Daniel Urresti: De héroe a villano en un día
La inscripción de Daniel Urresti como militante del Partido Nacionalista en medio de la aclamación de la portátil oficialista y los abrazos de Nadine Heredia parecía dibujar un escenario distinto. El ministro al que querían callar por sus comentarios en Twitter estaba suelto en plaza y de inmediato lanzó la advertencia contra sus más encarnizados rivales: “No permitiremos que Alan o Keiko lleguen al poder”, dijo, desbordando optimismo.
24 horas después la sonrisa se transformó en preocupación. Pese a que el fiscal Luis Landa hace más de un mes había anunciado que los últimos días de febrero se pronunciaría sobre el caso Hugo Bustíos, el exministro y el propio presidente Ollanta Humala se mostraron “sorprendidos” ante el pedido de 25 años de prisión que solicitó el representante del Ministerio Público para el extitular del Interior por el asesinato del reportero de Caretas en 1988.
En apenas un día Urresti pasó de atacante a atacado. Entonces volvió a lo suyo, al Twitter para responder a sus rivales. Salió con todo, pero esta vez los representantes del fujimorismo y el aprismo decidieron cambiar de táctica y optaron por el repliegue ante la arremetida. Increíblemente limitaron sus cuestionamientos y dejaron que los juristas se encarguen de analizar la situación legal de Urresti y adelantar la condena.
El presidente Humala decidió presionar al Ministerio Público cuestionando al fiscal Ricardo Rojas León que acusa a Nadine Heredia, calificando su investigación como un “mamarracho”, mientras la viuda de Bustíos intervino pidiendo justicia y sanción para los responsables del asesinato de su esposo. Ni el caso del espionaje ni el diálogo en Palacio de Gobierno han podido hacer que Urresti tome un respiro.
A este ritmo es poco probable que llegue siquiera a candidato. Encima apareció en escena el reo expresidente Alberto Fujimori para retarlo a un debate con su abogado William Paco Castillo, sobre la acusación que hizo vía Twitter sobre los actos de corrupción en el gobierno fujimontesinista. "Gral. Urresti: Ud No es fiscal para acusarme que poseo maletas con oro en Japón. Nadie ha investigado ese cargo inventado por su socio Ecoteva", dice la misiva del exdictador publicada también en su cuenta de Facebook.
Pero el caso no queda ahí. Fujimori amenaza con hacer algunas revelaciones en torno al caso Bustíos. "El Perú debe conocer la verdad. El Dr. Paco Castillo tiene los elementos sobre estas acusaciones. Debata con él. Fije Lugar. No se corra", lanza el reto. Tras los cuestionamientos de Urresti a Keiko vía Twitter, el mensaje de Alberto Fujimori parece ser: “No te metas con mi hija, métete conmigo”. Después de todo, el exdictador no tiene nada que perder porque está en prisión.
Lo cierto es que después de aparecer como casi candidato, Urresti ha sido puesto contra la pared y el domingo último ensayó una defensa tragicómica al decir que va tener que vender el moderno auto que le dieron en su condición de general de Ejército, y dos de sus espadas, una que es la réplica del sable de Bolognesi y la otra que se la dieron cuando se graduó de oficial, argumentando que no tiene dinero para pagar su defensa legal.
Esto llama la atención pues Urresti, como todos los militares, sabe muy bien que el Estado asume su defensa y le permite escoger el estudio de abogados que considere conveniente. Si es que lo declaran inocente el Estado cubre los costos, sea el monto que fuere, pero si es declarado culpable ahí sí tendría que pagar los gastos de su defensa.
Si Urresti sabe de esta situación y empieza a buscar dinero para lograr su defensa deja la impresión que siente que va perder el proceso. Si estaría seguro de su inocencia no tendría que vender sus propiedades para financiar el pago a los abogados que lo defenderán.
La campaña en su contra arrecia y el mismo ya lo advirtió. “La opinión pública me ve ahora como un monstruo y no lo soy”, dijo en una entrevista. En menos de una semana el exministro ha pasado de ser aclamado a ser cuestionado, y no sabemos hasta donde podrá mantener esta situación. Todo indica que es un globo de ensayo del nacionalismo, pero así como apareció en la escena política, también puede desaparecer.
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