Clase Media y Ejecución de los Programas de Gobierno*

Por: 

Santiago Roca

En los Estados Unidos, la alternancia en el poder de los partidos Demócrata y Republicano -con bases, intereses y programas de desarrollo diferentes- ha sido uno de los pilares de su progreso y de tener una sociedad con una clase media ancha. Una vez en el poder, los Demócratas o los Republicanos, han generalmente defendido los intereses de los grupos que los respaldaban. De esta forma, en unos años se beneficiaban unos grupos y en otros períodos, otros, construyéndose una sociedad con una clase media amplia y balanceada.

En el Perú esto no sucede así. Desde 1990, la mayoría de gobernantes elegidos democráticamente han ganado las elecciones respaldados por grupos de interés que luego no han visto ejecutados o respaldados sus intereses.

El programa con el que salió elegido Alberto Fujimori proponía reducir la inflación en forma gradual con el menor costo social y productivo posible. Una vez en el poder, sin embargo, el Presidente Fujimori aplicó un programa de shock que disminuyó el empleo, afectó los niveles de vida e ingreso y entregó la economía a los fundamentalismos del autoritarismo y del mercado. 

Los gobiernos del Presidente Toledo en el 2001, como el del Presidente García en el 2006, surgieron con el respaldo de los votos de la clase media y popular, proponiendo un crecimiento con rostro humano y en favor de las mayorías. Una vez en el poder sin embargo, aunque en diferente estilo, ambos gobiernos llegan a ser capturados por los intereses que habían predominado en el país durante los diez años anteriores. El Presidente Humala, el día de hoy, triunfa con el respaldo de las izquierdas y movimientos regionales pero en apenas pocos meses deja atrás la “gran transformación” y “la hoja de ruta” y se alinea con los mismos grupos empresariales que manejan el país hace 22 años.

¿Qué hace que en nuestra democracia los gobiernos elegidos con respaldo de las clases medias y populares, cambien sus programas y apoyen con mayor énfasis los intereses de los mismos grupos que manejan el país hace más de 20 años? ¿Qué consecuencias trae esto en el país?

La primera respuesta es la falta de tolerancia. Hay sectores que no les interesa sino solo su bienestar individual sin importarle el resto de la sociedad. No pueden tolerar la aplicación de programas e ideas que los puedan afectar. No llegan a ver que para construir nación, otros también deben prosperar e integrarse a la vida nacional y que las políticas públicas son justamente el instrumento para lograr esos balances. De otro lado, los gobernantes elegidos en el fondo carecen de la convicción y visión que han predicado y son rápidamente convencidos que es muy difícil cambiar las cosas y luchar contra la corriente de los grupos de poder económico, los cuáles pueden desestabilizar gobiernos y hacer la vida imposible, siendo lo más sencillo y menos riesgoso alinearse con sus intereses.

La consecuencia de esta práctica política de los últimos 20 años es que al no haber verdadera alternancia en el poder que defienda intereses opuestos y diferentes, la sociedad crece mucho más descontenta, desigual y explosiva. Se tiene que esperar la aparición de movimientos radicales o extremos o una verdadera revolución para voltear la tortilla en favor de los grupos que no se benefician de las políticas.

Si el Perú desea ser un país estable con una clase media grande y fuerte debe aprender como los Estados Unidos, en donde dos partidos con intereses y grupos de base diferentes se alternan en el poder, cada uno ejecutando lealmente los programas que favorecen a sus gentes. Si bien en el corto plazo, unos ganan en un periodo y pierden en otro, la sociedad como un todo, en una mirada histórica, crece más pareja e incluyente.

 
 

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