Chile: después del rechazo ¿qué viene ahora?
Ariela Ruiz Caro
Una semana después del abrumador triunfo del rechazo al texto de la nueva Carta Magna en el plebiscito del 4 de septiembre (62% contra 38%) los líderes de los partidos políticos de Chile, con excepción del ultra derechista Partido Republicano de Sebastián Katz, se reunieron para delinear un nuevo proceso constitucional y acordaron que la redacción del nuevo texto estaría a cargo de un órgano completamente elegido por la ciudadanía, aunque todavía no se sabe el número de personas lo integrarán. A diferencia del proceso anterior, en el que triunfó largamente el rechazo al texto constitucional, su nueva redacción sería apoyada por un comité de expertos, aunque todavía no se ha definido el formato. La nueva instancia también será paritaria y será necesario un plebiscito con voto obligatorio para su entrada en vigor. Pero la definición de las reglas del nuevo proceso constituyente no será fácil.
El triunfo del rechazo no fue una sorpresa. Desde abril, todas las encuestas así lo indicaban, pero se proyectaban diferencias máximas de 10 puntos porcentuales. Lo que ninguna acertó, fue la magnitud de ese desbalance (24 puntos). La votación fue el último paso jurídico establecido en el "Acuerdo por la Paz y una Nueva Constitución", firmado en noviembre del 2019, como una salida a la crisis política generada por el estallido social en octubre de 2019, que segó la vida de 38 personas y dejó cientos de heridos.
El texto de la nueva Constitución fue rechazado en todas las Gobernaciones del país. Solo 8 de las 346 comunas del país lo aprobaron. En el quintil de ingresos más bajos, el rechazo se impuso con un 75%. Lo mismo ocurrió en la Araucanía y también en la Región de Valparaíso, emblemática del Frente Amplio, al que pertenece el presidente Gabriel Boric, y hasta en las cárceles.
Qué pasó
Las interpretaciones sobre el rechazo han sido múltiples. Lo indudable es que los impulsores del cambio de la Constitución de 1980 tuvieron algunos desaciertos. El más destacable fue haberle restado importancia a la campaña de votación que le daría vigencia. En cambio, se enfocaron en el contenido del texto, en el cual la derecha participó poco y nada. Tampoco hubo un mensaje claro o una idea fuerza convocante para la población. Les faltó lo que a la derecha le sobró: marketing. Tuvieron el acierto de guardar en el ropero a sus más exiguos representantes, José Antonio Katz y Sebastián Piñera.
Quienes buscaban cambiar la constitución no pudieron enfrentarse a la feroz campaña desinformativa montada por la oposición que apostó todas sus fichas al plebiscito, sin importarle el texto constitucional, salvo para denostarlo a través del poder mediático y las redes sociales. Mensajes como el Estado se apropiaría de las viviendas, los fondos de pensiones no serán heredables, se dividirá el país al incorporar el concepto de plurinacionalidad, se podrá interrumpir el embarazo pocos días antes del nacimiento calaron profundamente en la población.
La pandemia fue también un factor que le jugó en contra a la labor de la Convención. El primer referéndum para cambiar la Constitución, y la vía para lograrlo, estaba previsto para marzo de 2020. Sin embargo, recién pudo realizarse en octubre de ese año cuando la calle había dejado de ser un espacio protagónico: las demoras pueden apagar la llama… En un escenario similar, con la ciudadanía en el encierro, se realizaron los debates en la Convención Constituyente, instalada en julio de 2021. Esto produjo una suerte de divorcio entre las organizaciones populares y sus representantes. Recordemos que el 42% de los constituyentes correspondían a fuerzas independientes como resultado de que, por primera vez, se les permitió presentar listas para competir con los partidos tradicionales en igualdad de condiciones.
Otro factor que jugó en contra es la crisis económica, expresado en altos niveles inflacionarios y devaluación de la moneda, ralentización del crecimiento –inducidos por factores externos–, altos niveles de endeudamiento como consecuencia de la pandemia, aumento de la violencia, la delincuencia y la presencia del narcotráfico –que la población desinformada y alimentada por los medios de comunicación asocia a la gestión de Gabriel Boric.
Viraje al centro
Tan pronto se conocieron los resultados, Boric reconoció que la ciudadanía había expresado con total claridad su desacuerdo con el texto, y dijo que había que buscar el camino para encontrar una propuesta de amplio consenso para cumplir con la voluntad mayoritaria de cambiar la actual constitución. Anunció que se buscaría un nuevo itinerario constituyente que recogiera el aprendizaje del largo proceso de elaboración del texto y logre interpretar el consenso ciudadano.