Hugo Blanco, la derecha y un “pasado diferente”

Por: 

Alberto Adrianzén M.

En estos días un grupo de civiles agrupados en torno a una Coordinadora Republicana, así como también un grupo de exmilitares, han pedido que se censure el documental “Hugo Blanco, río profundo” ya que consideran que es una “apología al terrorismo” y una “traición a la patria” que el Estado lo promueva. En realidad, no estamos frente a la expresión de una vieja derecha intolerante y macartista (o bruta y “achorada”), sino más bien frente a la manifestación de una nueva derecha “bolsonarista”, militarista y proimperial, que, más allá de su dimensión o tamaño, está ligada, a su vez, a una derecha internacional, y que ha dado inicio a su participación en las próximas elecciones.

Frente a este ataque antidemocrático, algunos en la izquierda han dicho que Hugo Blanco no fue un “guerrillero” sino más bien un luchador social que organizó a los campesinos de La Convención (Cusco) fundando sindicatos. Eso en parte es cierto. Basta para ello leer el artículo de Eric Hobsbawm “La guerrilla en América Latina” en su libro Sobre América Latina. Viva la Revolución (Edición Crítica 2018) para tomar nota de cuáles y en qué se basaban las diferencias políticas y militares entre el movimiento campesino que dirigió Hugo Blanco y la guerrilla del MIR o del ELN años después. 

Por otro lado, hay que mencionar también que Hugo Blanco en Argentina se hizo trotskista y luego militante del Partido Obrero Revolucionario (POR) y como tal hizo trabajo sindical en la ciudad del Cusco y luego en La Convención.  Fue en el sindicato de Chaupimallo de La Convención, que era la base sindical de Blanco, donde, como el mismo dice, comenzó “su vida campesina”. Fue también este mismo sindicato, en medio de la represión que provocó esta lucha legítima por la tierra, el que organizara, como un mecanismo de autodefensa, una columna armada de nombre Brigada Remigio Huamán en honor a un campesino asesinado por la policía. Como dice el propio Hugo Blanco en una entrevista en junio de 2019: “En segundo lugar, siempre he respetado la característica indígena de que la comunidad es la que manda y no el individuo. Inclusive, cuando tomamos las armas, fue la masa la que decidió la autodefensa…( http://plazatomada.pe/hugo-blanco-tierra-o-muerte/). 

Hugo Blanco sabía que su trabajo en La Convención era una parte esencial de una estrategia revolucionaria No es extraño por ello que el Partido Obrero Revolucionario (POR) se haya transformado en el Frente de Izquierda Revolucionario (FIR) a principios de los sesenta puesto que había una “revolución en marcha” y que por ello se necesitaba una representación y también una vanguardia política. Tampoco que uno de los primeros dirigentes del FIR haya sido Juan Pablo Chang, quien moriría años después en la guerrilla del Che en Bolivia. 

Por eso, lo que detesta y a lo que tiene miedo hoy está derecha “bolsonarista” no es solo a lo que   representan hoy la figura de Hugo Blanco y su lucha, sino también la posibilidad de que las y los peruanos reconstruyamos de otra manera nuestro pasado que no fue como nos quieren hacer creer tanto la Coordinadora Republicana como estos militares sino más bien todo lo contrario: un país sin democracia, violento, racista y en el cual existían patrones de “horca y cuchillo”, como también se puede constatar en este otro documental:  “La revolución y la tierra” de Gonzalo Benavente. Por eso fue que Hugo Blanco y otros hombres y mujeres se levantaron en ese tiempo oligárquico pensando que era posible otro Perú. Muchos de ellos ya no están más con nosotros, otros se integraron, como Hugo Blanco a la democracia peruana que precaria, clasista, corrupta y poco representativa, pero manteniendo, muchos de ellos, la misma voluntad que los llevó a luchar en esos años.  

La memoria o, mejor dicho, la construcción de un “pasado diferente” al que nos ofrecen las elites, es un debate urgente ya que se requiere compartir un “pasado común” para convertir ese “recuerdo” en una voluntad política y en un cambio cultural necesario. La manera cómo “miramos” el pasado es parte de la hegemonía. Por eso los documentales mencionados nos muestran que ese pasado no fue solamente un desfile de “víctimas” sino también nos “recuerdan” cómo fue nuestro país y que existieron hombres y mujeres que lucharon por cambiar el mundo y construir una democracia. 

Hoy la pandemia y la crisis económica mundial nos obliga a realizar una evaluación diferente de los límites del actual sistema y de la posibilidad de nuevas alternativas; inclusive de construir un pasado distinto al de las elites. Pero para que eso sea posible, la estrategia política, más allá de las concesiones que se puedan hacer, debe dejar de lado la "estabilidad política como valor supremo de la Política". Por eso creo que sí queremos construir una democracia igualitaria, tolerante y plural en el país, el cambio es necesario y urgente. 

 

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