Estúpidamente arrogante
Baldo Kresalja R.
Sobre el tema de los medios de comunicación
El miércoles 21 de noviembre de 2013, el director del diario “El Comercio”, Fritz Du Bois, en el programa televisivo –de intrigante nombre- “No culpes a la noche” de la periodista Milagros Leiva, transmitido por el canal de cable “N”, pertenecientes ambos medios a la familia Miró Quesada, cuando le preguntaron sobre la relación –sin indicar de qué tipo o clase- del Presidente Ollanta Humala con los medios de comunicación, contestó que “en el Perú, donde no tenemos instituciones ni partidos políticos, el periodismo es fundamental. Es la única manera que tenemos para fiscalizar los poderes del Estado”. Agregó, no cándidamente por supuesto, que los medios “no somos más que intermediarios entre el poder y la población”.
Comencemos por lo elemental. En el Perú existen instituciones y partidos políticos. Por ejemplo, el Banco Central de Reserva es una institución que según la opinión especializada más extendida funciona aceptablemente bien. Lo mismo puede decirse de otras, como el Indecopi, la Defensoría, la Universidad Cayetano Heredia, algunos gobiernos regionales y municipales, y un largo etcétera. Lo que resulta cierto es que hay profundos desniveles entre las instituciones que funcionan bien o relativamente bien y las muchas otras que lo hacen mal, que no cumplen la función para la que fueron creadas. Y en muchos casos, instituciones claves para la vida cotidiana, como la policía y los hospitales generan más críticas que halagos. Es falso pues decir que en el Perú no existen instituciones, pues las hay de diverso tipo y grado de eficacia. Quizá lo que quiso decir el Director del diario, pero que no dijo, es que algunas de nuestras instituciones de representación política, el sistema electoral y la organización del Estado están mal estructuradas. Pero la afirmación del Director es demagógica y subversiva, en el sentido de antirrepublicana.
En el Perú existen partidos políticos, ello puede apreciarse a la luz de las recientes elecciones municipales en Lima. Lo que es cierto es que están debilitados si son juzgados bajo los estándares o parámetros tradicionales. Pero existen y hay gente interesada en los asuntos públicos, pocos en número es cierto, pero existentes, que buscan llevar ideas y programas y exponerlos en diversos foros y medios. Deberían ser alentados en su empeño, porque luchan contra una opinión pública muy fragmentada y alejada de la defensa de intereses comunes de largo plazo, lo que se ha hecho más visible por las mejoras económicas, el dinero ilícito fruto del narcotráfico y la extendida corrupción, y en no poca medida por el “mensaje” de los medios, tan encanallados en la basura informativa, en sus pregonados paradigmas de “éxito” y sus desbocados afanes de lucro. La afirmación del Director del diario El Comercio es también en este caso falsa, pero además airea su ideario fundamentalista y su tufo fascistoide.
No hay afirmación más arrogante que señalar, como lo ha hecho el Director del que venimos tratando, que los medios de comunicación son sólo “intermediarios entre el poder y la población”. Bueno, si quien controla una parte sustantiva de los medios (escritos y televisivos) y de la publicidad se cree intermediario de la población hay que decirle directamente que está equivocado. Más bien, será la familia propietaria la que desea ser sólo ella o casi sólo ella la que intermedie con el poder. Me imagino que lo buscará con el poder político y económico, encubriendo que ella ya es, además, un gran poder económico. Me parece obvio que el poder económico que ese grupo de diarios y TV representa quiere controlar al Estado alegando que representa a la población.
Y nos preguntamos ¿a cuál parte de ella, a la que lee sus diarios, a la campesina, o más bien a los intereses que publicitan? Algunos de estos últimos representantes de esa bandera nunca amiga de la estrella solitaria, estandarte de empresas que se enriquecieron bajo el gobierno de Pinochet y que ahora dominan parte importante de nuestra economía. Todo ello muy celebrado por el que fuera importante asesor del gobierno de Fujimori, el más corrupto de nuestra historia. Aparecen antiguas relaciones, parecidas convivencias, medias verdades y el control en la formación de la opinión pública. Todo ahora muy concertado y callado por tantos que se dicen creer en la democracia y en el bienestar de la república.
Como bien dice Jorge Secada (Diario 16, 24.11.13), la deliberación política es asunto complejo, pues con ella buscamos determinar lo que queremos ser, y ello obliga a un diálogo abierto que busca imaginar y realizar ese Perú futuro de todas nuestras sangres. Y la concentración y propiedad cruzada en los medios, más allá de la prohibición constitucional, no ayuda nada para lograrlo.
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