Que nos espera en el 2024

Por: 

Salomón Lerner Ghitis

Ha transcurrido casi una década que en nuestro país no existe gobernanza, en términos populares no existe credibilidad entre gobernantes y gobernados. 

El programa de la Gran Transformación que llevó al poder en 2011 a Ollanta Humala en sus inicios dio un giro de 180 grados -algunos más radicales dicen 360 grados- de lo ofrecido a las mayorías que le dieron sus votos en las elecciones donde derrotó a Keiko Fujimori.

El plan de gobierno que lo llevó al poder después de 13 años se sigue debatiendo, las irrigaciones de la costa que hubieran hecho producir alrededor de más de 400 mil hectáreas, 1 millón y medio de empleos y entre 5 a 6 mil millones de dólares aún no se llevan a cabo (Alto Piura, Transvase vía Huancavelica, Chavimochic 3, Villacurí, Majes Siguas, Proyecto Especial Binacional Puyango Tumbes).

El gran proyecto petroquímico de la Costa Sur duerme silenciado en los millones de tubos invertidos y sin usarlos en algún lugar esperando una decisión de las autoridades si se utilizaran o pasaran a algún cementerio sin usar, mientras cuestan al estado cientos de millones de dólares en juicios y paralización de proyectos.

El transporte público que debería iniciar una modernización de Lima y alrededores, con el funcionamiento de la línea 2 del Metro, solo un bajo porcentaje se ha materializado y lo que abunda son las enmiendas y el aumento del costo para su funcionamiento ocasionando millones de horas perdidas para la masa de trabajadores que se diluyen en costos y tiempos dejados de ganar y producir.

Los proyectos en minería paralizados por la inestabilidad política y reglas claras ambientales que hubiesen llevado al Perú a ser uno de los más grandes productores de cobre del mundo y aumentar los ingresos en la balanza comercial de más de 10 mil millones de dólares.

Con políticas de industrialización se hubiera logrado que de nuestras riquezas mineras se exporten con valor agregado la pesca de consumo humano y la acuicultura. La falta de planificación y una política permanente en el sector turismo, que hubiera podido alcanzar más de 5 millones de visitantes ingresando más de 3 o 4 mil millones de dólares y creando 500 mil puestos de trabajo.

El potencial es inmenso, dinero de peruanos en el exterior, suman alrededor de 20 mil millones de dólares y de inversión de AFP y otros tantos en lugar de invertirlo en nuestro propio suelo.

Los talentos humanos ante este panorama sucumben y optan por buscar otras oportunidades en el exterior. Hoy alcanzamos aproximadamente 4 millones de conciudadanos en diferentes lugares del mundo aportando su emprendimiento y talento humano.

Nuestras riquezas son innumerables necesitamos planificar nuestras prioridades, dejar de lado las diferencias respetándonos unos a otros.

No podemos seguir con ratios de pobreza de 34%, anemia de 35% o 40%, con desnutrición del 14% e informalidad del 75%. Abandono de la educación y del sistema de salud pública. 
Mientras tanto la gente deja de aspirar a un futuro mejor porque no se puede imaginar otra alternativa. Es entonces cuando la existencia se convierte en un vegetar, la vida se achica y con ella el sueño, la ilusión y la esperanza.

El 2024 es la consolidación del Bicentenario de nuestra independencia, y por ello nos hacemos la pregunta, ¿No merecemos los peruanos una clase dirigente honesta que sirva al país y no lleguen a la política a servirse del país?

Mientras tanto, aquellos que nos negamos a ver al país fraccionado, racista o autoritario, seguiremos nadando durante todo el tiempo que haga falta hasta que asome un nuevo horizonte.

Nadar si es preciso contra la corriente, y seguir nadando durante todo el tiempo que haga falta para que otros nadadores se unan al esfuerzo conjunto para que la corriente cambie de dirección.

Después de todo, todas las conquistas sociales se hicieron realidad porque algunos lo soñaron primero y nosotros no dejaremos de soñar, porque mientras quede un puñado de soñadores, tenemos esperanza. La historia tiene sus flujos y reflujos, sus pliegues y repliegues. Allí donde acechan tempestades se juntan las esperanzas, nuestros hijos se lo merecen.