El color del cielo

Por: 

Vicente Otta R.

Panza de burro pintó Sebastián Salazar Bondi al cielo de esta ciudad capital en su libro, Lima la horrible. Mas hubo un tiempo en que se coloreo de rojo, incluso rojo bermellón. Como algunas veces los atardeceres limeños dejan ver en el poniente.

En la década del 80 estos colores inundaron los cielos de todo el Perú. La izquierda no ponía esta tonalidad desde hacía 50 años, cuando Mariátegui y la revista Amauta colorearon todo el continente.

La notable película de Pancho Adrianzén en sus dos horas y veinte minutos nos hace revivir de manera intensa lo vivido en los años, setenta, ochenta y noventa que pasan por nuestros ojos provocando arritmia en los corazones.

Militantes gremiales y políticos, campesinos y urbanos, las organizaciones y movilizaciones multitudinarias agitando banderas, consignas y puños en alto, apuntaban el cielo que se quería tomar por asalto.

Si existió un momento en el siglo XX que el cielo pudo haberse asaltado fueron esos años.

…” El pueblo unido jamás será vencido (bis)…

De pie marchad que vamos a triunfar

avanzan ya banderas de unidad

y tú vendrás marchando junto a mí

y así verás tu canto y tu bandera

florecer, la luz de un rojo amanecer

anuncian ya la vida que vendrá…”

Después de la ruptura de ARI lo rescatable que quedó fue el triunfo municipal de Lima, el Vaso de Leche y la buena gestión municipal de Alfonso Barrantes.

No se tomó el cielo por asalto, se ganó el municipio de Lima y los niños tomaron leche.

Los dirigentes representativos de esos años desfilan por el ecran expresando opiniones sobre las situaciones políticas del periodo, en particular tratando de explicar lo inexplicable: ¿por qué se rompió ARI, por qué si el pueblo necesitaba y quería la unidad de todas las fuerzas socialistas para afirmar el camino de la revolución popular, se rompió en mil pedazos?

Un manan mezquino y traidor derrumbó los sueños y produjo la derrota popular

Explicaciones varias, unas más sesudas que otras van presentando los dirigentes de la izquierda de ese periodo. Ante la película desfilan cual diván del psicoanalista manifestando sus traumas y fobias, y como en el psicoanálisis no afloran las pulsiones más hondas, los sentimientos más íntimos.

Para expresar los más íntimos y profundos recuerdos y emociones tendrían que haber convocado a una asamblea popular, lo más concurrida posible, y con el violín de Máximo Damián y el charango de Jaime Guardia, y la imagen protectora severa pero tierna de José Maria Arguedas, se hubiese producido el canto desgarrador, el llanto de vergüenza y culpa, y luego la danza de sanación.

De las palabras dichas por los dirigentes a la cámara, los iniciados pueden extraer con pinzas algunos mensajes autocríticos, no muy claros ni contundentes.

Hugo Blanco con empatía no exenta de tono ladino hace la mención más explícita sobre la causa de la debacle: Hubo dos exigencias por demás sectarias y hegemonistas, se dan en los cupos de las listas parlamentarias de Ancash y Lima; esto produjo un impase insuperable y ARI se transformó en MANAN y caminamos a la deriva desde entonces.

La autocrítica sincera, honesta y sin cortapisas está por hacerse, El Color del Cielo, la excelente película de Pancho Adrianzen es un honesto aporte a este proceso autocrítico que sigue pendiente.

Abisen a los compañeros, ir a verla en grupo de viejos amigos o con nuestros hijos. Charla y tertulia con nostalgia de vida intensa, bien trajinada.

Nadie nos quita lo vivido y luchado, cantado y bailado. Gracias Pancho