Desde que fue investido como máxima autoridad de la Iglesia Católica, el Papa Francisco sorprendió con sus declaraciones progresistas e inclusivas.
Estos nuevos aires de la Iglesia Católica no se veían desde el Concilio Vaticano II (1959-1965), que impulsó una apertura dialogante y conciliadora de la Iglesia de cara a los problemas del mundo. En medio de escándalos sobre al funcionamiento de la corte vaticana y los graves casos de abusos sexuales, el discurso del Sumo Pontífice es un mensaje no solo de esperanza sino, podríamos decir, casi “revolucionario”.