El indio blanco
Patricia Marín
¿Acaso la historia, luego de un siglo y algunos años, le dé al Cusco y al país una gran sorpresa?
Para los que no lo saben o ya lo han olvidado, le llamaban indio blanco al gran Albert Giesecke. Un gringo que Francisco García Calderón trajo al país, cuando el ministro de educación del gobierno de Leguía, Manuel Vicente Villarán, le pidió que buscara en universidades norteamericanas a expertos en educación pública para poner en marcha reformas diversas en la educación en el Perú.
Como coincidencia , hacía un año que la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco , estaba en receso, pero un grupo de infatigables estudiantes antonianos fundadores de la asociación universitaria, entre ellos Luis E. Valcárcel, José Gabriel Cosío, Demetrio Corazao, Uriel García, se hacían escuchar en las calles.
Para acallarlas Leguía convirtió a Giesecke en el nuevo rector de la emblemática universidad. Lo que vino después fue el período más fructífero para las ciencias, las letras así como para la construcción de una visión de desarrollo que hasta hoy palpita en las mentes de algunos cuzqueños lúcidos.
Los jóvenes acudían ansiosos a sus aulas y se apresuraban por llegar a tiempo, ya que solo había cinco minutos de tolerancia, la puntualidad y la disciplina se instalaron en los claustros universitarios. Luego vino el fortalecimiento de la biblioteca, el nacimiento de la revista universitaria, y el fortalecimiento e la famosa revista La Sierra, por ejemplo, y también el surgimiento de la llamada Escuela del Cusco integrada entre otros por Luis E. Valcarcel, Cosío, Garcia, Aguilar entre otros. Pero el más importante de todos, el famoso movimiento indigenista.
Las ideas bullían en la lúcida cabeza del indio blanco: el ferrocarril panamericano, la arqueología, el turismo...etcétera. Tremendo acierto de Leguía. Una mente formada en Cornell y en Europa, llegaba a la capital incaica y revolucionaba sus aulas y sus mentes, y que felizmente el historiador José Tamayo Herrera nos permite rememorar gracias a su valioso libro “Historia social del Cusco republicano”.
Pero el acierto más grande fue el de Giesecke pues se convirtió en el mejor de los cuzqueños, no solo porque se casara con una cusqueña, sino porque amaba al Cusco, al extremo de llorar desconsoladamente cuando vio a esta ciudad destruida por terremoto del 50. Supo nutrirse de su historia, supo reconocer sus necesidades. Especialmente preparar mentes críticas.
Pedro Pablo Kuczynski ya tiene una ventaja: nació en suelo peruano, pero…¿tendrá la posibilidad de hacer suyos legítimamente los votos que Verónica
Mendoza lideresa de la nueva izquierda solicitó al Sur Andino en contra de la candidata Fujimori? ¿Podrá PPK convertirse en el segundo indio blanco, como cariñosamente se le conocía a Giesecke?
El simbólico voto cusqueño y sureño nos habla de pobreza, de abandono, no de las zonas urbanas, sino y principalmente en las rurales, donde aun los servicios básicos son inexistentes o precarios, las postas improvisadas, las aulas sin maestros, ¡¡y aun habiendo recursos!!
En esta zona geográfica del Perú, parafraseando a nuestro querido Cesar Vallejo: hay Sr. Kuczynski mucho que hacer. No es ociosa, la comparación, o el recuerdo a Alberto Giesecke, la educación, el fortalecimiento de la universidades y colegios estales, las vías de comunicación, y la necesidad de incorporar a los habitantes de las zonas alto andinas a un desarrollo digno del siglo XXI son un reto para el gobierno de Kuczynski.
También lo será para la nueva izquierda, pues la vieja, hace más de 30 años que es la gran culpable del atraso de estas zonas heroicas, por lo estoicas y resistentes en su soledad y abandonó. ¿Podrá la “Vero” volver a la izquierda en un partido orgánico y democrático? Podrá la bancada del Frente amplio dar la talla en apoyar layes que incorporen al sur andino al siglo XXI?. Gran incógnita. PPK no la tiene fácil, y a la "Vero" aun le falta madurar.
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Juan Solano Huaranga (no verificado)
Mar, 08/30/2016 - 15:51
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