El caos perfecto

Por: 

Víctor Caballero Martin

Todo hace pensar que la competición de cuatro listas para la Mesa Directiva del Congreso tiene como objetivo que ninguna lista gane en primera vuelta para imponer una negociación para la segunda vuelta. ¿Pero, qué es lo que van a negociar las listas con menores opciones? No es un puesto en la Mesa Directiva porque no habrá cambios entre las dos listas ganadoras. Lo que se negociará, sin duda, son las comisiones del Congreso.

Así, por ejemplo: el fujimorismo va a querer seguir controlando la Comisión de Fiscalización; APP querrá seguir con la presidencia de la subcomisión de Acusaciones Constitucionales. Sobre las otras comisiones claves como: Presupuesto – Ética – Educación, entre otros, serán sin duda, las cuotas de negociación para decidir el voto. Va a depender de los ofrecimientos para que las bancadas decidan su voto por una u otra lista. 

Una cosa si queda claro: las opciones de la bancada de Perú Libre y la Bancada Magisterial quedarán definitivamente fuera de juego.

Ahora bien, la pelea de fondo sigue siendo quién va a reemplazar a Pedro Castillo, porque van a persistir en la vacancia presidencial. En tal sentido las bancadas opositoras han firmado un acuerdo alucinante: en caso se logre los votos para vacar a Castillo, la mesa directiva renunciará para elegir una nueva Mesa Directiva y el presidente (o presidenta) que reemplazará a Castillo. 

Ese acuerdo, por supuesto no garantiza nada. Corrección: va a garantizar que el desmadre al interior de las bancadas va a ser peor, que ante la ambición de reemplazar a Pedro Castillo las pugnas dentro de esa eventual alianza se va a intensificar.

Así que, para este periodo legislativo 2022 – 2023 el desmadre está asegurado: no van a legislar pensando en el país ni en el bien común, sino quién será el presidente de la República, quién será el nuevo presidente de la Mesa Directiva del Congreso (y posible reemplazante del presidente de la República vacado); cómo se repartirán las nuevas comisiones, y así, en espiral hasta el infinito.

Ya no sabemos qué es peor: ¿el gobierno de Castillo? ¿el Congreso? ¿ambos?

En todo caso, queda evidenciado que estamos ya dentro de un caos perfecto.