Martín Soto Florián (*)
En una democracia impera la ley y las personas son tenidas por inocentes hasta que la justicia diga lo contrario. No obstante, a la corrupción hay que enfrentarla, no mirarla de costado. Los sospechosos de siempre se esfuerzan en seguir el 'manual del corrupto' para evadir la justicia en lugar de dar cuentas ante ella y explicar de dónde provienen sus fortunas.