¿Juventud divino tesoro?

A pesar del crecimiento económico “milagroso” del Perú, al 2012, solo el 26.4% de jóvenes peruanos tuvo empleo fijo mientras que el 73.6% vivió con empleos ocasionales.

Julio, un joven peruano de 24 años de edad, lleva medio año sin conseguir un empleo fijo. Trabaja como freelance realizando informes técnicos para algunas entidades privadas, por tanto, no tiene sueldo ni horario fijo, y menos un seguro de salud. Lo que vive Julio no es una novedad. Es una cruda realidad que asedia al 83.5% de los jóvenes peruanos cuyas edades fluctúan entre los 15 a 24 años, según el reciente estudio “Trabajo decente y juventud de América Latina” de la OIT.

A pesar del crecimiento económico “milagroso” del Perú, al 2012, solo el 26.4% de jóvenes peruanos tuvo empleo fijo mientras que el 73.6% vivió con empleos ocasionales. Más grave aún es la situación de los jóvenes que no estudian ni trabajan (‘nini’), una población en alto riesgo ya que ni la escuela ni el trabajo los ha integrado a la sociedad. En el Perú, un 20% de jóvenes de 15 a 24 años no estudian ni trabajan, cifra mayor que países como Argentina, Venezuela, Chile y Ecuador. La mayoría de ‘nini’ en el mercado peruano son mujeres. A esta realidad, habría que sumarle que el Perú es uno de los países donde el empleo no remunerado supera el 20% del total de jóvenes ocupados junto a Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú.

El desempleo no es una situación permanente, sin embargo, mientras mayor sea el tiempo de paro laboral, los jóvenes verán afectados su situación económica y su panorama de movilización social. Por ejemplo, en países como Brasil y El Salvador, antes de encontrar un trabajo formal, los jóvenes estuvieron empleados de manera informal durante 1 año y 8 meses aproximadamente. En Perú, un joven puede ingresar al sistema formal de empleo en el triple de tiempo (3.6 años) ¡Inaceptable! Si bien entre 2007 y 2011, la tasa de empleo informal en jóvenes se redujo en el Perú (de 89.5% en 2007 a 84.7% en 2011), en comparación con otros países de la región estamos rezagados. Por ejemplo, Brasil (de 52.6% a 41.6%) y Ecuador (82.8% a 65.8%) registran la mayor reducción de empleo informal durante el mencionado periodo de tiempo.

El aumento de sueldo en 100% que beneficiará a ministros y funcionarios de alto nivel del Estado peruano muestra su aspecto devastador cuando se observa que casi el 60% de los jóvenes que trabajan ganan apenas un salario mínimo. Es decir, 6 de cada 10 jóvenes entre los 15 y 24 años de edad tienen ingresos por 750 soles. Ni hablar de los beneficios sociales como seguro de salud y pensiones, lo cual solo beneficia a la quinta parte de los jóvenes que trabajan.

Se advierte que a pesar de la cobertura educativa cada vez mayor, el mundo laboral para los jóvenes de 15 a 24 años no es esperanzador. Programas laborales emblemáticos del Estado, como Trabaja Perú y Jóvenes a la Obra, aunque lograron disminuir la tasa de desempleo juvenil (1.3% en 7 años), la precariedad todavía campea porque no se enfrenta el problema sistémico de la inestabilidad laboral, los bajos salarios y la carencia de protección social. Los programas sociales focalizados son insuficientes, se requiere crear políticas de mercado de trabajo, así como programas de incentivos a la formalización. Además, aumentar el salario mínimo como corresponde y lograr un piso básico de protección social. Como se observa, falta mucho camino por correr.

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