La información falsa como estrategia de manipulación de la opinión pública
Alejandro Narváez Liceras(*)
Vivimos la era de la información falsa, también conocida como bulos o fake news en inglés. Su creciente proliferación se ha convertido en una herramienta poderosa para manipular la opinión pública. La rapidez con la que se propagan a través de las redes sociales, plataformas digitales, ha amplificado su impacto, generando discursos de odio, polarización, desconfianza generalizada y una sociedad desorientada. En este breve artículo se explora cómo estos fake news son utilizados estratégicamente para alcanzar objetivos políticos y económicos oscuros de grupos de intereses que están detrás y qué podemos hacer para combatirlos.
Los fake news
“Come ajo para protegerte del Covid”, “ésta se transmite por las líneas 5G”, “las vacunas contienen un chip” son algunos ejemplos ¿se acuerdan? “Todos los políticos son corruptos”, “la política es cochina”, y últimamente, es muy común escuchar que “Petroperú esta quebrada. Tiene deudas de 11 millones de dólares. El Estado le regala la plata de todos los peruanos en lugar de construir escuelas, hospitales, etc.” Estos y otros cientos de fake news corren sin freno e impunemente por las redes sociales y otros medios de comunicación. Por supuesto, hay sobrados argumentos para desmontar estas falacias. Sin embargo, no me detendré en ello. Sólo añadir que ni el ajo ha sido la cura del Covid, ni todos los políticos son corruptos; tampoco la política es cochina, ni Petroperú esta quebrada.
A diferencia de los errores informativos, la información falsa se genera deliberadamente (con intencionalidad) para desinformar a la opinión pública, y las plataformas digitales permiten una difusión masiva e inmediata. Lo más grave es su apariencia de veracidad, es decir, se presentan disfrazadas como noticias ciertas, lo que facilita su credibilidad. Es una verdadera amenaza para el periodismo profesional basado en los hechos y para la sociedad.
Fines políticos y económicos
Los bulos o fake news son un fenómeno complejo, producto de una estrategia planificada de manipulación de la opinión pública con fines políticos y económicos. En el ámbito político, las informaciones falsas se utilizan para desacreditar oponentes, influir en elecciones o justificar medidas políticas controvertidas. En la economía, la difusión de información falsa sobre empresas puede influir en el precio de sus acciones y generar ganancias para quienes están detrás de esas mentiras. Por ejemplo, la propagación de noticias falsas sobre la supuesta quiebra de una empresa puede provocar la caída de sus acciones o bonos en el mercado de valores, permitiendo a los desinformadores comprar a precios bajos y beneficiarse posteriormente de su recuperación, o promover una quiebra fraudulenta para sacarle del mercado y ganar dinero con su posterior liquidación.
Las mentiras flagrantes también se utilizan para engañar a consumidores y obtener beneficios económicos directos. Un caso común es la promoción de productos “milagrosos” para la salud que carecen de respaldo científico, aprovechando la desinformación para generar ventas fraudulentas, etc.
Impacto en la opinión pública
La manipulación de la opinión pública a través de la información falsa tiene consecuencias graves. Citamos algunas: Erosiona la democracia, es decir, la desinformación socava la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas, debilitando aún más nuestra débil democracia. Asimismo, polariza la sociedad, genera tensiones sociales, provoca discursos de odio, movimientos violentos, etc. La difusión constante y masiva de mentiras nos está llevando peligrosamente a la desconfianza generalizada en los gobiernos, las instituciones públicas, privadas y los medios de comunicación. Por último, ocasionan daños económicos irreparables al manipular mercados financieros, difamar empresas, etc.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Los especialistas en desinformación coinciden en señalar que durante la última década se ha generado un nuevo universo distorsionado. Pero es un fenómeno muy complejo. La actividad política se coló en las redes sociales y las plataformas digitales fueron ganando a los medios tradicionales en la batalla de la atención. Por otro lado, la crisis económica de los medios tradicionales provocó que la poca prensa que sobrevivió se rindiera a producir contenidos virales para las redes sociales. Muchas personas en redes se fueron sumando a la producción masiva de falsedades para beneficiarse de los ‘clics’ (los likes) en los anuncios publicitarios. El modelo actual de los influencers y algoritmos de las redes sociales crean incentivos perversos para la circulación de los fake news.
Los resultados del trabajo de investigación hecho por Vosoughi y otros autores publicados en la revista Science (2018), revelan que las noticias falsas llegan a muchas más personas que las noticias verdaderas. El 1% de las noticias falsas más difundidas llegan a entre 1.000 y 100.000 personas, mientras que las noticias veraces rara vez llegan a más de 1.000 personas. Además de llegar más lejos, también se comprobó que las noticias falsas se difundían más rápidamente.
¿Qué hacer?
Primero, la tecnología misma puede ser utilizada para identificar la información falsa. La Inteligencia Artificial, el aprendizaje automático, así como la monitorización y análisis de redes sociales se presentan como las mejores técnicas para frenar la viralización de las noticias falsas.
Por otro lado, se han ideado diversas estrategias para luchar contra las noticias falsas y sus efectos. Entre ellas, fomentar el pensamiento crítico y la alfabetización digital para que los ciudadanos sean capaces de identificar noticias falsas y analizar. Así mismo, implementar normativas que obliguen a las redes sociales y motores de búsqueda a tomar más medidas activas contra la difusión de información falsa. Exigir que los anuncios y campañas publicitarias en línea revelen sus fuentes de financiamiento y objetivos, evitando así la manipulación oculta.
Apunte final
El virus de la información falsa no tiene límites éticos. Sus creadores van reinventando la mentira continuamente; y toda institución o persona que pueda oponerse a ellos es un objetivo a batir. Se ha convertido en una poderosa herramienta de manipulación de la opinión pública con profundas consecuencias en la política y la economía. Las noticias falsas no pueden ser parte de nuestras vidas, y combatirlas requiere esfuerzos conjuntos, mejor dicho, una combinación de educación, regulación y acción coordinada entre distintos actores sociales para avanzar hacia una sociedad informada y resistente a la manipulación.
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(*) Es profesor principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y presidente del Directorio de Petroperú.