La izquierda ganó
Carlos Bedoya
Aún sin conocer las cifras oficiales de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) al 100 por ciento, no queda duda de que la izquierda peruana ha sido la gran ganadora de las elecciones generales. Después de treinta años, este campo político se ha presentado solo a las elecciones con posibilidades de triunfo.
De la mano de Verónika Mendoza y el Frente Amplio, la zurda nacional pasó de menos del 2 por ciento a fines de enero a disputar la segunda ubicación el 10 de abril. Y pase o no, al balotaje, la bancada de la izquierda en el Congreso de la República va a ser significativa, no solo en número sino también en propuestas disidentes al statu quo económico representado por el fujimorismo, el APRA y la mayoría de los congresistas aglutinados con PPK.
Y si la alianza parlamentaria entre el Frente Amplio y Acción Popular se mantiene en el próximo periodo, temas como la oposición al TPP, un presupuesto público con otras prioridades, y en general una agenda de derechos, van a estar muy presentes en el debate público, lo cual es beneficioso para la precaria democracia peruana.
Cuando empezó el proceso electoral el Frente Amplio solo quería empezar a construir un proyecto de largo plazo bien ubicado a la izquierda y que no dependa de un caudillo prestado que ponga un carro al cual subirse desordenadamente. En cambio ahora, es claro que hay una gran parte del electorado peruano, especialmente en el sur del país, que necesita una representación política progresista.
Quién sabe, si los objetivos iniciales del Frente Amplio, e incluso del extinto UNETE, hubiesen considerado a este sector - nada más valorando en su real dimensión política las votaciones de primera vuelta del 2006 y 2011 – es posible que la unidad de las izquierdas se hubiera dado con mucha más anticipación, incluyendo también a Goyo Santos. A la luz de los primeros resultados, eso garantizaba no solo el pase a segunda vuelta de Mendoza, sino también una mayor representación legislativa. La unidad si importaba desde esa perspectiva.
Como fuere, el performance de la candidata del Frente Amplio ha sido estupendo. Al tiempo de que se ha mostrado como una gran lideresa política (con muchos años más por delante), con su juventud ha renovado la izquierda peruana sacándola de la marginalidad en la que fue sumergida por la traición de Humala.
El reto va a ser construir organización política a partir de eso, consolidando un frente de la izquierda (incluso pensar en un partido único), manteniendo la unidad parlamentaria, siendo muy convocante, erradicando cualquier práctica sectaria, y manteniendo la democracia y participación interna con la que se ha empezado. Ese es un desafío incluso generacional para los nuevos izquierdistas que han saltado a la palestra con Verónika.
Del lado de los perdedores, sin duda el gran derrotado es Alan García. Ni que se diga el PPC, que queda en calidad de aplastado. Es muy posible que mientras en el APRA se produce una rebelión interna con noche de los cuchillos largos incluida, en el PPC, Lourdes Flores sea quien cierre la puerta y apague la luz. Otros que quedan en calidad de difuntos son Perú Posible de Alejandro Toledo, y Solidaridad Nacional del alcalde Castañeda.
Finalmente, el premio a la falta de transparencia e imparcialidad se lo lleva el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). El anuncio un día antes de la elección sobre que no van a cumplir el artículo 13 de la nueva ley de partidos políticos (valla electoral de 7 por ciento para las alianzas) en claro beneficio de Alan García Pérez, cuando si aplicaron la ley para excluir a César Acuña y a varios candidatos al congreso, basta para exigir la renuncia de los miembros de ese colegiado y su reemplazo por los suplentes. Su decisión, deja en el aire a las agrupaciones que se retiraron de la contienda invocando el mismo artículo 13. Con ello solo genera más desconfianza y refleja hasta qué punto las instituciones que administran justicia en el país se encuentran influenciadas por García y su cogollo.
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