Desde que se hiciera público el interés del gobierno en exportar el gas de Camisea de los lotes 88 y 56 a México, diversas “voces” políticas y técnicas se han pronunciado en contra de esta medida que pondría en peligro el abastecimiento de nuestro mercado interno.

Sin embargo, el gobierno insiste en la exportación, anunciando, además, la inauguración de la planta de licuefacción para este jueves 10 de junio.
 
Las protestas en el sur del país frente a este atropello de nuestra soberanía energética se iniciaron hace unas semanas, con un contundente paro en rechazo a la exportación del gas de Camisea en la provincia de La Convención, zona del país que paga el gas más caro de América Latina a pesar de que en sus entrañas tiene este “regalo de Dios”. Además, diversas organizaciones sociales, políticas e intelectuales de Arequipa y Cusco han venido participando en foros ciudadanos mientras que, en Puno, la Universidad Nacional del Altiplano también ha organizado un foro en defensa de nuestro gas.
 
En este escenario, además, organizaciones sociales, frentes de defensa, sindicatos, gremios, entre otros, de las regiones de Arequipa, Moquegua, Puno, Tacna, Apurímac, Madre de Dios y Cusco han acordado participar en un paro en defensa del gas de Camisea para el próximo 17 y 18 de junio. ¿Se trata solo de un movimiento en el sur? Si lo que está en juego es nuestra soberanía energética, ¿por qué estas acciones no se unifican en un frente nacional? Varias cosas explican esta situación.
 
En primer lugar, el gobierno central ha intentado frenar el movimiento social en el sur del país ofreciendo la construcción del “gasoducto del sur” a partir de enero de 2011, el cual no tendría reservas de gas asignadas del Lote 88, que es el gas barato asignado originalmente al Perú. Asimismo, en medio de una coyuntura electoral y con estas promesas del gobierno, la defensa del gas termina siendo un tema polarizante más que unificador entre los líderes locales del sur. En segundo lugar, la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), representación del empresariado nacional que hace unas semanas mostró su preocupación porque esta inminente exportación dejaría sin gas a nueve empresas nacionales, ahora, luego de una reunión con el premier Velásquez Quesquén, ha retrocedido en favor de dicha exportación. Finalmente, no se puede obviar el hecho de que para la mayoría de medios de comunicación este no es un tema a tratar.
 
A pesar de estas dificultades, se necesita formar un frente nacional en defensa del gas de Camisea, porque la exportación de esta valiosa fuente de energía nos dejaría sin la oportunidad de un desarrollo energético soberano. ¿Qué se puede hacer? Debemos tomar conciencia del real problema que esto significa para el Perú y, luego, todos los peruanos, debemos sumarnos a la tarea de evitar que nuestro gas sea exportado, ya sea a través de pronunciamientos o marchas, con las cuales hacer sentir al gobierno que no puede despojarnos de este “regalo de Dios”. Queda en manos de todos los peruanos asumir esta gran tarea.