El rito del Presupuesto
Carlos Bedoya
Como cada noviembre, el Congreso Peruano se dispone a aprobar el Presupuesto Público del año siguiente en una especie de ritual cada vez más decadente en el que el titular de Economía y Finanzas raya la cancha, mientras que los congresistas mendigan por una obrita -aquí o allá- según su localidad de procedencia.
Esa relación se da con la mayor parte de la representación nacional sin importar la bancada que integren. El gran poder del MEF, que ya tiene dos décadas de vigencia, se ha incrementado sustancialmente en el periodo de Humala. Porque si bien, Fujimori, Toledo y García II entregaron el MEF a la tecnocracia neoliberal, conservaron entre sus partidarios o allegados otras carteras como Educación, Agricultura, Trabajo y Salud, que al menos en el debate presupuestal pujaban por más recursos.
Sin embargo con Humala, el MEF controla también esos sectores. Para nadie es un secreto que ministros como Saavedra, Von Hesse, Laos y de Habich responden a Castilla. Y esa es precisamente la característica central del continuismo de Humala. El cuarto piso del edificio neoliberal se entiende como “la dictadura del MEF”.
En plena Comisión de Presupuesto y Cuenta General de la República, Castilla se encargó de advertir que todos los añadidos se iban a estudiar y no había nada garantizado. Ya sabemos que, aunque el Congreso incluya algo adicional en el presupuesto a condición de aprobarlo, en la ejecución, el “superministerio” lo puede pasar por alto por falta de indicación de fuente de financiamiento, o de autorización, o simplemente decir que no hay recursos.
A Castilla no le gusta que le cambien casi nada de su presupuesto. Cuando la congresista de Gana Perú, Marisol Espinoza, siendo presidenta de la mencionada Comisión promovió un cambio sustancial en lo que el MEF asignaba a la deuda social del Estado con los trabajadores estatales, Castilla se mostró en desacuerdo con el monto asignado. Este fue el primer choque de Espinoza con el ministro. Fue Daniel Abugattás, entonces Presidente del Congreso, quien medió para que el cambio de Espinoza pase. Desde entonces Castilla se aseguró de que dicha comisión no caiga en manos de algún parlamentario que no pueda controlar. Y así fue. Ni Espinoza ni Abugattás volvieron a pisar esa comisión, ni siquiera de accesitarios.
Se sabe, además, que el MEF tiene su propia bancada, integrada no solo por congresistas del oficialismo, sino también por los que se llaman de oposición. Por eso, el debate y las contradicciones políticas que más pesan en el Congreso pasan por cualquier cosa menos por temas de fondo como el presupuesto público.
Presupuesto de vacas flacas
En el presupuesto 2014, el PIA crece en 10 mil millones de soles respecto del 2013 (9.7 por ciento adicional en términos corrientes), lo que no ha alcanzado para encajonar nada en el fondo de tesorería del MEF, salvo la clásica Reserva de Contingencia que para el próximo año se mantiene por encima de los 4 mil 500 millones de soles. Hemos podido ir tranquilamente al déficit fiscal que permite las reglas macroeconómicas multianuales, a fin de estimular la economía en un momento clave para el relanzamiento productivo del país.
Solo queda en el discurso presidencial la idea de industrializar al Perú como salida a los efectos de la crisis internacional. No hay un correlato de esa apuesta en el principal instrumento de gestión pública que es el presupuesto.
En lo que respecta a inclusión social, todo lo que va a los programas sociales bandera como Juntos, Pensión 65, Proempleo, Trabaja Perú, Qali Warma, Cuna Más, entre otros, casi no ha subido sustancialmente en términos reales y se mantiene por debajo del 1% del PBI.
Lo mismo ocurre con dos funciones presupuestales claves como Educación y Salud, que si bien presentan un incremento nominal, los porcentajes respecto del PBI se mantienen. En Educación no se cumple el compromiso de elevar el presupuesto 0.5% del PBI año a año. A pesar que se ha establecido que un nivel óptimo en la función educación es de 6% del PBI, unos 36 mil millones de soles, el presupuesto que hoy no llega ni a la mitad de ese monto.
Como vemos, el presupuesto público sigue con la misma inercia de siempre y el total control del MEF, tanto en su formulación como en su ejecución. Hace rato que el país necesita que el gasto y la inversión se programen por una institución de planeamiento y no por el cajero.
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