Venezuela: la transición hacia un chavismo sin Chávez
El día de ayer se hizo oficial: el Presidente Hugo Chávez no podrá juramentar este 10 de enero en Caracas como manda la Constitución de dicho país. A través de una carta firmada por el actual vicepresidente Nicolás Maduro, este comunicó a la representación nacional venezolana que “el proceso de recuperación post quirúrgica deberá extenderse más allá del día 10 de enero del año en curso, motivo por el cual no podrá comparecer en esa fecha ante la Asamblea Nacional”.
Pareciera que la oposición política y mediática al proceso venezolano ha encontrado en la coyuntura abierta por el agravamiento de Chávez, una nueva oportunidad para obtener aquello que le ha sido esquivo durante 12 años, su acceso al poder. En los últimos días diferentes personalidades políticas de la oposición venezolana, así como varios de los principales medios de comunicación regional han buscado plantear un escenario de crisis institucional gatillado por la ausencia del presidente Chávez.
Luego de una nueva derrota de la oposición venezolana en las elecciones presidenciales del último mes de octubre, la oposición apostó a su recomposición a través de las elecciones para gobernadores que se realizarían al mes siguiente. El agravamiento de la salud del líder carismático decían algunos de los líderes de la oposición, abría las puertas para la descomposición del proyecto autoritario que gobierna Venezuela hace más de 12 años. Sin embargo ello no fue así. La oposición no pudo retener las gobernaciones que ganó en las elecciones anteriores viendo reducida su participación de 6 a 3 Estados, mientras que el chavismo aumentó de 17 a 20 las gobernaciones bajo su control. Si bien Enrique Capriles logró retener el control del gobierno del Estado de Miranda, vio reducida su votación de 53% a 52%.
Este fracaso no desanimó a las fuerzas opositoras quienes con la agudización del cáncer del presidente Chávez redoblaron su apuesta. La ausencia del mandatario, afirmaron abría no sólo una crisis institucional a nivel de gobierno, sino más grave aún al interior del propio chavismo. La pugna entre Diosdado Cabello y Nicolás Maduro sería abierta según los opositores. Sin embargo, hasta ahora tal escenario de crisis no se ha presentado y más bien Maduro y Cabello han aprovechado cuanta aparición conjunta han tenido para desmentir esto.
La salida de Chávez del poder ha llevado a muchos analistas a subrayar las “deficiencias” del modelo venezolano y a sugerir cambios de rumbo para el nuevo inquilino de Miraflores. De esta manera el periodista venezolano Moises Naim (quien siendo ministro de economía en 1989 puso en marcha el paquetazo económico que terminó con cientos de muertos en el episodio que se conoció como “El Caracazo”) se ha adelantado en advertir que la economía venezolana sufre un severo déficit fiscal y cuya única cura parecen ser las viejas recetas de los años 90, el enfriamiento de la economía, los despidos masivos, la reducción de salarios y derechos a costa de los sectores más vulnerables de ese país.
Según Latinobarómetro el apoyo a la democracia en Venezuela ha oscilado en los últimos años entre un 84% y 77%, siendo el promedio regional entre 61% y 58%. En el caso peruano las cifras de apoyo a la democracia han oscilado entre 61 y 59%. Por otro lado, ante la pregunta si en su país se gobierna para todo el pueblo a para un grupo poderoso la misma encuesta señala que en el periodo 2004-2011 un 39% de los venezolanos ha respondido que para el bien de todo el pueblo, mientras que el promedio regional se ubica en un 26% y en el caso peruano en 15% (penúltimo lugar, superando solo a República Dominicana). Obviamente estas cifras no pueden negar los estilos de conducción autoritarios del gobierno chavista, pero sirven para ilustrar una situación más bien compleja que los periodistas y políticos nacionales en su gran mayoría se niegan a ver. La facilidad con la que en el Perú se acusa al Presidente Chávez de dictador es por lo menos pasmosa. Recordemos que el presidente venezolano ha ganado 13 de 14 procesos electorales desde que subió al poder, todos ellos supervisados por observadores internacionales independientes como el Centro Carter.
La muerte de Chávez amenaza con convertirse en un nuevo revés para la oposición venezolana y sus aliados en América Latina y EE.UU pues la muy probable elección de Nicolás Maduro significará la ratificación del proceso venezolano. Los efectos políticos del chavismo parecen haber producido un cambio cualitativo en la cultura política venezolana, así como la constitución de un sujeto político cuyo impacto en ese país se sentirá por largo tiempo.
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