El problema de la frontera*
Nicolás Lynch
Este proceso de revocatoria pone sobre la mesa un problema fundamental en la política peruana y limeña: el problema de la frontera.
Una semana atrás aclarábamos en Otra Mirada la coalición mafiosa contra la cual se enfrentaba la alcaldesa Susana Villarán, los verdaderos enemigos que tiraban la piedra pero escondían la mano, enviando a sus soldados a hacer el trabajo sucio pero protegiéndose en un anonimato efímero que poco a poco se ha ido revelando. Ya no solo está el mudo de marras, Luis Castañeda, el gran picón tras bambalinas, sino los operadores fujimoristas y ¡oh sorpresa! Alan García saltando a primera fila, porque los “mastines” apristas, Mulder y Vílchez, no montan tamaña ofensiva sin órdenes del más alto nivel.
Con esta primera fila recompuesta, la fila del todo vale que nace el cinco de abril de 1992, ¿alguien puede creer que no hay frontera en la política peruana? Es decir, que todos somos buenos y que hay tan solo algunos descarriados. Pareciera que no. Sin embargo, notamos en algunos estrategas este planteamiento equivocado. Todos somos buenos y hay que mostrar lo buena que es la gestión de la alcaldesa Susana Villarán.
No nos caben dudas de lo mucho y bueno que ha hecho Susana Villarán en los dos años en la alcaldía. Es más, atreviéndose con problemas que dos y hasta tres gestiones anteriores no se atrevían. Y lo mejor de todo, haciéndolo con limpieza, exactamente donde trepida su antecesor, investigado sobre el punto. Pero no es una comunidad de bondad la que hay en la política peruana, tampoco en la política limeña. Más que comunidad, que quisiéramos y democrática, lo que hay es una frontera, donde estamos de un lado los que queremos una ciudad que funcione para el bienestar y (esto quizás es lo más importante) para el futuro de los limeños y por la otra los impresentables, los que son capaces de decir cualquier cosa, como hemos visto en la televisión en los últimos días, para tumbarse a Villarán y regresar, por lo menos, al manejo turbio del municipio en años anteriores a la gestión actual.
Los últimos saltos a primera fila, de Fujimori y García para acompañar a Castañeda, nos hacen ver que no es solo –la revocatoria- una movida municipal. Aquí están viendo ya el 2014 y por esa vía el 2016, el alineamiento de la continuidad con el cinco de abril: Fujimori, Castañeda y García, ensaya ahora cómo manejar Lima para después manejar el Perú. Insisten en convertir al capitalismo de amigotes, la regla que usó Montesinos para manejar el país, en la regla de todo lo que se mueva como política en Lima y en el Perú.
En estas condiciones ¿podemos seguir jugando al juego de los buenos? De ninguna manera, esa es la receta de la derrota. La campaña por el NO debe señalar al enemigo real, que amenaza la democracia en Lima y en el Perú. Esto significa trazar una frontera y señalar dónde están los que apoyan cada opción. Y ¡ojo! aquí por el NO somos un montón, ojalá que la mayoría. Simple y sencillamente los que queremos que Lima no sea un negocio sino una ciudad para vivir.
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