La PUCP está regida por la constitución y las leyes de la República Peruana*

Por: 

Giorgio Canele

El largo enfrentamiento entre la PUCP y el Cardenal Juan Luis Cipriani ha ingresado a un nuevo y definitivo escenario.  Esta vez el Vaticano a través del Cardenal Tarcisio Bertone ha tomado partida por Cipriani “prohibiendo” a la PUCP el uso de los títulos “pontificia” y “católica” en su denominación oficial, pero señalando al mismo tiempo que la universidad continua sometida a la ley canónica. También se pide que la universidad modifique sus estatutos a fin de que su máxima autoridad, el rector, sea nombrado por el Gran Canciller, es decir Cipriani, luego que este sea confirmado por el Vaticano.

La medida, como es de esperar, ha generado el rechazo de la comunidad universitaria de la PUCP pero también de la Asamblea Nacional de Rectores (ANC), máxima instancia del sistema universitario del país, que señala que la iglesia no esta facultada para obligar a una universidad nacional (desde 1949) a que se someta a la ley canónica renunciando a la autonomía universitaria garantizada por el artículo 18 de la Constitución y por la Ley Universitaria No.23733.  Es claro, entonces, que la ley canónica no es aplicable ni tiene rango superior o mandato sobre la legislación peruana.  Más aun cuando el artículo 19 del “Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú” suscrito el 19 de julio de 1980, precisa que “la iglesia tiene plena libertad para establecer centros educacionales de todo nivel, de conformidad con la legislación nacional en el ámbito de la educación particular” (el resaltado es nuestro).

Si esta es la situación ¿Qué esta detrás de la ofensiva de Cipriani, el Opus Dei, el Soladicio, y los legionarios de Cristo, alentados y celebrados por la llamada DBA y sus voceros mas connotados Natale Amprimo, Aldo Mariategui, Luis Gaspar, entre otros?

La disputa en el Perú no es de naturaleza teológica, como reconoció el visitador apostólico Cardenal Erdo durante sus conversaciones con representantes de la PUCP en noviembre del año pasado, sino de tipo económico y patrimonial.  A ellos nosotros agregaríamos que es también una disputa política.

En efecto, para nadie es un secreto la profunda crisis económica que sufre la Santa Sede, puesta al descubierto por el escándalo del banco del Vaticano sobre posible blanqueo de capitales, y que llevó el pasado 24 de mayo a la renuncia de Ettore Gotti Tedeschi, conocido como el banquero del Opus Dei.  Los apremios económicos estarían detrás de una política impulsada por los sectores más retrógrados de la curia de buscar en el mundo “centralizar” recursos que ellos consideran propios y que les permitiría  financiar sus actividades proselitistas.  Una política que Cipriani ha seguido con entusiasmo y que quizás explica las resistencias que este tiene incluso dentro de la propia iglesia peruana y que le ha costado cuatro derrotas consecutivas en su afán de controlar la Conferencia Episcopal.  

La PUCP, una universidad latinoamericana con prestigio nacional e internacional, con un movimiento de caja anual de US$ 220 millones y un patrimonio institucional que incluye dos campus (uno en San Miguel y otro en Surco), el Centro Comercial San Miguel, una red de institutos de idiomas, y varios edificios e instalaciones en varios distritos de Lima y el centro histórico de Lima es un objetivo económico apetecible para Cipriani y sus socios en Roma.

 

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