Con la condena a Fujimori la semana anterior, han aparecido en los medios de comunicación los fantasmas del pasado. No nos referimos con esto a los fujimoristas por todos conocidos, familiares, amigos y partidarios del régimen autoritario que han apoyado al ex dictador desde un primer momento. Estos ya no son fantasmas, por su recurrencia han perdido la calidad de tales. Nos referimos,  más bien, a los fujimoristas que habían logrado reciclarse en diversos ámbitos de la vida nacional, como periodistas, políticos, empresarios y militares en retiro que dicen apoyar el régimen democrático e incluso han tenido cargos importantes en algunos de los gobiernos posteriores a la dictadura. Estos personajes angustiados por la amenaza contra la impunidad que significa la condena quieren hoy hacerla aparecer como “exagerada” o “poco equitativa” respecto de los logros que habría tenido el fujimorismo en el poder.
 
Para estos fantasmas no es poca cosa quitarse la careta y revelar su identidad en la defensa de quien siempre fue su líder e inspirador, pero deben hacerlo a la luz de los acontecimientos porque el debilitamiento del legado fujimorista debilita también, seriamente, su posición actual. Ellos están donde están porque participaron de las tropelías, políticas, económicas, periodísticas e incluso militares de la dictadura, habiéndose reciclado justamente, porque hay en los gobiernos elegido que hemos tenido y su entorno mediático quienes aprecian el conocimiento de alcantarilla que poseen.
 
El descubrimiento de estos fantasmas, sin embargo, debe llevarnos un paso más adelante. Ellos no expresan solo agendas personales, sino que responden a los intereses que han marcado la continuidad, política y económica, entre la dictadura fujimorista y los gobiernos de Toledo y García. El temor es que si hoy se condena a Fujimori por delitos específicos: dos matanzas y dos secuestros, mañana más tarde se convierta en un consenso que no se trata de hechos aislados, sino en las prácticas regulares de un régimen siniestro, que hoy en democracia hay quienes se esfuerzan por imitar.
 
Paradójicamente creemos que es positivo para nuestro porvenir democrático que reaparezcan estos fantasmas. Así, los ciudadanos del Perú podremos distinguir, incluso en democracia, quién está de qué lado del río en cuanto a régimen político se refiere y porqué.