¿Keiko podrá sostener el 30% sin rendir cuentas?
La intención de voto de 30% que por ahora tiene Keiko Fujimori invita a la reflexión. En enero y febrero se planteará a la población el dilema de por quién votar y al entrar en definiciones las cosas pueden cambiar. Sin embargo, es necesario advertir que hace 5 años (2010), a 9 meses de las elecciones del 2011, Keiko Fujimori tenía una intención de voto de 20% y ahora tiene 30%, lo que implica un crecimiento del 50%.
¿A qué se debe ese crecimiento?, principalmente a tres razones: primero al trabajo nacional de llegada al interior del país. Keiko ha ido a lugares que no han sido visitados por otros candidatos, lo que le ha valido ganar tres presidencias regionales (Ica, Pasco y San Martín). En otras regiones ha formado alianzas con personajes que tienen representatividad y han dado pelea en las últimas elecciones municipales y regionales.
Además se ha beneficiado con el voto rural que en elecciones anteriores disputaba con Alejandro Toledo y Ollanta Humala. En el primer caso el expresidente prácticamente aparece sin opción con una figura desgastada y el actual mandatario no postulará pues no existe la figura de la reelección. Keiko se ha beneficiado con ese sector que representa el 20% de los votos y sin necesidad de hacer una gran campaña.
El hecho de mantenerse en silencio es un segundo factor que la ha beneficiado. No sabemos si es que se mantiene al margen de la discusión por falta de argumentos o por estrategia, pero le ha convenido aparecer muy poco en el debate. Algunas veces a quien levanta la voz se le van encima. De ello pueden dar fe Alejandro Toledo y Alan García, quienes han sufrido un desgaste muy fuerte en su intento por defenderse de acusaciones sumamente graves como los casos Ecoteva y Narcoindultos.
Keiko no ha tenido ese factor negativo que si han tenido que cargar los expresidentes y ese es un tercer punto a su favor. Por el momento los reflectores no la apuntan, pero en la medida que se acerca las elecciones empezarán a surgir los cuestionamientos, como el financiamiento de sus estudios y su campaña, la presencia de elementos ligados a su padre y al montesinismo, así como los vínculos con el narcotráfico que no han sido investigados.
FACTOR ALBERTO
La relación con su padre Alberto Fujimori es un tema complicado para Keiko. Si es que trata de desligarse del todo puede generar un rechazo de un sector de ciudadanos que la apoya por ser la hija del expresidente. Si Keiko tuviera otro apellido de seguro no tendría ese 30% que ahora tiene como activo previo a las elecciones.
En más de una oportunidad ha dicho que no representa las culpas de su padre, aunque su candidatura tiene por fin la reivindicación del dictador y dejarlo en libertad. Pese a que lo intenta, Keiko no se atreve a realizar un deslinde claro con su padre y lo más probable es que no lo haga.
Desde la Diroes, el exmandatario preso por corrupción, a través de sus ya conocidos apuntes, ha pedido a sus seguidores que apoyen a su hija. Frente a ello Keiko prefiere hacerse la desentendida. Por ahora eso le ha funcionado, pero ¿será suficiente en la última etapa de la campaña, cuando empiezan a salir a flote todos los cuestionamientos?.
Otro de los temas que tendrá que enfrentar antes de las elecciones es el referido al financiamiento de su campaña. Keiko no tiene trabajo, empresas ni ingresos conocidos. Nadie en su sano juicio puede creer que va sostener una campaña presidencial con rifas o con los diez mil soles mensuales que dice recibir de los congresistas de su bancada.
Nada garantiza que con Keiko no vuelvan al gobierno muchos de los personajes que, al lado del hombre de la DIROES, administraron el Perú durante una década y se llevaron buena parte del pago de las privatizaciones, criminalizaron las protestas y saquearon las arcas del Estado en todos sus niveles. La campaña recién empieza y Keiko tiene mucho que explicar.
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