¿A quién favorece la detención del presunto terrorista de Hezbolá en Lima?

Por: 

José F. Cornejo

El pasado martes 28 las autoridades del Ministerio del Interior anunciaron la captura de un "presunto" miembro de la organización libanesa Hezbolá (Partido de Dios) en nuestra capital, quién habría estado manipulando y almacenando explosivos en vistas a realizar un atentado terrorista en nuestro país. Posteriormente, algunos periodistas como Cecilia Valenzuela en su columna de El Comercio, y Rosa María Palacios en diario Exitosa, relacionaron esta detención con el atentado realizado en Buenos Aires en 1994 en contra de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), insinuando que el ciudadano libanés Amadar fue capturado “con los mismos ingredientes" que fueron utilizados en la criminal explosión en la capital Argentina que causó la muerte de 85 personas.
Esta noticia y las insinuaciones que se tejen alrededor, son altamente sospechosas por varias razones: La primera es que está bien establecido entre los servicios de inteligencia internacionales, que Hezbolá es un movimiento de resistencia nacional que no realiza actividades militares fuera de Líbano. Segundo, en el hipotético caso de que hubiera decidido realizar acciones militares en el exterior tendríamos que respondernos ¿por qué decidió escoger el Perú cuando está inmerso en un intenso conflicto con las fuerzas del Ejército Islámico del Levante (EIL) que desde Siria intentan ingresar en el Líbano? Tercero, es además un verdadero desafío a la inteligencia, cualidad que al parecer no abunda en nuestros medios de comunicación, que una organización temida y respetada por su capacidad operativa por el propio Tsahal, el ejército de Israel, venga a realizar un operativo con el amateurismo y la improvisación que se desprende de las informaciones proporcionadas por el Ministerio del Interior.
Finalmente, lo que más debería haber llamado la atención a nuestros medios de prensa y a nuestros "periodistas de investigación", es que precisamente, luego de 20 años de investigaciones sobre el atentado contra el AMIA, que estuvieron plagadas de incompetencias, presiones geopolíticas y encubrimientos, no hay hasta el día de hoy, ninguna prueba fehaciente que acuse al Hezbolá como operador del gobierno de Irán, como los responsables de este atentado. Los errores cometidos y la incompetencia demostrada por los servicios de inteligencia argentinos fueron tales, que condujeron el año 2005 al Presidente Néstor Kirchner a calificar estas investigaciones como una "desgracia nacional".
En un artículo de investigación publicado en la revista estadounidense The Nation, el 4 de febrero del 2008, el periodista Gareth Porter sacaba a la luz la ausencia de evidencias que probaran la conexión iraní en el atentado del AMIA. Dentro de ellas, las declaraciones del propio embajador americano en Buenos Aires el año del atentado, James Cheek, que declaró ante Porter: "A mi conocimiento, nunca hubo una evidencia real (de la responsabilidad de Irán). Nunca nos proporcionaron pruebas." "La información más relevante que presentaron eran las declaraciones de un desertor proveniente de los bajos rangos de la administración del gobierno de Irán, que no tenía el conocimiento de la toma de decisiones gubernamentales que pretendía. Finalmente decidimos que no era una persona creíble."
A pesar del conocimiento de esto y otros hechos que iban en la misma dirección, en los años del gobierno del presidente Bush Jr. se presionó de muchas maneras al gobierno argentino, para que se culpabilizara al Hezbolá y al gobierno de Irán por el atentado del AMIA. Finalmente el 27 de enero del 2013, el gobierno de Argentina y el gobierno de Irán firmaron un Memorándum de entendimiento para formar una Comisión de la verdad independiente para que investigue el atentado contra el AMIA, acuerdo que evidentemente, ha sido abiertamente criticado por quienes siguen responsabilizando al Hezbolá e Irán, más por razones ideológicas y geopolíticas, que por tener pruebas concluyentes.
Estamos pues a todas luces ante una campaña burda de desinformación y manipulación de la opinión pública peruana. Entonces, ¿quién está interesado en levantar el fantasma del terrorismo islámico en el Perú y con qué fines? Como dice el adagio latino, a quién aprovecha este caso, debe ser el responsable.

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