Retórica para la cazuela electoral
Rafael García M.
Sorprende escuchar las respuestas de Hernando de Soto al rush de entrevistas que ha suscitado el precipitado anuncio de su nombramiento como ZAR para la Formalización del Perú por parte de la Sra. Fujimori. En efecto sorprende mucho pues, a falta de propuestas serias, pareciera que les resulta más sencillo recurrir al palabreo, al rollo generalista, a la soberbia inflamada de este caballero itinerante que negocia y exige privilegios para él antes que proponer soluciones. Sorprende que diga “vamos a estudiar qué pasa en el Perú, qué piensan los peruanos y qué necesitan” para, en base a lo que se descubra, plantear “referéndums en cada zona y tema en donde se presenten conflictos”.
Vaya, vaya. Entonces parece que estamos frente a un señor que reduce la compleja trama socio-económica de la informalidad a la esfera de derechos económicos de buena parte de los sectores populares del país y los conflictos asociados al desarrollo de inversiones minero petroleras. Le preocupa titular a los comuneros amazónicos, a los tenedores de terrenos y viviendas en zonas vulnerables o prohibidas y a los mineros informales (estos últimos que según él son como 2 millones sin considerar a sus familias! -frase textual en entrevista a RPP del lunes 9 de mayo). Santo remedio según su parecer.
Sin duda tales dificultades para el ejercicio de derechos y los conflictos asociados a ello son algunos síntomas del problema pero no alcanzan a explicar ni los fundamentos ni la esencia de muchos de nuestros graves problemas de funcionamiento como sociedad (algunos de los cuales se remontan a la época en que gobernó el Sr. Fujimori, padre preso de la señora en cuestión).
Si esta mirada palabrera y el rollo confuso salpicado de referencias históricas -que a mi juicio no son comparables como la alusión a procesos remotos de transición medieval- nos ofreciera pistas para entender nuestra dinámica real entonces habría que, siguiendo su receta internacional, someter a referéndum un enorme listado de situaciones como:
a) La precaria institucionalidad policial y su estilo organizativo de medio tiempo para la función pública y medio tiempo a la venta al mejor postor lo que constituye el eje central de un diseño funcional a la corrupción;
b) El modelo enloquecido y predominante de transporte público en nuestras ciudades basado en la libertad individual y el abuso del oferente frente a una demanda cautiva, creciente y sometida a “las leyes del mercado”;
c) La enorme dispersión gubernativa y la profusión asimétrica (en capacidades y recursos) de los casi 2,000 niveles de gobierno;
d) La proliferación de oferta educativa a nivel superior de ínfima calidad y dudoso propósito formativo que cobija a los reyes de la informalidad y el plagio como dueños y señores de estos feudos;
e) La administración de justicia que padece de un generalizado desprestigio fruto de su corroída estructura y composición, de su falta de eficacia, poca previsibilidad y proporcionalidad por mencionar algunos aspectos centrales;
f) El sistema laboral público que, con el esfuerzo reciente de SERVIR pretende unificarse bajo patrones claros de meritocracia, fomentó desde la década de los noventas el formato de contratación por servicios personales sin derechos a vacaciones ni pensiones;
g) Y un largo etcétera.
Este caballero tendrá, a no dudarlo, la compleja misión de cuestionar una y otra vez a su mentora y el modelo económico que impulsó su padre y cuyas líneas rectoras aún perduran en nuestro ordenamiento. Tendrá que explicarle a doña Keiko la crucial importancia de construir institucionalidad tanto en lo privado como en lo público. También se verá obligado a mostrarle que una práctica usual de los evasores de impuestos y de la legalidad es la creación de empresas efímeras que luego de algunas operaciones desaparecen sin dejar rastro a imagen y semejanza de los partidos políticos que sustentaron y sustentan la pretensión dinástica de su familia.
*Analista independiente, bloguero Ciudad para Todos
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