Nicolás Lynch
Empero, ¿de qué tenemos miedo? Del contagio. De pronto, la interacción con el otro se ha vuelto la fuente de todos nuestros males. Si nos acercamos a alguien, peor si lo tocamos, nos puede contagiar un mal que nos puede llevar a la muerte. Súbitamente la base de la vida social, la interacción entre las personas, especialmente el encuentro cara a cara, se ha convertido en una amenaza. Estamos ante una contradicción de fondo, la vida social, que nos hace humanos, puede a la vez terminar con nosotros.