pasaría la Navidad, internado (para variar) en una clínica, pero en libertad. Inmediatamente se empezó a hablar del negociado, el canje indulto por no vacancia. Sin pruebas sobre el intercambio, no había mucho que hacer. 

A inicios de año, una serie de videos y audios presentados por el hoy presidente del Congreso, Daniel Salaverry, revelaron que un grupo de “kenjistas” había negociado votos a cambio de favores políticos. Guillermo Bocángel, Bienvenido Ramírez y el mismo Kenji aparecían ofreciendo a un desconocido congresista puneño dádivas para votar en contra de la vacancia. El desconocido saltó a la fama, Moisés Mamani, fue el hombre elegido por los “keikistas” para sembrarle la trampa a Kenji y sus aliados. Incluso se llevaron en la avalancha al exministro Bruno Giuffra y al ex abogado de PPK, Alberto Borea. 

Por ello, la mayoría fujimorista pidió la cabeza de Kenji y los “avengers” implicados en los videos. Semanas después, PPK caía en su laberinto de mentiras por el caso “LavaJato” y tuvo que renunciar. Mientras el fujimorismo, por órdenes de Keiko, Figari, y Vega se aprestaba a darle la estocada final a Kenji: lo desaforaron y lo dejaron fuera del Congreso. 

Kenji, con la sangre en el ojo, amenazó con contar TODO lo que sabía sobre los aportes a Fuerza Popular. Al final, una cortina de humo. Aparentemente nunca dijo nada. Aunque algunas versiones opinan lo contario y que Kenji algo habría dicho. 
Anulación del indulto, Alberto y Keiko a prisión.

La guerra civil entre los hermanos Fujimori había producido un tremendo forado en el fujimorismo. La negociación del indulto fue demostrada y esos videos grabados por Mamani, y organizados por los cercanos a Keiko, sirvieron de instrumentos para que los familiares de las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos, sustentaran ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) que el indulto era irregular. 

La Corte emitió una sentencia donde exigía al Estado Peruano que revise el pedido de los familiares y vea si se cumplió o no con los requisitos necesarios para un indulto humanitario. La sentencia de la sala Penal anuló el indulto. Alberto recayó y volvió a la clínica, mientras la policía aún espera que se “recupere” para que vuelva a la DIROES. 

En concreto, la anulación del indulto fue “gracias” a los videos que Keiko y sus allegados mandaron grabar a Mamani. El pueblo “albertista” estaba molesto con Keiko Fujimori, esto le pasó factura en las elecciones regionales y municipales y en las encuestas donde su desaprobación ha alcanzado niveles máximos. 

Mientras eso pasaba, el caso de los “Cuellos Blancos del Puerto” identificaba cada vez más a la “Señora K” como Keiko Fujimori y establecía su relación con el fugado exmagistrado César Hinostroza, sindicado como jefe de la organización criminal. El empresario Antonio Camayo se sometió a la colaboración eficaz y empezó a hablar. 

Mientras, de forma paralela, el caso “Cocteles” investigado por el fiscal José Domingo Pérez agregaba más indicios que determinaban la existencia de una organización criminal al interior de Fuerza Popular que perpetró una serie de acciones para el lavado de dinero ingresado de forma irregular, gracias al famoso “Aumentar Keiko para 500” de Marcelo Odebrecht. 

Con esos indicios, hace más de una semana, mientras Keiko iba a brindar una declaración en el proceso que se le sigue, fue arrestada por un pedido del fiscal Pérez y ratificado por el juez Richard Concepción Carhuancho. Todo parece indicar que luego vendrá el pedido de prisión preventiva, la fiscalía asegura tener un caso armado. Mientras eso pase, Keiko puede permanecer en prisión, igual que su padre. 

El fujimorismo está herido. Y todo se debe a la serie de errores que iniciaron desde la llegada de Alberto a Chile y que culminan con una “sacada de ojos” que tiene al fundador y a la heredera del fujimorismo privados de su libertad y con una cantidad de seguidores que responsabiliza a Keiko por la caída de su líder histórico. 

 

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