Merino, García y Conga
Por Pedro Francke
El lunes pasado miles de ronderos se movilizaron a la laguna El Perol para protegerla e impedir que se convierta en un enorme tajo abierto del proyecto Conga.
El mismo día, el ministro de energía y minas Jorge Merino en una entrevista afirmaba que “Conga va”. El viernes, al mismo tiempo que las izquierdas anunciaban su unidad en un Frente Amplio, Alan García criticaba al gobierno de Ollanta por supuestamente retraer la inversión minera afectando así el crecimiento económico.
¿Realmente la economía está estancándose por un retroceso de la inversión minera? La inversión minera, sin Conga, creció 20% en lo que va del año, según el propio ministro Merino, que fue también alto funcionario de Pro-Inversión en el gobierno de Alan García. La cifra no ha sido disputada. Un estudio reseñado en Dia-1 el lunes pasado, indicaba que incluso en el “escenario más catastrófico” en el que “aparte de no haber exploración varios proyectos de explotación en desarrollo se paralizan”, entre ellos Conga, la inversión minera en este gobierno sería de 19 mil millones de dólares. Es una suma muy grande; de hecho, durante el gobierno del “perro del hortelano” de Alan García la inversión minera fue de 10 mil millones de dólares.
Así, ateniéndonos a las cifras, la crítica de Don Alan García no tiene asidero, aunque si le cae a pelo a Yanacocha, que en estos momentos enfrenta la resistencia campesina.
La posición de Alan García y del actual gobierno, en este tema, es la misma: todo lo que importa es la gran inversión y no los derechos de los pueblos. Tampoco prestan importancia a la inversión de miles de medianas y pequeñas empresas, o que la de millones de agricultores y microempresarios. Quien pone un pequeño restaurante, amplía su panadería, mejora sus artesanías o abre un hostalito en Celendín, también es inversionista. El campesino que se compra una vaca de mejor calidad o instala su riesgo tecnificado con pastos mejorados, también es inversionista. Son además inversionistas que reducen la pobreza y están comprometidos con el Perú, y por eso deben ser preferidos al que pone millones en las bolsas electorales y se lleva sus ganancias al exterior.
También se necesita diversificación productiva: la minería no lo es todo. El Perú debe entrar a nuevos negocios y nuevos mercados. Para eso, el estado debe promover el acceso a mercados, financiar la innovación y el desarrollo tecnológico, facilitar el crédito, apoyar la capacitación de profesionales y técnicos, organizar las cadenas productivas y mantener un tipo de cambio competitivo. La Universidad peruana, sobre todo pública, tiene que ser fuerte en la realización de investigaciones e innovaciones tecnológicas, haciendo alianzas internacionales, sobre todo para aprovechar nuestra biodiversidad en productos que ahora tienen demanda mundial, como la quinua.
Los cajamarquinos no quiere que le quiten y contaminan su agua, y Conga no es indispensable para la economía nacional. Lo que sí es indispensable es el progreso económico de las mayorías nacionales, que con su esfuerzo hoy tratan de salir adelante con muy poco apoyo público abriendo nuevos negocios. Es ahí donde una nueva política económica debe poner el énfasis.
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