Las lluvias no ocasionan los desastres

Por: 

Michal Rajchl (*)

Publicado en Noticias Ser

A 6 años de las intensas lluvias asociadas al fenómeno del Niño Costero (2017), aquel que provocó el colapso de más de 38,382 viviendas, dejó 288,784 damnificados en todo el país y ocasionó pérdidas materiales por millones de soles, un nuevo fenómeno de similares magnitudes vuelve a azotar al Perú. Las lluvias intensas, sin embargo, no son en sí mismas la principal causa del nivel de destructividad de la infraestructura. Las intervenciones humanas sobre el territorio tienen relación directa con el múltiple colapso de viviendas, hospitales, escuelas, carreteras, puentes y demás edificaciones como se ha observado en los últimos días.

La alta peligrosidad y exposición al riesgo de destrucción de edificaciones frente a lluvias intensas se produce generalmente cuando se alteran las dinámicas del territorio, se ocupan zonas donde ocurren procesos naturales recurrentes y lo que es más grave se promueven inapropiadas obras de construcción con el fin incluso de “prevenir desastres” las mismas que antes de contener la fuerza de la naturaleza al contrario multiplican su potencia destructiva.

Las lluvias y los peligros geológicos

Los periodos de lluvias intensas no solo provocan inundaciones, activan también diversas dinámicas naturales sobre la superficie terrestre, entre ellos los peligros geológicos y geomorfológicos. Estos peligros que van desde los conocidos huaicos hasta diversas formas de movimientos en masa ameritan ser estudiados con la debida rigurosidad científica a fin de comprender sus dinámicas y buscar las soluciones técnicas más adecuadas justamente con el objeto de evitar el colapso de ciudades, carreteras y aeropuertos entre otras vías de comunicación de vital importancia en situaciones de emergencia.

Las quebradas, por ejemplo, poseen cauces naturales y ante su activación durante periodos lluviosos el agua volverá a recorrerlos e incluso formarán otros cauces. Los flujos de detrito y flujos hiperconcentrados que emanan de las quebradas, más conocidos como huaicos, al encontrarse frente a obstáculos como es el caso de infraestructuras de diversa índole hallarán la forma de transitar hacia sus conos aluviales (zonas de depósito de sedimentos), llevándose todo lo que encuentran a su paso.

Por ello, en lugar de que la prensa ponga en el centro de su análisis en el cómo denominar del proceso de intensas lluvias que atraviesa el país, lo trascendente es plantear la cuestión del por qué ante un nuevo fenómeno de lluvias intensas vuelve a repetirse el mismo escenario catastrófico del 2017. Si se trata del ciclón “Yaku”, “El Niño leve” e incluso si se avecinara el “Súper Niño”, el “Niño Global” (como se viene anunciando) ello no es tan relevante como si lo es la prevención. Lo que la sociedad peruana y los distintos niveles de gobierno deben plantearse cómo tema fundamental es cómo generar y sistematizar data y evidencias científicas actualizadas que les permita formular y desarrollar un plan de infraestructura para la prevención con soluciones basadas en la naturaleza y la adaptación al cambio climático.

Con toda la experiencia que posee el Perú frente a las lluvias torrenciales asociadas a fenómenos climatológicos como El Niño, este tipo de dinámicas pluviales ya no deberían destruir lo que se reconstruye, pero para ello ya no debería seguir invirtiéndose en construcciones en lugares donde continuamente se destruyen, que hace que golpeen reiteradamente a sus poblaciones más vulnerables.

La ciencia y la reducción del riesgo de desastres

Mientras los residentes de las zonas históricamente afectadas por las lluvias torrenciales continúan sufriendo diariamente sus estragos, y se preguntan -luego de la experiencia catastrófica del Niño Costero del 2017- por qué nuevamente vienen siendo golpeados, y por qué las autoridades no les han ofrecido soluciones efectivas para reducir el riesgo de desastres en sus territorios, resulta lamentable constatar que en los últimos 6 años no han funcionado de forma eficaz las soluciones integrales ofrecidas para atender estos fenómenos. Es decir, no hemos tenido ninguna solución nueva que haya brindado las garantías de seguridad a la población frente a las distintas dinámicas naturales que se suceden durante periodos de lluvias intensas.

Si bien, no está en manos del ser humano influir en el desarrollo y el comportamiento de los fenómenos climáticos como El Niño, sin embargo, sí es posible prever si este tipo de fenómenos tendrá o no un impacto negativo en la vida de la población. A través de la ciencia, podemos determinar con gran precisión qué procesos naturales se activarán durante estos fenómenos como los geológicos y geomorfológicos, por ejemplo, es decir dónde y cómo estos procesos naturales aparecerán sobre la superficie terrestre y qué lugares se verán afectados.

Y aquí llegamos al núcleo del problema, sí la ciencia nos permite prever la aparición de estos fenómenos ¿Por qué el Perú sufre tantos procesos destructivos durante la temporada de lluvias intensas? Diversas respuestas pueden ponderarse ante este cuestionamiento, pero desde la geomorfología, que es la ciencia que se encarga al estudios de las formas del relieve terrestre y sus dinámicas propias, se puede afirmar que en gran parte los impactos negativos de estos procesos naturales se encuentran en el uso inadecuado del paisaje, es decir a las intervenciones humanas que ignoran o no toman en cuenta su dinámica natural, en el desconocimiento de estos procesos y también- es importante destacar- en la desidia o incapacidad para aprender del pasado.

Los desastres no son naturales. La capacidad destructiva o impactos negativos de los procesos naturales propios del relieve terrestre dependen de las condiciones e intervenciones humanas que aumentan muchas veces los niveles de destrucción, como puede observarse en malas prácticas en materia de construcción, poblamiento, urbanización, falta de ordenamiento, planeamiento territorial y el desarrollo de infraestructura pública inapropiadas frente a la naturaleza del paisaje.

Los desastres y la intervención humana sobre el paisaje

Una urbanización que tiende a expandirse de manera continua hacia zonas que poseen un impacto directo por peligros naturales terminará tarde o temprano siendo afectada por catástrofes. Por citar un ejemplo, los ríos que mantienen su cauce al largo del tiempo volverán a discurrir por donde lo hicieron históricamente y allí donde el hombre edifique obstáculos estos serán destruidos por la fuerza de sus aguas. Sin embargo, estas dinámicas naturales, no solamente ponen en riesgo a centros urbanos o asentamiento humanos que muchas veces se expanden de manera descontrolada hacia las escarpadas laderas de las montañas circundantes o hacia los valles de las quebradas. Algunas grandes y antiguas ciudades también se encuentran amenazadas por encontrarse en zonas mal ubicadas. Tal es el caso de las ciudades de Piura, Trujillo e incluso el distrito limeño de Lurigancho-Chosica, cuyos principales problemas están relacionados con el poco respeto que históricamente le han prestado las autoridades y pobladores a los procesos naturales del relieve terrestre donde se sitúan.

(*) Doctor en geología, sedimentólogo y geomorfólogo especialista en la prevención de riesgos por peligros geológicos. Investigador de los sistemas fluviales en el norte del Perú.

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