La cocina electoral de García y su gran dificultad

Alan García sabe que para que el candidato del modelo neoliberal  gane el 2011 hay necesidad de distorsionar la voluntad popular y en ello trabaja a todo vapor.

Para este propósito ha reorganizado sus fuerzas luego de la matanza de Bagua y desarrolla una contraofensiva en tres direcciones: la continuación de la represión a los movimientos sociales, el afianzamiento del secuestro mediático de los principales medios de comunicación masiva y el cambio de las reglas de juego electorales que le permitan contar con un electorado ad hoc a sus intenciones.
En el primer caso, no solo se trata de la poca disposición para avanzar en la negociación con los pueblos amazónicos, sino de la judicialización del trato a sus dirigentes y, recientemente, el pedido de disolución de AIDESEP. A esto se agrega la intervención en conflictos como Andahuasi, Río Blanco  – ¡donde se quiere poner una base militar!  – y portuarios. En todos los casos la mano fuerte a favor del gran capital sin tomar en cuenta los derechos de los trabajadores y pobladores. No solo no se aprenden lecciones de Bagua sino que se continúa con un libreto que apunta a agudizar la polarización como escenario preferido para dirimir con el eventual adversario.
Asimismo, el secuestro mediático que viene del fujimorismo ha continuado en democracia, distorsionando algunos temas, ocultando otros y usando los medios como un arma contra todos aquellos que no están con el modelo neoliberal. La semana pasada esta táctica de desinformación ha tenido un episodio grotesco con la acusación, a todas luces farsante, de senderista, contra la parlamentaria andina Elsa Malpartida, por haber vivido en una zona controlada por el grupo terrorista en la década de 1980 y haber tenido que acatar su autoridad. Lo saltante en este caso es que la campaña estuvo encabezada, con sendas portadas, por el diario El Comercio, supuesto adalid de la seriedad en el periodismo nacional. Esta, por lo demás, no es sino una perla más en el ataque constante, personal y político, contra todos aquellos que Palacio identifica como “antisistema”.
En este camino, el cambio de las reglas de juego electorales ha sido el tema más reciente pero no adquiere sentido sin los dos anteriores. El intento de imponer el voto facultativo usando un mecanismo democrático como el referéndum oculta, como ya lo han repetido diversos especialistas, la intención de marginar a los más pobres del derecho al voto. A esto se agrega la observación de la ley que faculta a la ONPE a implementar el voto electrónico, que dificulta el fraude en mesa del cual han sido históricamente acusados los apristas. En otras palabras, dos medidas que tienden a “mejorar” la cancha para manipular los resultados de las urnas.
La dificultad que no tiene como encarar hasta ahora García es la que presentan los múltiples candidatos que defienden al modelo. Castañeda, Keiko, Toledo, Lourdes, Yehude y además Del Castillo, tugurizan al partido neoliberal y conforman un rompecabezas que los más sesudos estrategas de Palacio no saben todavía como armar. Mientras tanto, al otro lado, aparece Ollanta Humala, golpeado es cierto, pero casi solo al frente de los opositores al modelo. A Marco Arana, se le ve también, algo más lejos, pero aún con varias decisiones por tomar.
El tugurio derechista frente a los únicos que se atreven a desafiarlos, no es el mejor escenario para los primeros. Los operadores del secuestro mediático dicen, sin embargo, que las encuestas favorecen abrumadoramente a los candidatos neoliberales. Pero se olvidan estos señores que son encuestas “en frío”, sin proceso electoral de por medio. Cuando empiece la campaña se acelerará la misma polarización que García hoy anima y esta puede volverse contra sus planes. En ese momento el espectro de candidatos deberá encontrar algún conflicto central que señale su dinámica y, eventualmente, divida campos. Si se instala como debate principal la viabilidad del modelo neoliberal para el futuro del Perú, cualquiera que cuestione al “sistema” con la suficiente habilidad táctica podrá hacer suya la elección, si es que antes no media un fraude descarado o cualquier atentado peor contra la democracia.
Mientras tanto, las fuerzas democráticas, sin ningún distingo, debemos hacer todo lo posible por parar la contraofenisva de García que quiere volvernos, sin ambages, al Perú de los señores, contra el cual, paradójicamente surgió el APRA, que hoy García lidera.
 

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