Otro Perú es posible, Estado pluricultural

Por: 

Vicente Otta Rivera

“…soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua” JM Arguedas

Convertir la mayoría popular-nacional en hegemonía política 

Las últimas dos generaciones de peruanos, en su gran mayoría urbanos, alfabetos, culturalmente mestizos, que se han formado laboralmente creando su propio empleo; que no conoce el mundo de la fábrica ni la vida sindical o política partidaria, constituyen la base social de cualquier proyecto político futuro. Estos millones de peruanos que bailan huaynos, tekno-cumbias o tropical andino, que por miles aplauden semana a semana a Wendy Sulca o Max Castro en restaurantes-peña, estadios o complejos deportivos de los conos de Lima, estos peruanos decimos, son la fuerza principal que construye el Perú moderno. Han logrado grandes avances en la reconquista del espacio territorial (dominan la mayor parte del espacio limeño y de las grandes ciudades del interior), tienen una fuerte presencia en la economía: Gamarra, Unicachi, Ollaraya y, mediana y gran empresa; la producción, comercio, transporte y otros servicios, así como en el campo de las profesiones liberales. Es de mayor gravitación su contribución en la gastronomía, artesanía, música, danzas, etc. Lo que no tienen todavía es conciencia de esta fuerza, de la importancia de su rol en la sociedad actual. 

Hijos de los dominados y sojuzgados durante cientos de años, ya perciben que hay un cambio sustancial en su actual situación, que pueden y deben asumir las riendas del país en sus manos.

Perviven virreyes y oligarcas

Las elecciones últimas y estos primeros días del nuevo gobierno permiten constatar la mantención de vicios coloniales y criollos republicanos. Racismo, exclusión política; en suma, un sentido de enunciación colonial-virreinal.  

Estas fuertes tensiones afloraron abiertamente durante el gobierno transformador del general Velasco, y han marcado los procesos electorales de los últimos 40 años.

Encierra una disputa ideológica y política de enorme trascendencia y de largo aliento. Es la pugna por hegemonizar el actual proceso de modernización fortalecido, hace 50 años, con la Reforma Agraria. Esta modernización es un hecho irreversible, que en las últimas tres décadas transcurridas intenta ser conducida por un programa neoliberal de matriz euro-céntrica. 

No otra cosa significa la propuesta de Vargas Llosa, Hernando de Soto y la sistemática prédica de gente como Juan Carlos Tafur o Alberto Vergara, que expresan la versión “culta”, cosmopolita y orgánica del neoliberalismo criollo; en tanto, proyectos como los de Fujimori, Toledo, Humala, que se inician como plebeyos, subalternos, expresan versiones improvisadas, sin sustento ideológico-político sólido, que son absorbidos y fagocitados por las castas dominantes y el neoliberalismo. 

Modernidad endógena o exógena

Esta modernización promueve la nueva reinserción del Perú al mundo occidental anglosajón, que, en su versión neoliberal contemporánea, pretende reanudar los lazos de dominación, que tras quinientos años no han terminado de ajustarse del todo.

Es el proyecto reordenador de occidente para el siglo XXI, la era de la globalización. Por eso pretenden acentuar la relación asimétrica Norte - Sur, ampliar la brecha y dominación científico-tecnológica, abrumarnos con su cultura consumista y que la música, vestimenta, comida, usos y costumbres sean meran copias de la cultura anglo-sajona, una vez más. 

En otros términos, culminar el largo proceso de extirpación de idolatrías empezado hace 500 años y dejarnos sin espíritu, sin cultura. 

Convertirnos en unos completos mamarrachos. Todo esto es lo que se esconde tras las la conformación o no de los bloques globales, regionales y sub-regionales.

Un proyecto socialista contemporáneo tiene que encarar y dar respuesta a estas tareas de manera raigal y totalizadora. No se responde a estas formidables presiones solo con políticas gubernamentales de corto plazo, ni con políticas de estado que pueden tener visiones y plazos mayores, pero siguen siendo tributarias de la matriz euro-céntrica; sometida a los nuevos aparatos virreinales como el Banco Mundial, el FMI, Club de París. Esto es, administrando el mismo estado criollo y sumiso al poder neoliberal mundial. 

Para responder exitosamente hay que recurrir a nuestras viejas y hondas tradiciones, a nuestra sabiduría ancestral, a “nuestra propia manera de ver el mundo y hacer las cosas”. Sustentarse en nuestra matriz civilizatoria, que tiene cinco mil años de existencia 

En este enorme desafió por construir la hegemonía del proyecto pluricultural, de raigambre andina, la propuesta del socialismo mágico, de Estado pluricultural, es la piedra angular sobre la que se asienta todo el proyecto de recuperación y afirmación de la nación peruana, de su identidad y personalidad. 

El consenso de Washington y el imperio del neoliberalismo

El rasgo distintivo del nuevo orden que postulamos trasciende el cambio de modelo económico, de mecanismos y procedimientos de la actual forma de democracia o de ganar elecciones y obtener el control del gobierno. Incluye toda esta variedad de formas de acción política y de acumulación de fuerzas, pero en la medida que pretende subvertir un poder establecido y sedimentado con más de 200 años de existencia, su resignificaciòn implica cambios raigales en el estado y la mentalidad y sentido común, que se formularon desde la colonia, del que el estado criollo es en lo sustantivo, su continuación, bajo ropajes diferentes.

Su sello de clase y dominación colonial y extranjerizante, es finalmente el mismo.

Si esta mirada histórica, justa y pertinente se amplía y es capaz de abordar asuntos como el calentamiento global o la acentuación mundial de la diferencia entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen muy poco, estamos hablando de una crisis civilizatoria.

El actual modelo neoliberal triunfante y vigente desde 1990, con el llamado Consenso de Washington, ha exacerbado todos los defectos que devalúan los aportes de la civilización industrial, que en sus albores cumplieron el rol de combustión del desarrollo de la ciencia, tecnología, las artes y cultura, el denominado periodo del progreso social a escala mundial. 

Todo aquello que dinamizara el mercado y alimentara la reproducción ampliada del capital, convertido ahora en su revés.

A partir de los años 70s la crisis del sistema capitalista produjo modificaciones sustantivas en la dinámica de expansión y acumulación del capitalismo. Dada la reducción de la tasa de ganancia por el incremento del costo de la energía fósil, el desarrollo tecnológico y el costo de su reconversión; la presencia de la Unión Soviética y la emergencia de bloques mundiales de países poco desarrollados (No Alineados) que se liberaron del dominio imperialista o limitaron su presencia: Cuba, Perú, Chile, Viet Nam, Nicaragua, El Salvador, países africanos, entre otros.

Este escenario motivó que las grandes potencias capitalistas diseñaran y aplicaran modificaciones al funcionamiento del capitalismo mundial que condujeron a su versión actual.

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