Entre Apus y Chullachaquis: la Cultura Amazónica peruana en el siglo XXI

Por: 

Róger Rumrrill

Las caudalosas migraciones de pobladores andinos que han descendido desde fines del siglo XX y principios del siglo XXI sobre todo a la Alta Amazonía de San Martín y a Madre de Dios, en el sur amazónico, además de los que bajaron a las áreas amazónicas desde Junín y Pasco (la Selva Central) y de otras regiones andinas están reconfigurando la cultura amazónica peruana tanto en el habla popular, la culinaria, la política, la economía e incluso en el biotipo humano. Hay un cambio en el rostro y el alma del poblador amazónico principalmente de la Alta Amazonía.

Es decir, la histórica y ancestral desconfianza y hostilidad entre andinos y amazónicos, principalmente con las nuevas generaciones de origen andino que nacen en la Amazonía, está transformándose en una alianza y en un sincretismo cultural: los Apus andinos se están dando de abrazos con los Chullachaquis amazónicos, los protectores de la naturaleza.

Esta hostilidad muy antigua empieza a diluirse. En su ensayo titulado “Incas y Amazónicos. Antagonismo étnico ancestral”, el notable arqueólogo e historiador peruano Federico Kauffmann Doig, escribe: “La palabra chuncho era el nombre que los cordilleranos del Incario empleaban para referirse despectivamente a los pobladores amazónicos; este término subsiste en la actualidad, siempre con carácter discriminatorio. Atendiendo a la denominación referida, así como a testimonios históricos varios, se concluye que en el Incario se consideraba a los amazónicos portadores de una cultura inferior, por ser ésta menos compleja o por lo menos diferente que la exhibida por los Incas cordilleranos. Es posible que la asignación de un status cultural inferior al poblador amazónico provenga de tiempos pre Incas remotos”.

En el mismo ensayo, Kauffmann señala que este mayor desarrollo cultural de los Incas es, posiblemente, el reto y el desafío de vencer las dificultades naturales y de toda índole para construir una cultura, una nación, una civilización. Coincidiendo con la tesis del reto de la historia del famoso historiados inglés, Arnold Toynbee. 

Esta teoría cíclica de Toynbee afirma que las civilizaciones son el resultado de la respuesta de un grupo humano a los desafíos que sufre, ya sean naturales o sociales. De acuerdo a esta teoría, una civilización crece y prospera cuando su respuesta a un desafío no solo tiene éxito, sino que estimula una nueva serie de desafíos. Entonces, al aceptar el reto de la historia, como en el caso del Imperio Incaico e incluso de las culturas preincas, se crea y se construye un imperio y una civilización con logros en todos los campos: arquitectura, sistemas productivos, ciencia y conocimiento, organización social y política.

Sin embargo, esta imagen desvalorizada que los Incas tuvieron de los pueblos del Antisuyo, sobre los pueblos indígenas amazónicos y que el Perú hipercentralista y eurocéntrico tiene de la Amazonía incluso actualmente (el Amauta José Carlos Mariátegui escribió en “Los 7 ensayos…”  “que la Amazonía es un espacio colonial del Estado peruano) no se condice con la realidad y la cultura de los indígenas amazónicos. No construyeron monumentos de piedra, andenes ni canales para el uso del agua porque el medio donde vivían no les permitía y porque además eran innecesarios.

Pero a través de los milenios, dialogando con la Madre Naturaleza, con su concepción cosmocéntrica de la vida que hoy día asombra a la ciencia, elaboraron y crearon saberes, prácticas, conocimientos, cosmologías y cosmovisiones que ahora, en el contexto del  colapso civilizatorio ocasionado por el coronavirus y la crisis del sistema y el cambio climático, son el mejor y más sabio paradigma y la utopía social como destino para un nuevo pacto con la naturaleza, la única vía de sobrevivencia de la especie humana en el planeta Tierra.

Los Andes y la Amazonía a través de la historia

El antropólogo cusqueño Óscar Paredes Pando, autor imprescindible en el estudio de las relaciones andino-amazónicas sobre todo en la región sur del país, afirma que hace aproximadamente veinte mil años existe una relación social y cultural de las poblaciones asentadas en la Amazonía occidental y los Andes Orientales. El mismo autor señala que uno de los puntos de encuentro fue el Alto Acre (Brasil) y Madre de Dios en el Perú.

Esta relación, asimétrica y prejuiciosa por parte de los Incas, “esta otredad amazónica”, como lo define la estudiosa Ana Molina Campodónico en su excelente estudio sobre la poesía amazónica “La búsqueda de la voz propia”, no impidió sin embargo un frecuente intercambio de bienes naturales:  plumas, plantas medicinales, madera y carne por parte de los pueblos amazónicos-los Harakmbut y los Ese Éje de Madre de Dios y herramientas de metal del lado incaico. De acuerdo a los historiadores, la sal era el producto más valioso del intercambio andino-amazónico. 

En el año 1438 estalla la gran rebelión de los Chancas y Pocras contra el Imperio Incaico. La historiadora María Rostoroswki afirma que este fue el momento más crucial para el imperio. Porque los Pocras y Chancas estuvieron a punto de tomar el Cusco. Pero finalmente el ejército imperial derrotó a las fuerzas aliadas de pocras y chancas que huyeron hacia la Alta Amazonía. Fue tan importante y decisivo ese triunfo imperial celebrado por los haravicus incas, que a partir de esa victoria el Imperio Incaico alcanzó su mayor consolidación y expansión en América del Sur bajo el mando del Inca Pachacútec.