El bajón de Castañeda Lossio
Luis Castañeda Lossio se ha empeñado en traerse abajo todo lo que pudo haber avanzado Susana Villarán en la alcaldía de Lima y no le está yendo nada bien. Las últimas encuestas muestran una caída de 14 puntos en su aceptación y su desaprobación se incrementó de 13% a 35%, según la consultora Gfk.
El líder de Solidaridad inició su gestión de manera agresiva en contra del trabajo que había dejado Villarán. Una de las primeras medidas que tomó, y que generó polémica, fue el borrado de los murales en el centro de Lima para reemplazarlos por paredes de color amarillo.
No sólo se afectó el trabajo realizado por artistas populares, sino que en el afán por justificar esta medida se llegó a la mentira cuando se dijo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) había pedido que se borren esas pinturas artísticas. La Unesco no tardó mucho en realizar un desmentido público que puso al descubierto la patraña y dejó el borrado de los murales como un acto de abuso contra la ciudad misma.
Pero Castañeda ni el equipo que lo acompaña se dio cuenta que su gestión no sintonizaba con una población limeña que tras el intento de revocatoria a Villarán asumió un rol más fiscalizador con las autoridades locales.
Los limeños esperaban que Castañeda asuma una gestión con marcada eficiencia y que mejore lo que hizo su antecesora, sin embargo, en lugar de mejorar sobre lo ya avanzado se propuso destruir la reforma de transporte emprendida por Villarán.
Cuando la mayoría estaba de acuerdo que esa reforma debía seguir, con algunos cambios o correcciones, Castañeda simplemente la desactivó. De pronto hizo que las combis de Orión vuelvan a las calles de las que habían sido erradicadas con mucho esfuerzo por la gestión anterior y eso no fue bien recibido por la población.
La percepción es que el alcalde de Lima solo quiere anular cualquier obra hecha por Villarán. Se pensaba que ya no habría más sorpresas, pero Castañeda volvió a la carga, al cancelar de buenas a primeras el proyecto ecológico Río Verde y tomar el presupuesto asignado para construir dos pasos a desnivel en la avenida Garcilaso, en el centro de la capital.
Esta acción fue cuestionada por el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, quien dijo que “es mejor tener una obra como Río Verde, que construir dos by pass que después se podrían hacer con otro presupuesto”.
El proyecto Río Verde, es un parque ecológico adyacente al río Rímac, que tiene un enfoque social, porque construye espacios verdes para la ciudad y está concebido como un lugar de encuentro para los vecinos de Lima, especialmente para la tercera edad.
Por si fuera poco el by-pass repentino de Castañeda Lossio no tenía estudio de Impacto Ambiental, estudio de Impacto Vial, certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos, aprobación del Ministerio de Cultura, aprobación del Ministerio de Economía y Finanzas y tampoco aprobación del Consejo Metropolitano.
MÁS CASOS
Todo eso sucedió antes de los primeros 100 días de gestión, pero aún había más. Después de haber cuestionado durante la campaña a Susana Villarán por hacer construcciones en la Costa Verde, el alcalde de Lima no tuvo mejor idea que llenar de rocas la playa de “La Pampilla” para proteger del oleaje el tercer carril de la autopista, afectando directamente a decenas de surfistas, ciclistas y bañistas, que protestaron frente a esta medida.
Ni bien asumió la alcaldía, Castañeda se abrió un frente con miles de trabajadores municipales a quienes despidió de manera intempestiva. Con esa medida desaparecieron los inspectores municipales que cumplían el trabajo más peligroso que era el enfrentarse a diario con los transportistas que no están acostumbrados al orden y a la fiscalización.
Ni hablar del enfrentamiento con los artistas que se vieron afectados cuando Castañeda canceló las actividades culturales que Villarán implantó durante su gestión. Durante su campaña el líder de Solidaridad no pudo mostrar el plan que tenía para la ciudad de Lima, y con sus acciones demostró una improvisación que le está pasando la factura.
Pese que ha querido proyectar una imagen de eficiencia, Castañeda se ha forjado una imagen ligada a la corrupción debido al caso Comunicore, del que si bien es cierto fue excluido del proceso, a muy pocos le queda duda de que fue un negocio que por la magnitud del monto tuvo que tener consentimiento de las más altas autoridades de la comuna.
El caso se resume en que la gestión de Luis Castañeda acordó pagar, en un plazo de 10 años, una deuda de 35,9 millones de soles a Relima, que a su vez vendió esa deuda por 14,6 millones a Comunicore. Luego de esa operación, la Municipalidad decidió pagar los 35,9 millones a Comunicore, empresa que desapareció ni bien hizo el cobro. Es decir, obtuvo una ganancia líquida de S/. 21,6 millones de soles en menos de una semana y de eso Castañeda asegura que no sabía nada.
Pese a que está en franca caída, Castañeda no toma acciones concretas para mejorar su imagen ante la población y más bien luce bastante decaído. Lima necesita una autoridad que trabaje al ritmo de una ciudad moderna y hasta ahora el alcalde no aparece.
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