La diferente visión internacional de la guerra de Ucrania oscureció la Cumbre de Paz de Suiza

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Juan Antonio Sanz – Público.es

En este encuentro, al que acudieron casi un centenar de países, no se pudo avanzar hacia el fin del conflicto y los ánimos salieron más enconados si cabe. La Cumbre evidenció la brecha entre un Occidente que ve esta guerra como un problema existencial, frente a los países emergentes, que sospechan de los espurios intereses europeos y estadounidenses que oculta este conflicto.

La Cumbre de Paz de Suiza ha servido, sin duda, para visibilizar el conflicto de Ucrania, pero ha sido incapaz de consolidar una visión de cohesión internacional en torno a la respuesta que hay que dar a esta crisis.

El presidente Volodímir Zelenski y sus aliados occidentales reclamaron en la Cumbre la total restitución territorial de Ucrania, pero no perfilaron un solo camino realista para negociar con Rusia. El Kremlin tampoco lo puso fácil y sin siquiera asistir al evento, logró ensombrecerlo con un ultimátum y la amenaza de continuar la guerra sin límite de tiempo.

Los BRICS, muy desconfiados en Suiza

Y lo más importante, Zelenski y sus aliados no consiguieron sumar el respaldo del sur global, pues doce países, entre ellos los principales BRICS+, evitaron firmar este domingo la declaración final de la Cumbre.

En esta conferencia quedó de manifiesto el hastío internacional ante una guerra que los países emergentes y en desarrollo ven como un conflicto europeo en el que se intenta desbancar a una de las hasta ahora grandes superpotencias, mientras el bloque liderado por la OTAN se impone en el viejo continente, Ucrania incluida.

Ya la conferencia aparecía viciada de origen. Organizada en el balneario suizo de Bürgenstock, Suiza dejó a un lado su tradicional neutralidad internacional para cerrar filas con Zelenski y Occidente, y excluyó de la reunión a la otra parte en conflicto en esta guerra, Rusia, pese al rechazo de tal decisión por parte de muchos países no europeos y de gran relevancia, como la propia China, que decidió no asistir por esta razón.

A pesar de los esfuerzos de Kiev y Bruselas para que acudiera en bloque la comunidad internacional, finalmente asistieron los representantes de 92 de los 182 países miembros de Naciones Unidas y un buen número ni siquiera enviaron a sus jefes de Estado y Gobierno, y optaron por despachar delegaciones ministeriales. Finalmente participaron cerca de sesenta jefes de Estado y Gobierno.

Estados Unidos tampoco envió a su presidente, Joe Biden, y estuvo representado por la vicepresidenta, Kamala Harris. China no despachó representación alguna y, por el contrario, días antes de la cumbre apostó por su propio plan de paz, que cuenta con el respaldo de numerosos países del sur global, entre ellos Brasil, cuyo presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, tampoco acudió al evento.

Necesidad de que participen todas las partes implicadas

Brasil fue uno de los doce países que no firmaron la declaración final de la Cumbre, como tampoco hicieron India y Sudáfrica, que, junto a Rusia y China, ausentes del evento, forman el grupo de economías emergentes, conocidos como los BRICS. México no firmó igualmente, como tampoco hicieron Armenia, Bahréin, Colombia, Indonesia, Libia, Arabia Saudí, Tailandia y Emiratos Árabes Unidos.

Tanto Arabia Saudí como Emiratos Árabes Unidos forman parte de la ampliación de los cinco BRICS originales a otros cinco países que se hizo el pasado 1 de enero.

El Vaticano tampoco se adhirió a la declaración final de la Cumbre de Paz de Suiza. Aunque lamentó la situación del «martirizado pueblo ucraniano», el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, subrayó que «el único camino para alcanzar una paz estable y justa es el diálogo entre todas las partes implicadas». Es decir, Rusia incluida.

En esa declaración final, los representantes de las naciones asistentes a la Cumbre de Paz de Suiza y firmantes del documento dejaron clara su defensa de la soberanía nacional y la integridad territorial de Ucrania, pero evitaron la mención a la «agresión» de Moscú.

Los asistentes subrayaron en los dos días de sesiones que la guerra de Ucrania no puede prolongarse indefinidamente, por la matanza humana que está causando y por los daños a la economía mundial que ha provocado ya. Y no solo en Europa, ahí está la crisis alimentaria en África por la interrupción de las exportaciones de cereales de Ucrania y fertilizantes de Rusia, o el aumento de los costes de las importaciones en Latinoamérica.

En la declaración final también se remarca la preocupación por las posibles amenazas nucleares en torno a este conflicto. Rusia ya ha puesto encima de la mesa su disuasión nuclear ante la creciente implicación occidental en la guerra.

En el documento final también se pide la liberación de todos los prisioneros de guerra en un «intercambio completo» y el retorno de los niños ucranianos «deportados y desplazados ilegalmente». Además, se demanda la navegación «libre, plena y segura» en los mares Negro y de Azov.

Sin pistas para concluir la guerra

Pero si bien hubo consenso sobre la necesidad de poner fin a la guerra, no hubo ninguna aproximación realista sobre la manera de pararla.

El fin de la contienda no está más cerca tras este encuentro y es la voluntad del presidente Vladímir Putin, sostenida por la superioridad militar rusa, la que sigue detentando ese poder para detenerla y no los buenos deseos de los representantes del casi centenar de países presentes en la Cumbre.

Sobre el terreno, el ejército ruso consolida sus anexiones y sostiene ofensivas en múltiples frentes para evitar el retorno a Kiev de esa casi quinta parte de territorio ucraniano que controla ya Moscú.

El torpedo de Putin a la Cumbre suiza

Putin, justo en vísperas de la Cumbre, lanzó un torpedo que desbarató los esfuerzos de Zelenski y sus aliados occidentales para obtener un apoyo incondicional a Ucrania en la Cumbre. Más que el plan de paz del presidente ucraniano, fue el ultimátum ruso el que se impuso en las conversaciones, una hoja de ruta que en realidad supone la claudicación de Ucrania y la pérdida de más territorios que ni siquiera están aún en manos de Rusia.

En una comparecencia ante altos funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Putin apostó el viernes por una hoja de ruta definitiva hacia el fin de la guerra, que tenga en cuenta las conquistas rusas en la invasión y su anexión, de forma que ya han de ser consideradas como parte indisoluble de Rusia.
«Las tropas ucranianas deben retirarse completamente de todo el territorio de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y de las regiones de Jersón y Zaporoyia. Entonces las negociaciones serán posibles», expresó Putin. Esas zonas fueron anexionadas en 2022 por Moscú tras la invasión de Ucrania, pero no son controladas en su totalidad por el ejército ruso.

Putin también exigió que Ucrania renuncie a sus planes para ingresar en la OTAN y se convierta en un país «neutral, fuera de bloques y no nuclear». Cuando se cumplan estas condiciones, «será impartida inmediatamente por nuestra parte, literalmente en ese mismo minuto, la orden de cesar el fuego y comenzar negociaciones», agregó Putin.

En el marco de la Cumbre de Suiza, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó tales demandas rusas como «indignantes». Putin «insiste en que se ceda territorio ucraniano, incluso territorio que hoy no está ocupado. Insiste en desarmar a Ucrania, dejándola vulnerable ante futuras agresiones. Ningún país aceptaría jamás estas condiciones indignantes», añadió la presidenta de la CE.

Segunda Cumbre de Paz, mientras Rusia avanza en la guerra

Zelenski explicó al terminar la Cumbre que seguirán los contactos a un nivel técnico con algunos de los países participantes. El objetivo, según el presidente ucraniano, es elaborar un plan de paz concreto que pueda ser presentado ante una segunda cumbre para la paz, que podría tener lugar en los próximos meses.
Tras las críticas por la ausencia de Rusia, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, sugirió que en esa próxima conferencia Moscú podría tomar parte. «Entendemos perfectamente que llegará un momento en que será necesario hablar con Rusia», admitió Kuleba.

La presidenta suiza, Viola Amherd, llegó a señalar que Putin podría participar en unas posibles negociaciones de paz en su país, a pesar de la orden de arresto que pesa contra él por parte de la Corte Penal Internacional. Según Amherd, esa orden de detención contempla ciertas excepciones, como la participación en negociaciones internacionales.

No obstante, en su comparecencia ante la prensa, Zelenski señaló que Rusia en estos momentos «no está preparada para la paz». Una observación demasiado obvia. Este domingo, el Kremlin anunció la toma de la localidad de Zagornoye, en la región de Zaporiyia. Una victoria en un frente que no estaba tan agitado como el este, en Donetsk, o el norte, en Járkov.
Mientras, Kiev y sus aliados tratan de ganar batallas diplomáticas, Moscú avanza en la consolidación de sus posiciones en toda la línea del frente, desde Jersón a Járkov, abriendo nuevas zonas de combate y logrando victorias en lugares como Zaporiyia. Aunque se espera ya la llegada de nuevas armas y municiones occidentales, sin embargo, el propio Estado Mayor ucraniano considera que su impacto aún tardará semanas o incluso meses en hacerse notar.

Y esta es la posición de fuerza que Putin pone sobre la mesa, suscitando el nerviosismo occidental y aumentando la escalada de tensión con la OTAN y la Unión Europea, obstinadas en una mayor implicación en la contienda como única forma de confrontar al Kremlin. Apuesta harto peligrosa cuando no es Ucrania la que está ganando la guerra.

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