Chávarry y sus dos días de derrumbe
Francisco Pérez García
Ni 48 horas le duró la jugada al Fiscal de la Nación, Pedro Chávarry. Tras contundentes marchas en Lima y otras regiones del país y ante la decisión de sus flamantes reemplazantes de declinar formar parte del equipo Lava Jato, Chávarry Vallejos tuvo que dejar sin efecto la resolución que sacaba de sus puestos a Rafael Vela y José Domingo Pérez.
Desde la noche del 31 de diciembre del 2018 cuando Chávarry decidió jaquear las investigaciones del caso Lava Jato, las manifestaciones en contra no se hicieron esperar. Si el fiscal pensó que tomar la decisión el último día del año a menos de cuatro horas de celebrar las fiestas de Año Nuevo iba a suavizar la reacción de la gente, se equivocó.
A las 9 de la noche la Plaza San Martín en Lima y las plazas centrales de Ayacucho, Cusco, Arequipa, Iquitos y otras zonas del país fueron escenario de diversas movilizaciones donde el grito general era la salida pronta de Chávarry.
Las marchas continuaron el primer día del año 2019, y con una decisión de los fiscales Vela y Pérez de apelar la decisión de su “superior” y declarándose en “desobediencia jerárquica” frente a este hecho que los dejaba fuera de las investigaciones. Mientras, el presidente de la República anunciaba que el primer día útil del año presentaría un proyecto de ley para declarar en emergencia el Ministerio Público y exigía al Congreso que le de celeridad, para “evitar generar una cuestión de confianza”.
Lo que ocurrió en la víspera, fue una serie de hechos que iba dándose como un castillo de ajedrez. Temprano por la mañana los fiscales Frank Almanza y Marcial Páucar, decidieron renunciar al encargo que Chávarry les había dado. Minutos antes, habían señalado que no existían razones para relevar a Rafael Vela.
Al mediodía, el presidente de la República marchaba hacia el Congreso acompañado de un grupo de personas que lo vitoreaba. Llevaba en la mano el proyecto de ley para declarar en emergencia el Ministerio Público. Mientras eso ocurría, Keiko Fujimori tuiteaba sobre la “necesidad de contar con autoridades imparciales” y exhortaba a su bancada a respaldar el proyecto del presidente Vizcarra.
Inmediatamente después se hacía pública la decisión del titular del Ministerio Público de dar marcha atrás en la remoción de Vela y Pérez. Acto seguido el Apra pedía la renuncia de Chávarry como “salida a la crisis institucional” en el Ministerio Público.
Las cartas están echadas. Al cierre de este texto los fiscales supremos Pablo Sánchez y Zoraida Ávalos, han solicitado una junta urgente de los Fiscales para tomar decisiones frente a los hechos recientes. Se presume que la renuncia de Pedro Chávarry sería un tema a tratar, aunque esto solo son trascendidos de diversas fuentes.
Entonces, la figura queda así: Vela y Pérez vuelven a su labor. El Congreso deberá discutir sí o sí el proyecto para declarar en emergencia el Ministerio Público. Chávarry puede -aún- dar una muestra de dignidad y dar un paso al costado, lo cual abriría la cancha para que las investigaciones en su contra puedan proceder.
Si tanto dice el fiscal confiar en la justicia, debería someterse a ella. Dejar que lo investiguen y si en realidad no tiene nada que temer, permitir que se demuestre si tiene o no alguna responsabilidad, tanto en el caso “Los Cuellos Blancos” como en el hecho de ser acusado de encubrimiento a favor de la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.
En el caso que el proyecto del presidente Vizcarra prospere en el Congreso, habrá que estar atentos a los nombres de quienes formará parte de la junta transitoria de Fiscales Supremos que será la encargada de designar al fiscal que temporalmente ocuparía el puesto de Chávarry. Total, los tentáculos de la corrupción han llegado a diversos puntos y no sería descabellado creer que tanto acomodo coyuntural tenga que ver con algún interés subalterno.
Finalmente, la decisión de Chávarry sirve como una placentera lección para quienes consideran que la movilización ciudadana no sirve de nada, para quienes creen que las marchas son solo realizadas por un grupo de violentistas que quiere ver arder todo. Hoy, la movilización nos demuestra que en la calle se pelea por derechos y por una verdadera democracia.
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