Los conflictos de interés que no se reconocen en la práctica médica*
Susana Chávez A.
La medicina, como cualquier otra profesión, no está libre de conflictos de interés afectando la ética y el derecho a la salud. Sin embargo, el problema no es el conflicto, sino su invisibilidad, haciendo del cuidado de la salud un medio para otros fines, ajenos al bienestar del paciente.
En el mundo, regular el conflicto de interés es práctica cotidiana, sin embargo en una cultura de poca transparencia y de impunidad, este se hace irresoluble y supervive como si fuese absolutamente normal, dejando a los/as pacientes y usuarios, desprovistos de garantías. Algunos de los ejemplos recurrentes de conflictos de interés son los siguientes.
1. El uso de la propaganda médica como mecanismo de capacitación; Ante la falencia de una política de actualización médica, muchos profesionales de la salud solo acceden a información que los laboratorios les provee y para ello no escatiman gastos. El enganche para fijar su producto en la receta, incluye presentes, conferencias en hoteles de 5 estrellas, apoyo para viajes o subvención de estudios, entre otros.
2. Los arreglos entre los laboratorios clínicos y consultorios médicos, para que estos deriven a sus pacientes a cambio de una comisión. Este mecanismo es tan aceptado que se convirtió en el principal financiamiento de los Hospitales de la Solidaridad, pues su principal sostenibilidad ha estado en las ganancias que otorgan los exámenes auxiliares (ecografía, Rx, tomografía, etc.) así como de laboratorio.
3. A nivel más macro, están en las adquisiciones de insumos estratégicos como las vacunas. El Comercio de la semana pasada dio cuenta de una denuncia sobre vacunas que cada cierto tiempo se repite y que coincide con el calendario de compras. El caso de la vacuna contra el neumococo es un claro ejemplo, pues la decisión del tipo de vacuna a adquirir, enfrenta a dos laboratorios, quienes tratan de demostrar que la vacuna que cada uno produce, es la más adecuada para el país. El Perú invierte cada año, al menos 100 millones de soles para esta vacuna y su elección debe hacerse en base al costo efectividad, es decir la que puede evitar más muertes, aunque su costo sea mayor. Esta decisión es objeto constante de presiones que llegan a los más altos niveles, pero también a niveles operativos como los comités técnicos y consultivos, constituidos por profesionales que en muchos casos también reciben de estos mismos laboratorios algún tipo de subvenciones y por lo tanto, sus decisiones no siempre son independientes.
Bajo estos dilemas y conflictos, la salud de los pacientes se discurre y si el tratamiento es acertado en buena hora, pero si no, no hay quien responda por ello, después de todo, su salud solo es parte de un conflicto de interés, sin siquiera usted saberlo.
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