Exportación del gas: Bolivia nos ganó por goleada
Humberto Campodónico
Ya hemos señalado anteriormente (1) que el contrato de exportación de gas del Lote 56 (firmado en el 2007 entre Repsol y México por 18 años) fue mal negociado porque no se incluyó una cláusula de equilibrio contractual, que permitiera renegociarlo en caso de variación brusca de precios, al alza como a la baja.
Por ello los precios de exportación del gas quedaron sujetos a los vaivenes del precio del gas en EEUU (llamado Henry Hub, HH), que es el mismo que se utiliza en México. Y sucede que el precio HH bajó enormemente del 2010 al 2014 –en relación a los precios del gas en Japón, Corea de Sur y Europa- debido a que en EEUU comenzó la llamada “revolución del gas esquisto” (shale gas), que emplea nuevas técnicas para la extracción del gas.
Así, en Japón el precio estaba en US$ 17 por millón de BTU (MMBTU), mientras que el precio HH bajó a US$ 3 MMBTU: una diferencia de 6 veces. Debido a ello, del 2010 al 2014, el gas del Lote 56 exportado a México (y no a los mercados asiáticos y/o europeos) pagó menos regalías, lo que causó una pérdida que hemos calculado en US$ 1,500 millones.
La cuestión es que estas cláusulas de equilibrio contractual no solo se aplican en los países asiáticos y europeos sino que también son práctica común en varios países de América Latina. Tomemos el caso de Bolivia.
En 1999 se terminó la construcción del gasoducto a Sao Paulo y comenzó la exportación a Brasil. El contrato se firmó durante el gobierno de Hugo Banzer.
¿Cómo se fijó el precio? Se firmó un Acuerdo de Servicio de Gas (ASG) que fijó un precio inicial, el mismo que variaría cada tres meses de acuerdo a una fórmula que tomaba en cuenta los precios de tres derivados del petróleo: el fuel oil de 3.5% de azufre de Italia; el fuel oil de 1% de azufre del Golfo de México (EEUU) y el fuel oil de 1% de azufre de Rotterdam (NWE).
Aquí la clave es que estos tres fuel oils están directamente ligados al precio del petróleo, que es el combustible sustituto del gas (2). En otras palabras: el precio a pagar por el gas exportado boliviano tiene que estar ligado al precio del combustible sustituto que tendría que pagar el importador (Brasil). Lógico para ambas partes.
Lo mismo sucedió en el 2006, con el gas exportado por Bolivia a Argentina bajo otro contrato ASG. La única diferencia fue que se agregó un cuarto producto: el Diesel de bajo azufre (LS) Waterborne del Golfo de México.
Una de las ventajas adicionales que obtuvo Bolivia en esta negociación es la siguiente: si bien el precio del HH se derrumbó en EEUU desde el 2008 de US$ 9 a US$ 2 por millón de BTU porque se comenzó a producir “shale gas”, eso no sucedió con el precio del petróleo, que se mantuvo en US$ 100 por barril hasta fines del 2014. Por tanto, el precio del gas exportado por Bolivia a Argentina y Brasil (indexado a derivados del petróleo) se mantuvo alto durante todo este periodo.
Eso no hubiera sucedido si hubiera tenido éxito el planteamiento de Repsol en el 2001 de exportar el gas boliviano a EEUU con el consorcio Pacific LNG (con British Petroleum y British Gas). Les hubiera pasado lo que nos ha pasado a nosotros. Pero en Bolivia hubo una protesta generalizada en el 2002-2003 (llamada la “guerra del gas”) para que no se exportara el gas a EEUU por los precios bajos que se iban a obtener.
Después de más de 70 muertos, Gonzalo (Goni) Sánchez de Lozada tuvo que renunciar a la Presidencia. En el 2004, bajo Carlos Mesa, hubo un referéndum sobre la propiedad el gas, que fue ganado a más de 90% por los partidarios de que Bolivia recupere la propiedad de la molécula del gas.
Por ello, los ingresos de divisas en Bolivia han sido cuantiosas: del 2010 al 2015, los precios llegaron a US$ 12 por millón de BTU, comparado con los US$ 2 a 3 por millón de BTU exportados a México al precio HH. Eso es ganar por goleada en soberanía nacional. Ni vuelta que darle.
Esto quiere decir, además, que no solo se aumentaron las regalías del 18% a 50% en el 2005 como consecuencia del referéndum del 2004, sino que los precios de los contratos de exportación protegieron los ingresos provenientes de la exportación de los recursos naturales.
Qué tal diferencia con el Perú, pues Repsol nos dejó “enganchados” al precio HH sin prever cláusula de equilibrio contractual. Ni, tampoco previó, claro está, la indexación (al precio del petróleo) del precio del gas exportado a EEUU.
Las lecciones son muchas. Cuando el gobierno nacional tiene una responsabilidad frente a un contrato de exportación, sabe que la vigilancia política y de los medios de comunicación, es muy grande. Por eso, hasta Hugo Banzer tomó sus precauciones. Pero cuando el privado es el dueño del recurso natural (como en Perú), hace y deshace a su antojo.
Lo que, en nuestro caso, ha derivado no solo en pérdidas cuantiosas, sino en engaños flagrantes a nuestras autoridades, como en el 2011 por Repsol cuando reexportó el gas a países europeos y asiáticos que pagaban más (lo que el CIADI condenó y ordenó que se nos devuelvan US$ 62 millones). Algo parecido hizo Shell en el 2014, lo que todavía no se ha aclarado y seguramente será materia de investigación por el actual Congreso.
Todo lo expuesto nos lleva a plantear la renegociación de los contratos de gas para que sean contratos de servicios. Y, también, que la renegociación del contrato con México no la haga Shell, sino el Estado peruano, liderado por el Presidente Kuczynski. Es hora de recuperar la soberanía para que el gas pueda llegar a todos los peruanos, a sus casas, vehículos e industrias. Ese es el plan de masificación del gas que todo el Perú necesita, en el norte, sur, sierra y selva.
(1) Ver: ¿Por qué y cómo renegociar la exportación del gas a México?
http://www.otramirada.pe/%C2%BFpor-qu%C3%A9-y-c%C3%B3mo-renegociar-la-ex...
(2) Ver: Aguilar, Rubén y Valdivia, Daniel (2013): Precios de Exportación de Gas Natural para Bolivia, Modelación y Pooling de Pronósticos, Banco Central de Bolivia
http://www.inesad.edu.bo/bcde2011/Dc2011/55%20Valdivia%20Daney.pdf
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