Del Patrón dólar al Patrón Bitcoin
Alejandro Narváez Liceras*
Hace más de tres años, exactamente en noviembre de 2017, escribí un artículo cuyo título era: “Bitcoin: ¿es el dinero del futuro?”. En este momento, si los augurios se confirman, la respuesta sería afirmativa. Estaríamos ante el principio del cambio del sistema monetario internacional y enfrentando a algo inédito, ni más ni menos que a la separación entre el Estado y el dinero. Quizás sea pronto para verlo, pero llegará ese momento. El dinero está impregnado en la sociedad y en la economía global, no obstante, la forma como se crea sigue siendo un misterio para la mayoría de la gente.
La década de 1920 se caracterizó por un fuerte incremento de la masa monetaria generada por la Reserva Federal Americana (FED), lo que dio lugar a la creciente devaluación del dólar, pero la consecuencia más importante es que provocó la burbuja más grande en el mercado inmobiliario y bursátil de los Estados Unidos, causando finalmente la gran depresión de 1929.
En 1932, el presidente F. Roosevelt, para salir de la depresión puso en marcha el New Deal (“Nuevo Acuerdo”) que duro entre 1933 y 1939. Por otro lado, el presidente necesitaba oro para activar la casa de la moneda, para ello dio una orden muy controvertida que obligaba a todos los ciudadanos norteamericanos a vender su oro a la FED a precio fijo o irían a la cárcel. La oferta se extendió por todo el mundo y el oro no paraba de llegar a las arcas de la Reserva Federal. Este periodo se caracterizó por una elevada devaluación del dólar y altas tasas de inflación que fue la antesala de la segunda guerra mundial.
Los acuerdos de Bretton Woods
La guerra devastó casi todas las grandes economías del mundo, excepto la de los Estados Unidos. La gigante industria militar norteamericana emergió como la superpotencia financiera mundial. El dólar se había vuelto la moneda más estable y confiable en el mundo. Muchos países fijaron su moneda en función al dólar. Durante la guerra prácticamente todos los aliados exportaron a los Estados Unidos el oro que tenían en sus reservas, ya que era el único país fuera del terreno de conflicto. Tenían miedo que los alemanes los invadieran y capturaran su preciado metal.
La conferencia de Bretton Woods (New Hampshire, USA) de 1944, promovido principalmente, por los Estados Unidos, estableció las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970. Allí fue donde se fijaron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más ricos del mundo. Uno de los acuerdos más importantes, fue la creación del FMI, entidad encargada de mantener la estabilidad monetaria y facilitar los flujos financieros internacionales en coordinación con los bancos centrales de otros países, contralado principalmente, por los Estados Unidos.
Norteamérica, sería el centro del sistema monetario mundial, los bancos centrales de otras naciones utilizarían el dólar como moneda de reserva global, y sus respectivas divisas serian convertibles a dólares a un tipo de cambio fijo, mientras que el dólar lo sería con el oro a un tipo de cambio fijo. Así fue como el mundo se dolarizó.
50 años del portazo de Nixon a Bretton Woods
Los acuerdos de Bretton Woods funcionaron como estaba previsto más o menos hasta la década de 1960. En ese entonces, debido al gasto ocasionado por la prolongada guerra de Vietnam y al temor de una posible impresión desmesurada de dólares, los países aliados empezaron a perder confianza en los Estados Unidos y empezaron a pedir la devolución del oro que había sido trasferido a la FED durante la guerra. Además, ya las cifras reflejaban que había más dólares circulando que oro disponible. El sistema diseñado en Bretton Woods, había entrado en crisis.
La respuesta del presidente R. Nixon, fue dar el portazo al patrón oro y a Bretton Woods en 1971. De manera unilateral suspendió la convertibilidad del dólar en oro para el público y lo devaluó en 10%. Dos años más tarde, nuevamente devalúa el dólar en 10%, y termina finalmente, con la convertibilidad del billete verde en oro, tanto para gobiernos, como bancos centrales extranjeros. A partir de entonces, el sistema monetario internacional pasó a regirse por un sistema de tipos de cambio de libre flotación, aún vigente.
La histórica decisión del presidente Nixón, dio paso al dinero fiat (del latín hágase o que así sea), basado en la confianza de los agentes económicos en la divisa (sea el dólar, euro, yen, yuan, rublo, sol, etc.) y avalado por el Estado, en vez de estar respaldo por su convertibilidad a oro. Es decir, los bancos centrales pueden crear dinero que deseen sólo basado en la confianza y de acuerdo a las necesidades del Estado. Se estima que el 40% de dólares en circulación en el mundo han sido creados durante crisis del coronavirus, lo que ha provocado un mayor divorcio entre la económica financiera y la economía real.
El patrón Bitcoin
Una de las ideas más disruptivas a las que hemos asistido en los últimos años, ha sido la creación del Bitcoin (BTC), cuya capacidad para cambiar el mundo es tan radical que cuando descubrimos no podemos sino, pararnos a pensar y nos parece algo increíble.
Sin entrar en cuestiones técnicas y adoptando una perspectiva puramente económica, hay que decir, que BTC es dinero digital generado por un software instalado en una red descentralizado de computadoras creado por Satoshi Nakamoto en 2008 (pseudónimo usado por la persona o personas que inventaron el protocolo Bitcoin). Nakamoto también inventó la tecnología blockchain (cadena de bloques) que sirve de soporte para gestionar las operaciones en bitcoins completamente segura y anónimas, descentralizada y fuera del control de los gobiernos. Representa la primera solución realmente digital al problema del dinero.
La creencia de que los recursos son escasos y limitados es una interpretación errónea de la naturaleza de la escasez, sostiene, Saifedean Ammous (2018), concepto clave en el que se basa la economía. La cantidad absoluta de todas las materias primas presentes en la tierra es demasiado elevada como para que los seres humanos lleguemos siquiera a calcularla o comprenderla, y en ningún caso constituye un límite real para lo que podemos generar con ella. El único recurso limitado, y de hecho lo único a lo que resulta válido aplicar el término “recurso”, es el tiempo humano (hasta la creación del bitcoin). Cada persona tiene un tiempo limitado o finito en la tierra, y ésta constituye la única escasez a la que nos enfrentamos como individuos. Todo lo demás es infinito.
Por primera vez, la humanidad recurre a un producto cuya oferta es estrictamente limitada. Independientemente del número de usuarios de la red, del valor que llegue a alcanzar y de los avanzados que sean los equipos empleados para su producción, sólo pueden existir 21 millones de bitcoins. No hay posibilidad técnica de incrementar la oferta para hacer frente al aumento de la demanda. De haber más gente interesada en BTC, la única manera de responder a la demanda consiste en la revalorización de la oferta existente.
Dado que un BTC es igual a 100 millones de satoshis (unidad mínima de medida que se puede utilizar en el sistema Bitcoin), hay margen de sobra para el crecimiento de BTC mediante el uso de unidades cada vez más pequeñas a medida que aumenta su valor y por consiguiente el número de usuarios. Esto crea un nuevo tipo de activo muy apropiado para que desempeñe la función de reserva de valor (mantener capacidad de compra largo del tiempo).
El Bitcoin difiere del dinero fiduciaria (el que se basa en la fe o confianza de los agentes económicos) en varios aspectos clave: es descentralizada, es decir, no depende de ninguna autoridad o banco central, es escaso, pues su oferta se limita a 21 millones de bitcoins y no pueden crearse más, es inembargable, por lo que ninguna autoridad puede quitártela sin tu permiso, es anónima, por lo que puedes hacer transacciones con el sin que nadie te audite, y su comportamiento depende, idealmente, de lo que la mayoría desee. Es decir, permite tener una visión del dinero completamente democratizada que se contrapone al monopolio monetario actual por parte de los Gobiernos. El poder económico en mano de las personas: no hay idea más poderosa que esa. Será algo así, como democratizar la política monetaria.
Las bolsas se rinden al Bitcoin
En diciembre de 2017, el mercado de futuros de Chicago (Chicago Board of Trade) estrenó contratos de Bitcoin. Es el reconocimiento oficial por parte del mayor operador con derivados del mundo de que la moneda virtual ha llegado para quedarse. En abril de este año, el gigante de la banca de inversión Goldman Sachs abrió la alternativa de inversión en futuros de Bitcoin a los ejecutivos de Wall Street. Operadores de Nasdaq también están cada vez más animados en ofrecer opciones de compra de BTC. El hecho de que el Bitcoin haya logrado la aprobación de los reguladores estadounidenses para cotizar en estos mercados, equivale dar luz verde a su función como un activo financiero más.
El Salvador, el país pionero
El Salvador, un pequeño país centroamericano, de poco más de 6,4 millones de habitantes, se ha convertido en el pionero del mundo en adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal a partir del 7 de setiembre de 2021, como estipula la ley aprobada por su parlamento. Tanto el dólar como el Bitcoin son actualmente divisas oficiales y el tipo de cambio entre ambas monedas lo fija libremente el mercado. Finalmente, a la experiencia de El Salvador, se suma la reciente ley aprobada en Ucrania «Sobre activos Digitales» que facilita el establecimiento legal de los exchanges. “Caminante, no hay camino, se hace camino, al andar”, decía Machado.
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* Es Profesor Principal de Economía Financiera de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
1 Véase en www.alejandronarvaez.com