Resulta sorprendente cómo buena parte de los neoliberales peruanos parecen vivir en un lugar donde el tiempo se ha congelado.
Parecen vivir a mediados de los años 90 en plena efervescencia de las recetas del consenso de Washington y desde ese lugar pontifican sus recomendaciones de políticas públicas como si el tiempo no hubiera pasado y la evidencia posterior no obligaran por lo menos a una revisión.