El corolario Trump a la doctrina Monroe
Ariela Ruiz Caro*
Las acciones de agresión e intromisión en el continente americano que presenciamos desde que Donald Trump asumió la presidencia, en enero de este año, apuntan a guillotinar la soberanía de los países de la región para convertirlos en Estados subalternos al servicio de sus intereses. Estos se enmarcan en la política exterior de ese país cuyos lineamientos están expuestos con meridiana claridad en la Estrategia Nacional de Seguridad” de Estados Unidos divulgada el viernes 5 por la Casa Blanca.

La estrategia prevé una mayor presencia militar en la región y eliminar la influencia china en sectores estratégicos –en particular en puertos de aguas profundas y tecnologías inalámbricas de quinta generación (5G)– y utiliza el escudo del narcoterrorismo como vía principal para incursionar en territorios de países que no le son afines.
¿Se puede creer que el objetivo del gobierno de los Estados Unidos es luchar contra el narcotráfico, velar por la democracia y por el respeto a los derechos humanos después de indultar la semana pasada a Juan Orlando Hernández, el expresidente hondureño condenado por narcotráfico a 45 años de prisión en 2024 por un juzgado en Nueva York? Tal como señalamos en una nota anterior Donald Trump llamó a votar, en las elecciones presidenciales de Honduras del 30 de noviembre, por Nasry Asfura, del Partido Nacional al que pertenece el indultado Hernández, quien lleva una leve ventaja frente a su rival Salvador Nasralla, del Partido Liberal, en medio de graves denuncias de fraude, a tal punto que la Fiscalía de ese país investigará si hubo un hackeo en las elecciones presidenciales.
A Trump tampoco le preocupó que el candidato estrella de la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert tuviera vínculos con Fred Machado, un empresario detenido y con pedido de extradición a Estados Unidos por causas de narcotráfico, fraude y lavado, para respaldar a Milei, decir que “Argentina está luchando por su vida, se están muriendo” y condicionar su ayuda a los resultados de la elección legislativa de medio término el 26 de octubre.
Ese mes, el gobierno estadounidense acusó sin pruebas al presidente colombiano, Gustavo Petro, de ser “un líder del narcotráfico”; cortó todas las ayudas al país, lo incluyó, junto a su familia, en un registro formal llamado Specially Designated Narcotics Traffickers de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros de Estados Unidos (OFAC). La semana anunció que podría invadir Colombia, y cualquier otra nación con fuerte presencia del narcotráfico. Petro es el único presidente de la región que ha condenado drásticamente los asesinatos extrajudiciales de los 85 pasajeros de las 22 lanchas bombardeadas por Estados Unidos y ha señalado reiteradamente que la agresión y el cerco militar de ese país a Venezuela tiene como objetivo derrocar al presidente Maduro y apoderarse de su petróleo.
Corolario Trump a la Doctrina Monroe
Con la modestia que lo caracteriza, el presidente Trump señala en el prólogo, de su autoría, que durante los primeros nueve meses de su mandato ha rescatado al país y al mundo del borde de la catástrofe. “Estados Unidos ha vuelto a ser fuerte y respetado, y gracias a ello, estamos construyendo la paz en todo el mundo”. Según el presidente, la estrategia está concebida para que su país “siga siendo la nación más grande y exitosa de la historia de la humanidad, y el hogar de la libertad en la Tierra”.
La estrategia, en la que China continúa considerándose como su principal rival, explica la injerencia de Estados Unidos en nuestra región bajo el concepto del “Corolario Trump a la Doctrina Monroe”, esta última proclamada hace dos siglos, cuando Estados Unidos declaró a América Latina fuera del alcance de potencias rivales, entonces europeas.
La descarada injerencia de Estados Unidos en nuestra región, se ha manifestado desde el primer día de su mandato con el cambio de nombre al Golfo de México por el de Golfo de América; la presión que ejerció sobre Panamá para que se retirara del proyecto de infraestructura chino La Franja y la Ruta (BRI), y la salida de dos empresas de Hong Kong que operaban en el canal, así como la declaración de organizaciones terroristas a cárteles de México, Ecuador, Haití y , recientemente el Cartel de los Soles de Venezuela, lo que le permite eximirse de ciertas autorizaciones para intervenir militarmente en la región.
Trump señala literalmente que, tras años de descuido, Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental (léase América Latina y el Caribe) para “proteger nuestro territorio nacional y nuestro acceso a geografías clave en toda la región”. Como si el gobierno estadounidense tuviera jurisdicción sobre la región, se señala que negarán a competidores no hemisféricos (o sea, China y, en menor medida Rusia) la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio.
El objetivo del gobierno estadounidense para nuestra región se resume en “reclutar y expandir” gobiernos en la región.
Reclutar
Este concepto considera que deben reclutarse a líderes regionales aliados y consolidados que puedan ayudar a crear una “estabilidad tolerable en la región” que “nos ayudarían a detener la migración ilegal y desestabilizadora, neutralizar los cárteles, desarrollar la manufactura local, entre otras cosas”. Esas “otras cosas” no mencionadas, como la subordinación a su política exterior, son las más importantes, pues las enunciadas se pasan por alto si se trata de un aliado, como el inadmisible indulto otorgado al narco expresidente hondureño Juan Orlando Hernández.
En su afán por reclutar gobiernos, las autoridades estadounidenses intervinieron inescrupulosamente en los fallos del Poder judicial de Brasil y Colombia. En el primer caso, al calificar como cacería de brujas e imponerle hasta 50% de aranceles a Brasil por el juico realizado contra Jair Bolsonaro y otros funcionarios, por intentar un golpe de Estado, en enero de 2022, para impedir que Lula asumiera la presidencia. En el caso colombiano denostaron públicamente a la justicia de ese país –como es habitual cuando los reos son aliados de Trump– por el fallo de una condena a doce años de prisión domiciliaria al expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). Durante su gobierno tuvieron lugar los denominados “falsos positivos”, 6.400 civiles inocentes a los que los paramilitares presentaron ilegítimamente como guerrilleros muertos en combate, a cambio de premios y recompensas en el marco de la denominada “seguridad democrática. Como si eso no bastara, Uribe ha sido acusado en numerosas ocasiones por diplomáticos estadounidenses de tener vínculos con el narcotráfico en los años noventa, según documentos desclasificados del Departamento de Estado.
La nueva estrategia estadounidense señala explícitamente que “se recompensará y alentará a los gobiernos, a partidos políticos y movimientos de la región que estén ampliamente alineados con “nuestros principios y estrategia”, tal como ocurrió en la Argentina y Honduras. El cerco militar a Venezuela y las amenazas de invasión a Colombia, así como a todos los países que se resistan a combatir el narcotráfico bajo el mando de Estados Unidos, constituye parte de ese Corolario Trump de la Doctrina Monroe, que se traduce en una mayor presencia militar en la región.
La nueva estrategia incluye la suscripción de acuerdos comerciales recíprocos –después de que Trump paralizó nuevos acuerdos durante su primer gobierno pues “dificultarán que competidores no hemisféricos aumenten su influencia en la región”. Como cereza del postre se establece que Estados Unidos trabajará “para fortalecer nuestras alianzas en materia de seguridad, desde la venta de armas hasta el intercambio de inteligencia y los ejercicios conjuntos”.
Expandir
Bajo este concepto, se busca expandir una red de alianzas en la región que dé lugar a que los gobiernos consideren a Estados Unidos su socio predilecto y, a través de diversos medios, desalentar su colaboración con otros. En este punto se señala que nuestra región alberga numerosos recursos estratégicos que Estados Unidos debería desarrollar en colaboración con aliados regionales para que tanto los países vecinos como Estados Unidos sean más prósperos. Con total descaro, se anuncia que el Consejo de Seguridad Nacional (de Estados Unidos) “iniciará de inmediato un sólido proceso interinstitucional para encargar a las agencias, con el apoyo del brazo analítico de nuestra Comunidad de Inteligencia, la identificación de puntos y recursos estratégicos en el hemisferio occidental con miras a su protección y desarrollo conjunto con socios regionales”.
Como si América Latina y el Caribe le pertenecieran, se denuncia que “competidores no hemisféricos han realizado importantes incursiones en nuestro hemisferio, tanto para perjudicarnos económicamente en el presente como para perjudicarnos estratégicamente en el futuro”. Por eso, dice el documento, los términos de nuestras alianzas, y los términos bajo los cuales brindamos cualquier tipo de ayuda, deben estar condicionados a la reducción de la influencia externa adversaria, desde el control de instalaciones militares, puertos e infraestructura clave (como el puerto de Chancay del Perú) hasta la compra de activos estratégicos en sentido amplio.
Así la estrategia presentada señala que todo funcionario estadounidense que trabaje en la región debe ejercer presión y ofrecer incentivos a los países socios para que ayuden a las empresas estadounidenses a competir y tener éxito. El documento señala que “los términos de nuestros acuerdos, especialmente con los países que más dependen de nosotros y, por lo tanto, sobre los que tenemos mayor influencia, deben ser contratos de proveedor único para nuestras empresas. Al mismo tiempo, debemos hacer todo lo posible para expulsar a las empresas extranjeras que construyen infraestructura en la región.
No cabe duda de que la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos busca tener el control absoluto de la región y frenar la creciente presencia china, vía una mayor presencia militar que puede ser utilizada a discreción bajo el escudo del narcoterrorismo, con el objetivo de ejercer el dominio monopólico de los abundantes recursos naturales de la región, firmar acuerdos comerciales y lograr cierto bienestar que frene la migración multi racial a su país y le permita preservar lo que queda de su cultura anglosajona.
--------------------
* Esta nota ha sido publicada por la autora en su columna El mundo en Foco en Feminismo y Democracia MIRA, Americas.org
